Los lavadores de “la mafia”: el lado B de los narcos rosarinos

Por Germán de los Santos y Hugo Alconada Mon

Concentrarse en los “soldaditos” es un error. Las bandas y los clanes criminales que asolan esta ciudad superan los barrios periféricos o marginales. Sus tentáculos hablan inglés, manejan softwares complejos, visten trajes italianos y usan perfume francés, esgrimen tarjetas de crédito premium, viven en countries, trabajan en oficinas con vista al río y sociabilizan en los “clubes” más exclusivos.

Los hermanos Carey son un ejemplo. Gustavo Shanahan, otro. Allí está Yalil Azum, también. También varios empresarios de la construcción. Y dueños de concesionarias de autos. Y productores agrícolas. Y financistas conocidos de la City rosarina que mueven fortunas, en negro, de la soja y del narco. Encarnan el “lado B” del narcotráfico, que mueve fortunas en euros y en dólares. Son los protagonistas de los “delitos de cuello blanco”.

Los ejemplos se acumulan entre aquellos que facilitan que el negocio narco mueva US$9 millones al mes y genere ganancias por US$5 millones cada treinta días, según estimaciones de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Son fortunas que abren puertas, despejan obstáculos y aceitan contactos al más alto nivel. Esos que un alfil cualquiera del clan Alvarado o de Los Monos jamás podría abrir solo. No sabría ni cómo contactarlos. Pero son ellos los que crearon, incluso, el “dólar banana”, la cotización que fijan las “cuevas” de Rosario que operan -o deben lidiar- con Los Monos, con un sobrecosto por sus servicios o su “protección”.

Paso a paso

Así fue como la banda liderada por Julio Rodríguez Granthon lavó dinero en 2021 en una financiera de Rosario

Búnker de venta de drogas

VALPARAÍSO 2692

Villa Banana, uno de los lugares más pobres de Rosario. El búnker lo manejan Facundo y Uriel Pérez, dos soldaditos, bajo las órdenes de Julio Rodríguez Granthon, alias El Peruano, que está preso, condenado a diez años de prisión por narcotráfico. El Peruano provee al búnker de cocaína. El búnker recauda unos 3.000.000 pesos por semana.

Financiera Increase SA, la negociación

RIOJA 889, PISO 9, ROSARIO

Desde la cárcel de Marcos Paz, el Peruano negocia el precio de la cotización del dólar blue con Iván Ferrarons, alias Iván Dólar, de la financiera Increase SA. La cueva cobra un extra del 2% porque el dinero es riesgoso, pertenece al narcotráfico.

El depósito

OVIDIO LAGOS 426, ROSARIO

Los soldaditos Facundo y Uriel Pérez llevan 32.000.000 de pesos a Marcos Díaz, exrugbier. Díaz, que está prófugo, es el valijero y quien tiene contacto con los soldaditos. En Ovidio Lagos 426 cuentan y preparan el dinero para cambiar. Facundo y Uriel Pérez embalan el dinero en bolsas de residuos y lo llevan a la cueva en el baúl de un Toyota Corolla.

La Cueva

RIOJA 889, PISO 9, ROSARIO

El dinero narco que se obtiene del búnker de Villa Banana termina en Rioja 889, piso 9, la cueva que pertenece a Gustavo Shanahan, expresidente de Terminal Puerto Rosario. Shanahan está procesado por narcotráfico y detenido en su domicilio. El dinero narco se transforma al "dólar banana", el tipo de cambio narco.

El contador Gustavo Shanahan fue arrestado en octubre del año pasado y lo procesaron un mes después. Lo acusaron de venderle dólares a la banda de Julio Rodríguez Granthon, un narco vinculado a Los Monos condenado a 12 años de prisión. Extitular de Terminal Puerto Rosario, el único de la región en condiciones de mover, importar y exportar contenedores, Shanahan también controlaba una financiera que servía de “cueva” para operaciones ilegales.

Los investigadores siguieron a un miembro de la banda de Rodríguez Granthon y lo vieron entrar a sus oficinas de la calle España 889 con bolsos vacíos que retiraba llenos, en una operatoria que también incluyó a una supuesta cooperativa, en la calle Matheu 990. Los narcos guardaban allí el dinero en pesos que cambiaban en el mercado ilegal por los dólares indispensables para comprar nuevas remesas de cocaína en Bolivia.

La detención de Shanahan causó un cimbronazo en Rosario, donde conocía a todos los que había que conocer. Hizo negocios con muchos de ellos. A través de decenas de sociedades y empresas, desarrolló inversiones inmobiliarias millonarias, manejó los muelles I y II, y participó en el sector financiero, hotelería y juegos de azar. Hasta que lo esposaron.

Detenido bajo arresto domiciliario en un semipiso con vista al río, la investigación conocida como “cuevas blancas” no es el primer traspié judicial para Shanahan. Antes lidió con acusaciones por presunto lavado de activos vinculados al expresidente de la Generalitat de Cataluña, Jordi Pujol, con aportes por US$12 millones en negro al Puerto de Rosario.

Un tercer vértice del narcolavado que se investiga en ese expediente se registró en la calle Ovidio Lagos al 400. Allí operaba Marcos Julián Díaz, un jugador de rugby en la primera de Atlético del Rosario que permanece prófugo y que se vinculaba también con los Carey, otra familia icónica de las finanzas rosarinas que terminó en el fango.

Los problemas para los Carey comenzaron cuando asesinaron al narco Marcelo “Coto” Medrano y los investigadores reconstruyeron que ese día, 10 de septiembre de 2020, había comprado dólares en Cofyrco, una cueva en Corrientes 832, Rosario.

A los pocos días la Justicia arrestó a los socios de Cofyrco -Patricio Carey, Guido Garay y Fernando Vercesi-, ordenó los allanamientos de otras dos cuevas, Financiera Terranova y Trasban SA, y de un edificio del coqueto Puerto Norte, y se topó con un bolso con 175 DNI robados y perdidos que se usaban para ocultar la verdadera identidad de quienes querían realizar operaciones cambiarias sin dejar rastros.

Semanas después, Garay y Vercesi se declararon culpables de lavar activos del narcotráfico y recibieron una condena de ejecución condicional. No fueron presos, sí, pero se convirtieron en los primeros financistas rosarinos en cruzar el umbral y admitirse como narcolavadores, mientras que un hermano de Patricio Carey, Eduardo, quedó imputado por encubrimiento.

Durante varios meses, los periodistas Germán de los Santos y Hugo Alconada Mon investigaron el universo narco de Rosario

Ninguno de ellos podría alegar ignorancia mientras lavaban dinero para “el Coto” Medrano. El narco, resumió la AFIP en un informe, "no registraba en sus 45 años de vida actividades económicas lícitas, susceptibles de ser declaradas activas". Pero sí acumuló una larga foja de servicios delictivos. Hasta que lo ejecutaron de quince tiros, se dedicaba al "cambio ilegal de divisas, comercio de narcóticos, compraventa ilegal de armas de fuego, delitos violentos cometidos con armas de fuego".

Los hilos que pegotean al llamado Grupo Carey con el narcotráfico no se agotan allí. Otros dos de sus operadores, Carlos Ciochetto y Carlos Aníbal Bacigaluppo, tienen procesamientos confirmados por sus relaciones con otro cuevero, Hugo Oldani, que ya no puede defenderse. Lo asesinaron en la ciudad de Santa Fe, a una cuadra de la sede del Ministerio de Seguridad, cuando integraba una red financiera cuyos hilos llegaban hasta la Corte provincial, algunos de los medios gráficos más importantes de Santa Fe y popes del sindicalismo.

La investigación del “caso Oldani” significó el principio del fin para la gestión de Marcelo Saín como ministro de Seguridad del gobernador Omar Perotti, cuyo teléfono comenzó a recibir las llamadas de personas muy poderosas e influyentes de la provincia. Los vip temieron por su libertad, según reconstruyó La Nación.

¿Por qué? Porque la cueva de Oldani movía dinero negro de poderosos y narcos por igual. Eso explica por qué la hija del asesinado y una abogada del Ministerio de Seguridad fueron a la agencia de turismo en las horas que siguieron al asesinato y se llevaron una mochila, bolsos y una caja azul ante los ojos tolerantes de una fiscal que no las detuvo. ¿Qué se llevaron? ¿Solo dinero? ¿Documentos comprometedores? Esa cueva, afirmó Saín, podía resultar explosiva, no porque les permitiera avanzar a los fiscales contra “los morochitos de la periferia”, sino contra “los delincuentes que se apropian de parte de la rentabilidad que se produce en la periferia o dinero de la corrupción gubernamental que flota en esas mesas de dinero”.

No fue así. Al contrario, Saín terminó desplazado y la investigación no les hizo cosquillas a los poderosos. La Justicia sí sostuvo que Oldani y los operadores del Grupo Carey participaron en la "intermediación financiera no autorizada", concluyó, con “operaciones con cheques […] e interviniendo en transacciones utilizando un mecanismo para ingresar divisas al país o transferirlas al exterior".

La violencia que desangra Rosario tiene otra faceta de apariencia más pulcra. Eso explica cómo los clanes criminales lavan fortunas desde hace años que reintroducen en el circuito blanco a través de una amplísima variedad de activos. El listado, según cotejó LA NACION en expedientes judiciales, incluye: dólares, euros, lingotes de oro, diamantes, fichas de casino, motos y automóviles –de taxis a Ferraris-; camionetas, camiones, lanchas y avionetas; caballos de carrera, lotes, mansiones, pisos, oficinas, edificios, cocheras, chacras, campos y estancias en las provincias de Santa Fe, Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos y Salta; boliches y restaurantes; concesionarias y empresas de transporte; y docenas de sociedades comerciales destinadas a las actividades y operaciones más diversas. Eso, sin olvidar sus inversiones en fideicomisos impulsados por constructoras de apariencia respetable que levantaron algunos de los complejos edilicios más coquetos de la ciudad.

Ni Shanahan, ni los Carey llegaron, sin embargo, al nivel que sí alcanzó otro Yalil “el Turco” Azun. Aquellos fueron acusados de lavar dinero sucio de narcos; este financista y cuevero de ser el jefe, padrino y financista de narcos que trabajaban para él, que se calcula que llegó a mover $2 millones negros por día.

Ataque

En enero de 2020, el ataque contra el casino City Center, en las afueras de Rosario, destapó un entramado de corrupción, poder, dinero y drogas

“Azum financiaba a personas jóvenes, casi chicos, en el territorio para que pudieran manejar sus negocios de los búnkeres”, detalló la fiscal Viviana O’Connell. “Después, cuando ese dinero volvía y comenzaba a producir más dinero, era Azum quien se ocupaba personalmente de las inversiones”.

Su financiera operaba en la calle San Lorenzo 1035, pero su red de contactos se extendió por toda la ciudad con la misma velocidad con que se abultó su billetera. “Lo que se detectó en la investigación, además del crecimiento económico de Azum, fue un crecimiento social que le permitía acercarse a personas que tienen poder o mejores contactos, más allá de que esas personas supieran o no cuál era la actividad de Azum”, afirmó la fiscal.

Algunos sí sabían con quién operaban. Entre ellos, el barrabrava de Newell’s Rubén Ariel “Tubi” Segovia, sospechado de asesinar a tres personas y terminó estrangulado en la cárcel de Coronda. O el narco Cristian “el Negro” González. O Claudio “Morocho” Mansilla, el único prófugo tras la fuga a tiros de ocho presos de la cárcel de Piñero de junio de 2021.

Otros, en cambio, entraron en un cono de sombras. Entre ellos, un juez federal, un diputado nacional por Santiago del Estero, un alto funcionario de la AFIP y un tal Berni, a los que Azum mencionó en llamadas telefónicas que interceptó la Justicia. Por las dudas, su esposa salió a aclarar que su marido no aludía al ministro de Seguridad bonaerense, sino a otra persona.

“A la par de su crecimiento económico -detallaron los fiscales en su acusación- Azum presentó un ascenso social, obteniendo contactos de distintos estamentos del Estado (Poder Judicial, Ejecutivo, personal policial, etcétera), y comenzó a relacionarse con sectores de la política a los fines de poder evadir los inconvenientes que conllevan su actividad ilícita”. No solo eso, Azum también se arrogó que podía “decidir nombres de candidatos a cargos electivos, evidenciando posibles aportes de dinero”.

En las llamadas que interceptó la Justicia, Azum detalló que estaba por mover dinero negro entre México y la Argentina, que un agente de inteligencia le había regalado un inhibidor de teléfonos y que un juez federal se puso a su disposición: “Vos lo que necesites en Rosario, en la Justicia, me avisás”, fue la frase del magistrado, según le contó “el Turco” a su mujer.

“El Turco” se ilusionó con un futuro de grandeza. “De a poquito hay que jugar”, le dijo a su mujer cuando estaba por almorzar en Puerto Madero, antes de adelantarle cuál planteaba que sería su próximo paso: “Tengo que buscar el gobernador y el intendente de allá”.

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