Luciana Dalmagro
En una entrevista con ANALISIS, el dirigente radical Jorge Campos reconoció que rechazó sin empacho la propuesta para ser candidato a convencional constituyente porque lo llamaron dos horas antes de cerrar las listas. “Me da una enorme pena, pero no fui ni invitado”, dijo al respecto. En un diálogo franco y abierto repasa su vida, tanto en lo personal como en lo profesional, cuenta cómo fue su inicio en la política y por qué se produjo el distanciamiento con el ex gobernador Sergio Montiel, con quien, asegura, no tiene diálogo “desde el 3 de febrero de 2002, cuando fui a saludarlo y me dio la espalda”.
-¿Cómo comenzó su militancia?
-Acompañando a mi padre a los actos políticos. Mirando desde abajo porque era muy chico. Luego en la secundaria integré el Centro de Estudiantes y también en la facultad. Era reformista, por cierto.
-¿Qué hizo durante la última dictadura?
-Trabajé en El Diario y atendí mi estudio.
-¿Le ofrecieron cargos?
-Sí, varios cargos que sistemáticamente rechacé. Primero juez de Primera Instancia; luego habrán pensado que era poco y me ofrecieron ser camarista del Trabajo; después un cargo en la Fiscalía de Estado y finalmente un suculento contrato en el Instituto del Seguro. Todas las veces dije que no. Y me quitaron mis horas cátedra en la UTN, donde dictaba las materias legales.
-¿Quiénes le hicieron estas propuestas y por qué?
-Querían gente con cierto predicamento en la sociedad, querían insertarse. Venían operadores, gente que después se llenó la boca de democracia pero en ese entonces andaba repartiendo cargos.
-¿Quiénes?
-Están todos muertos, no tiene sentido que los mencione. Venían a verme personas que conocía, incluso familiares.
-¿Y no hubo reacción a sus negativas?
-Alguna vez recibí algún llamado amenazador, pero lo mantuve alejado de mi casa para no trasladar el miedo a mi esposa y mis hijos.
-¿Qué recuerda de sus años en la universidad?
-Tuve la suerte de estudiar durante una de las mejores épocas. Había comedor universitario, alojamiento universitario, turismo universitario, hasta consultorio médico teníamos. Después la dictadura de Juan Carlos Onganía destruyó todo. Hice toda la carrera viajando en lancha. Era un sacrificio y una pérdida de tiempo, pero no quedaba otra. En Paraná no había oferta universitaria.
-¿Cuándo comenzó a ejercer la profesión?
-Apenas recibido, Sergio Montiel me invitó a incorporarme a su estudio.
-¿De dónde lo conocía?
-Del deporte, más allá de algún contacto familiar anterior. Fue presidente de la Asociación Paranaense de Básquet cuando yo era jugador de Recreativo. Luego nos cruzamos en la facultad y en el partido y después yo trabajé en Acción Social en el gobierno de Contín, cuando Montiel era ministro. Fuimos muy amigos.
-¿Qué recuerda de ese estudio?
-Estábamos en calle Laprida, frente al IAPV. Trabajaban también la hermana de Montiel, Judith, que era procuradora, y su sobrino Néstor Golpe. Nos dedicábamos al derecho público, al administrativo y al laboral, fundamentalmente. Fueron años de trabajo muy intenso. Se mantuvo el estudio hasta 1983, cuando Montiel asumió como gobernador y yo como fiscal de Estado.
-¿Participó activamente en la campaña?
-Sí, pero me dediqué también a sostener el estudio jurídico. Hice más bien aportes de tipo intelectual.
-¿Y cómo fueron sus días en la Fiscalía de Estado?
-Difíciles. Había que volver a enseñarle a la gente, y fundamentalmente al funcionariado, los mecanismos institucionales de la democracia, que habían sido destrozados. Hubo que reelaborar todo, era difícil armar equipos. Durante mucho tiempo, desde la Fiscalía hicimos una labor didáctica hacia el funcionariado. Y también hacia los legisladores. Recibí proyectos que decían “el gobernador de la provincia sanciona con fuerza de ley”. No fue fácil. Algunos decían que yo era como un primer ministro. Todos venían a consultarme. Estaba full time en mi despacho.
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