
Por Luciano Garro
(Especial para ANÁLISIS)
Ha pasado un año y casi cinco meses sin tomar estado público. El abogado Gustavo Rivas, condenado a 8 años de prisión por el delito de “promoción a la corrupción de un menor de edad en concurso ideal con promoción a la prostitución de un menor de edad”, atropelló con su automóvil a un ciclista, descendió del vehículo, le alcanzó a la víctima una gorra que había perdido en el impacto, regresó a su auto y huyó ante la presencia de decenas de testigos que se encontraban en la zona céntrica de Gualeguaychú. La causa penal por lesiones y abandono de persona avanza en silencio en la Justicia. Detalles indignantes de la reacción de Rivas.
El expediente caratulado “Bentancour, Cristian Exequiel S/Lesiones (en accidente de tránsito)”, que tramita ante la Agente Fiscal Auxiliar Nº1, Dra. Carolina Costa, Legajo 2488/19, con fecha 20 de marzo de 2019, pone en jaque la condición de libertad que disfruta hoy el condenado por corrupción de menores Gustavo Rivas, quien aguarda la resolución de la Cámara de Casación Penal de Concordia ante los recursos interpuestos por todas las partes, luego de la sentencia impuesta por el Tribunal de Juicios de Gualeguaychú.
El hecho ocurrió casi en simultáneo con el inicio del juicio, hace alrededor de 17 meses. Se trató de un siniestro de tránsito similar a los cientos que hay a diario en todo el país, aunque con un desenlace imprevisto. El abogado Rivas atropelló a Cristian Exequiel Bentancour, un joven de 26 años que circulaba en bicicleta y que, tras el impacto, quedó tendido delante de la rueda trasera izquierda de un colectivo urbano que se había detenido para bajar y subir pasajeros. Afortunadamente, el chofer del transporte local, alertado por pasajeros y transeúntes, no continuó su marcha evitando así aplastar al ciclista.
En ese mismo momento, Gustavo Rivas bajó de su vehículo, se acercó al ciclista que se encontraba tendido en el piso, le alcanzó el gorro que había perdido tras el impacto y -según consta en el expediente-, acotó que no lo había visto porque venía escuchando música. El abogado no tuvo ninguna acción frente a la víctima, ni siquiera atinó a correrlo de la línea de avance el colectivo. Ante la llegada de diferentes testigos, dijo que iba a estacionar bien su vehículo y aprovechó para huir.
(La nota completa en la edición 1113 de la revista ANALISIS del jueves 13 de agosto de 2020)