S.A
Hace un año que Lucas Mercado condensa en Azogue Libros los dos costados que lo constituyen: el trazo y la palabra. En diálogo con ANÁLISIS retoma las líneas que lo llevaron a descubrirse los colores, los proyectos y las ganas de apostar a la consolidación de un circuito de autores y lectores de la provincia.
El joven artista tiene vocación emprendedora. Dibujante, muralista, ilustrador, escritor, editor, docente. En su impronta está la búsqueda por constituir un circuito, un ir y venir entre el artista, la obra y quien la recibe. “Estudié entre el ’97 y el 2001, era una época compleja. Nos fuimos formando entre nosotros en esto de cruzar arte y gestión; no era sólo hacer la obra, sino que había que pensar cómo hacerla circular. Esa fue mi escuela”, cuenta, sobre su formación que comenzó en la Escuela de Artes Visuales “Profesor Roberto López Carnelli” de Paraná, pero que tuvo su principal constelación en el fluir con otros “Tuve la suerte de haber formado parte de una generación en la que hubo, entre mis compañeros, excelentes artistas. Así que además de nutrirme en lo que es el estudio propiamente dicho, hubo mucho compartir con mis pares; Julia Acosta, Francisco Vázquez, Federico Lanzi, todos más o menos de mi generación y muy activos”, detalla.
Historietas, ilustraciones, murales, un estilo que estalla en colores vivos, líneas que se pierden en ondulaciones y trazan un recorrido invisible; personajes grotescos, miradas que no esquivan; imágenes entre el pincel y la pared y que se impregnan, además, en su vocación editorial “Hace un par de años con Julia Acosta armamos un proyecto que se llamó Parientes Editorial que fue un poco la base de lo que después derivó en Azogue. Con parientes publicábamos libros de poesía y de artistas visuales que escribían, que eso es algo que está sucediendo. Ese fue un lindo proceso de varios años, del 2016 al 2018, hasta que concluyó. Lo que hice fue unir esa continuidad editorial con libros que traía de otras editoriales. Eso es Azogue”, relata en diálogo con este medio, Lucas Mercado, sobre su proyecto editorial, que recientemente publicó “La música en que flotamos”, una recopilación de autores y autoras de la región en conjunto con la Editorial Municipal de Paraná.
-Vamos por el artista plástico ¿cuándo sentiste que esos eran tus trazos, tus colores, tus formas?
-La verdad que no lo sé. Eso se va dando, uno va aprendiendo, estudiando, viendo cómo hacen otros; mucho sentarse y dibujar, también. Lo mismo la escritura, uno va encontrando una voz propia. Las cosas te van llevando, a veces resolvés artísticamente una cosa que jamás se te ocurriría de otra manera que no sea así, haciéndolo. A veces me encargan cosas, por ejemplo, caricaturas. Yo no sé hacer caricaturas, digo, dibujar a alguien humorísticamente. Capaz que si me siento con paciencia lo hago, sé resolverlo, pero no tengo la facilidad de esos tipos que están en las plazas y que lo hacen en tres segundos. Entonces, más que un estilo propio, un va encontrando dónde se siente más cómodo y dónde tiene algo para decir.
-¿Y cuáles son las ideas que más resuenan en ese decir?
-Me gusta generar situaciones, dibujar espacios; que tengan algo de festivo, algo de cotidiano, de regional. Voy por una línea de personajes grotescos o de fantasía; después otros trabajos que son de un dibujo más de registro, de situaciones cotidianas. Tengo un repertorio que voy variando, ciertos clichés propios. Me gusta que haya personajes que estén como desde arriba, otros que salgan desde abajo; cuando no les hago profundidad están todos como hacia adelante, para que el ojo, cuando lo vea, no tenga un solo punto de vista, sino que pueda ir generando un recorrido más flexible. Todo eso lo voy programando con los personajes, con ojos que miran para un lado; hay una estructura de fondo que está y que es inagotable.
-¿Por qué elegís el mural para plasmar tus obras?
-Se me fue dando. Trato de estar en sintonía positiva, estar bien predispuesto. Entonces, cuando las cosas surgen, poder estar a la altura de la circunstancia. Recientemente me llamaron para hacer una serie de murales de la Cultural Inglesa y les dedico mucho tiempo, entonces esto de los murales es también una salida laboral, un trabajo donde las reglas son bien claras. Es alguien que te llama porque conoce tu trabajo y porque quiere algo, transcurrís una serie de días con quien lo encarga, hay ahí una convivencia; vas viendo cómo va quedando, el que te lo encargó también y se genera una complicidad. Además, trabajo con Andrés Leiva, que siempre me da una mano. Entonces, es algo muy concreto y que me da satisfacción. Es lindo que me convoquen para que algo esté públicamente, así sea dentro de una casa; es algo que alguien quiere compartir con otros.
-¿Y cómo llega el editor de libros a tu vida?
-Está conectado con mi formación. Cuando estudio artes visuales, me encuentro con toda una estética muy linda del dibujo con mis compañeros. En aquel momento (2001) hacíamos nuestras propias revistas de historieta y dibujo; eran historietas con personaje, viñeta, con todo eso, pero con un vuelo propio de artistas visuales. Bajamos un poco el cuadro que nos enseñaron a pintar al óleo -que no se lo vendías a nadie- a una revista que la vendías en los bares, de mano en mano; formábamos un público y un público también de pares, porque nos compraban otros artistas. Todo eso me quedó y con los años fui circulando siempre por eso: el dibujo, los murales, la ilustración, la obra en pequeño formato, la escritura, todo muy de formato doméstico. Hace un par de años con Julia Acosta armamos un proyecto que se llamó Parientes Editorial que fue un poco la base de lo que después derivó en Azogue. Con Parientes publicábamos libros de poesía y de artistas visuales que escribían, que eso es algo que está sucediendo. Ese fue un lindo proceso de varios años, del 2016 al 2018; hasta que concluyó y lo que hice fue unir esa continuidad editorial con libros que traía de otros lados, y terminó confluyendo en esto que es Azogue: una librería donde se venden libros de otras editoriales y el proyecto editorial propio, que por suerte viene bien. Somos un equipo de tres personas, más las distribuidoras, los autores y las librerías. Me fui ordenando en muchas cosas.
-¿Cómo se inicia el acercamiento con los autores y autoras que publican a través de Azogue?
-No es muy estricto. Hay autores que contacto yo porque me dedico a ver quiénes están publicando y qué. Intento que no sean primeros libros, sino gente que tenga trabajos ya publicados. Leo bastante, hay autores que yo ya los sigo y sé por dónde van, entonces me animo a convocarlos yo, y después hay otros casos de autores y autoras que me contactan; si va con la línea estética de lo que se viene publicando se ve la posibilidad, en cuanto a la agenda, si se puede hacer, o no. Somos cuidadosos en qué libros tomamos porque tenemos una capacidad limitada de seis o siete libros, por año. En este año si bien la pandemia amansa bastante, mi intención fue decir: “bueno, sigamos porque sino se empieza a caer”.
(La nota completa en la edición 1115 de la revista ANALISIS del jueves 15 de octubre de 2020)
