Víctor Sebastián Barreto tenía ocho años y en su barrio, el barrio San Martín, le decían Chicha. El domingo, cerca de las ocho de la noche, Chicha hizo lo que hacen los gurises del Volcadero: corrió hasta un camión volcador que fue a arrojar los residuos recolectados esa tarde, se prendió de un costado y cayó, no se sabe cómo, y murió aplastado.

Chicha murió a la tarde, esa parte del día cuando la basura en el Volcadero Municipal, esa geografía de ocho hectáreas, no tiene dueños, y van todos, como dicen ahí en el barrio San Martín.

Chicha había perdido a su papá. Pero era un pibe alegre. Su sonrisa iluminaba las tardes de los sábados cuando los voluntarios de Suma de Voluntades “bajaban” al Volcadero. “¿Quién era Víctor? Víctor era un nene dulce, siempre con una sonrisa, nunca lo vi enojado. Nos recibía con una sonrisa particular”, cuenta Anabella Albornoz, referente de Suma de Voluntades, un poco desencajada a la vuelta del velatorio que se realizó en la salita del Cementerio Municipal.

“Fue una tragedia para toda la familia y para el chofer. Lamentablemente, los gurises son gurises y no perciben el peligro como tal. Se crían en el peligro”, agrega.

Dice Anabella Albornoz que Chicha no sólo iba los sábados por un plato de comida; dice que “también participada de acompañamiento escolar”.

Según las actuaciones policiales que realizó el domingo la Comisaría Quinta, “el menor iba prendido del costado de un camión municipal posible N° 1039; el menor se resbala y cae siendo pisado por la rueda del rodado el cual siguió viaje hacia calle Ameghino, se desconoce si el chófer vio o no lo sucedido. En comunicación con el fiscal de Delitos Complejos, ordenó diligencias de rigor, Criminalística, médico policial y morguera. Una vez identificado el Camión se proceda al formal secuestro e identificación del chófer”.

Roberto Gómez, presidente de la Vecinal del barrio San Martín, dice que es común ver chicos en el Volcadero alrededor de los camiones volcadores. Y que eso sucede sobre todo a la tarde. “Andan muchos chicos; más a la tarde. A la mañana está todo más controlado porque la basura tiene dueños. A la tarde, no es de nadie la basura. Entonces, va  toda la gente”, detalla.

Evita responsabilizar, aunque reclama más atención de las autoridades. En particular, al Consejo Provincial del Niño, el Adolescente y la Familia (Copnaf), para que atienda más de cerca la situación de los chicos. Asegura que los pibes tienen asistencia alimentaria garantizada todos los días, porque distintas organizaciones colaboran: la vecinal, Suma de Voluntades, un club de abuelas, La Poderosa.

“No es por necesidad de hambre ni por nada que los gurises están ahí. Desde la Vecinal tenemos comedor, merendero, escuela de deportes”, asegura.

“Ese pibe se le fue a la madre y terminó donde nadie quisiera”, asegura. “Te molesta un poco porque la gente habla sin saber”, se queja después. “Era un hijo nuestro. Yo también tengo un gurí chico. Y todos los gurises del barrio se juntan, juegan a la play, a la pelota. Son descuidos que suceden”, agrega.

Pero enseguida advierte de los riesgos de que los camiones compactadores utilicen la calle de acceso al barrio, asfaltada, para ingresar al Volcadero. Que eso se ha reclamado “hace tres meses” a las autoridades municipales, sin respuesta todavía. “Nadie vino después que murió este gurí. Y nosotros estamos reclamando desde hace rato por lo que pasa acá: reclamamos por los caños reventados que dejan los camiones al pasar. Cruzan el barrio, rompen el poco asfalto que nos queda, pero nadie te da ni cinco de pelota. El miedo nuestro es que sigan ocurriendo muertes”, cuenta Gójmez.

Se esperanza el vecinalista que en 2023 podrán lograr que todos en el barrio cuenten con agua corriente: es un proyecto que se votó en el sistema de presupuesto participativo. “Los vecinos necesitan el agua”, plantea.

-¿Vieron a alguna autoridad en el barrio después de la muerte del nene el domingo?

-No vino nadie.

(Entre Ríos Ahora)