La limpieza que no fue

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Dos años y medio después, los narcos siguen enquistados en la Municipalidad de Paraná

Las bandas y personajes vinculados al narcotráfico y otros delitos que se enquistaron hace años en la Municipalidad, permanecen intocables y algunos han logrado acomodarse en los últimos tiempos. Las promesas de depuración en distintas áreas con la contratación de comisarios retirados, no se han cumplido, más allá de los casos que se conocieron públicamente porque algún empleado de menor rango cayó con drogas en un procedimiento. Entre nombres menos conocidos y los pesos pesados de siempre, parece que la comuna es un territorio con dueños, más allá de las gestiones de gobierno.

 

José Amado

 

Hace dos años y medio, el intendente Adán Bahl llegaba a la Municipalidad de Paraná con la promesa de barrer a los narcos y otros delincuentes que estaban metidos en distintas áreas. Hoy, muchos de los que integraban aquella pesada herencia siguen en ocupando cargos públicos y algunos de ellos, incluso, han logrado mejorar su situación y acercarse a funcionarios, que a veces los necesitan como guardaespaldas. Están vinculados a históricos e intocables narcotraficantes de Paraná y la región. Solo terminan desplazados o cesanteados aquellos que terminan detenidos y expuestos públicamente. Pero ante la escasez de investigaciones judiciales que apunten a esas bandas y sus jefes, ellos siguen con un pie en cada plato: uno en el delito organizado y otro en la Municipalidad, aceitando sus contactos. A esta altura, resulta difícil decir quién manda, quién gobierna y quién tiene el poder de decisión. Como si varios ámbitos de la Municipalidad fueran territorios controlados por estos personajes, mientras las gestiones y gobiernos de turno están de adorno.

 

“Un guiso penalero para tomar fuerzas para pisar la calle pronto”, posteó Cristian Rivero desde la cárcel de Las Flores en Santa Fe, donde se encuentra detenido por el asalto a un narco de la localidad de Esperanza. En la anteúltima edición de ANÁLISIS, se publicó el informe sobre la banda de paranaenses de la que nadie sospechaba y terminó cayendo en la vecina capital provincial por el robo de unos 19 millones de pesos y el transporte de más de dos kilos de cocaína, ocurrido el 21 de marzo pasado. Eran cinco: dos fueron detenidos tras la persecución policial (Andrés Gustavo “Tati” Fernández y Daniel Eduardo Tarsia), otros dos unos días después (Damián Suárez Puigarnau y Maximiliano Casala), y el último fue arrestado a los dos días de la publicación. Toto Rivero se encontraba en su departamento de calle Panamá al 700 cuando recibió la visita de los policías de la Agencia de Investigación Criminal de Santa Fe y de la División Robos y Hurtos de la Policía entrerriana. La semana pasada, el fiscal federal de Santa Fe, Walter Rodríguez, solicitó que se sume a este hombre de 49 años al procesamiento de la banda por transporte de estupefacientes.

 

Rivero entró a la Municipalidad hace poco más de una década. Trabajaba en el área de limpieza, en lo que luego se llamó la Unidad Municipal 2. Tiempo después logró que lo fueran cambiando de lugar hasta arribar a Acción Social en la actual gestión municipal. Pero previamente fue chofer oficial del concejal Nicolás Mathieu, un puesto laboral que no le dan a cualquiera. Según se informó a ANÁLISIS, como hacen muchos políticos, buscan a estos personajes con cierto prontuario para ponerlos de barrera a quienes pretenden ir de apriete ante la autoridad. Así habría llegado Rivero a ese lugar, hasta que ocurrió un hecho llamativo y ocultado: una noche, le incendiaron la camioneta Chevrolet de la Municipalidad que el entonces chofer había dejado estacionada en la puerta de su casa, por entonces en calle 25 de Junio.

 

 

Mientras tanto, el municipal no se tomaba descanso, lo señalaron como posible partícipe de varios hechos delictivos, e incluso tuvo imputaciones formales en la Justicia que quedaron en la nada. Rivero es un hombre de la vieja escuela de “cañeros”, como les dicen en la jerga a los asaltantes a mano armada. Nunca se había metido en el comercio de drogas, aunque el roce con quienes dirigen este negocio es permanente. Mantenía vínculos con dos jefes del mercado de drogas de Paraná, que luego se enemistaron: Leonardo “Cepillo” Garcilazo y Cristian Barretto, uno de los Teros, que fue asesinado en el triple crimen de noviembre de 2020.

En la infortunada causa de 2016 donde se había investigado a una banda que funcionaba en la Municipalidad con todas las sospechas sobre el entonces subsecretario de Medio Ambiente Marcelo Álvarez, Rivero aparecía en forma permanente en las escuchas telefónicas. Y en reiteradas oportunidades quedó plasmado su vínculo estrecho con Garcilazo. Este proveedor narco del barrio Francisco Ramírez le hacía encargos varios. Pero todo quedó en la nada y cada cual siguió en lo suyo. Aunque más íntima era la relación de Rivero con Cristian Barretto: tenían una amistad de muchos años, forjada al calor del fútbol, ya que ambos jugaban en distintos clubes de la ciudad y en los últimos años compartían equipos en las ligas amateur. Y no lo ocultaba, ya que en Facebook sobran fotos de ambos abrazados y pasando buenos momentos. Cuando ocurrió el asesinato del Tero Barretto, los dos jefes narcos ya estaban divididos: por un lado, Garcilazo con su socio Germán Velázquez, y por otro los hermanos Barretto (Cristian y Víctor). ¿De qué lado quedó Rivero? Evidentemente mantenía su amistad con los Teros, pero nunca cortó la relación con Cepillo. Mientras que las personas con las que fue detenido tras el asalto en Santa Fe son aliadas a Garcilazo.

La cuestión es que mientras tanto, Rivero continuaba con sus funciones en la Municipalidad de Paraná, llegó a ser chofer de un concejal y luego pasó a Acción Social, un área donde todo pasa por las manos de uno de los hombres más fuertes e intocables de Bahl, Luciano Ayala. Nadie de su entorno ni de quienes lo eligieron pueden decir que desconocían en qué andaba. Es un hombre mayor y con historia en el hampa.

En Paraná, tanto en la calle como en el ambiente policial, hay una frase que se utiliza para señalar que una persona comete delitos varios, sin a su vez decir qué hace: “anda en todas”. Cuando alguien “anda en todas”, puede ser que se dedique a robar, traficar drogas, extorsionar, estafar o vender armas. Sin embargo, es una forma de evitar jugársela y decir con certeza en qué actividad ilícita precisamente anda esa persona, a la cual la Justicia no le ha probado ningún hecho delictivo. Entonces, cada vez que ANÁLISIS ha preguntado en distintos ámbitos por Luciano Ayala, la respuesta ha sido siempre la misma: “Ayala anda en todas”. No registra ningún antecedente, según algunos policías gracias a que ha contado con aceitados contactos y procedimientos infructuosos en su domicilio. Se ha ganado una fama de “pesado” del hampa paranaense. Es un dirigente del barrio El Morro, con un perfil bajo, aunque una intensa actividad “social” desde que fue elegido como presidente de la comisión vecinal y más aún cuando se convirtió la punta de lanza de Bahl en los barrios. 

Ayala es hoy el subsecretario de Promoción y Desarrollo Social, en la Secretaría de Políticas Sociales, Inclusivas y Comunitarias que está a cargo de la abogada Eliana Ramos, pero hace más de una década que trabaja para el actual intendente de Paraná: ingresó al Ministerio de Desarrollo Social en 2007, en 2011 pasó al Ministerio de Gobierno, con Bahl de ministro. También arribó al Senado en el 2016, donde es planta permanente. En la investigación publicada por ANÁLISIS hace un año, fue nombrado como uno de los “doble sueldo”, por cobrar haberes de la Legislatura y de la Municipalidad en simultáneo. Hoy todas las políticas sociales del municipio pasan por Ayala, quien tiene sobre sus espaldas el armado territorial de Bahl, tanto para la actual gestión como para sus proyecciones políticas.

En parte, así lo demostró el año pasado, cuando volcó el apoyo a dirigente no-municipal Osvaldo Palacios en las elecciones gremiales del SUOYEM. Y este es otro de los nombres históricos e intocables del ambiente municipal, por el cual no pasó la escoba prometida por el intendente, quien designó una veintena de comisarios retirados de la Policía, bajo el mando de Sergio “Tato” Mendoza.

El transporte de drogas en los camiones municipales fue quizás la modalidad más escandalosa de la inserción de los narcos en la administración pública local, ventilada en la causa Narcomunicipio. Pero no era lo único a controlar y terminar. Personajes como “Pacha” Palacios también estaban en la nómina de los pesos pesados que debían, de una vez por todas, quedó guardada en un cajón. Es otro que “anda en todas”, según las voces barriales y policiales, pero la Justicia nunca se animó a investigarlo. Con dominio histórico sobre Anacleto Medina y alrededores, en los últimos tiempos ha crecido su influencia en Puerto Viejo, un barrio donde prolifera la venta, traslado y almacenamiento de drogas a cielo abierto, con el uso de niños y adolescentes en forma cada vez más descarada. El dominio de ese territorio por parte de Palacios es tal, que ha adquirido y construido viviendas en los últimos tiempos, una de las cuales fue señalada como responsable de los desmoronamientos de la barranca y el consecuente derrumbe de casas ubicadas sobre avenida Estrada, a inicios de marzo. Los negocios del hampón no se ciñen al sindicato de empleados municipales, sino que necesita extender su poder pudriendo cada lugar que pisa.

Palacios se relaciona habitualmente con conocidos narcos de Puerto Viejo, como los Motta (ya condenados por narcotráfico). Lo que se comenta (en este ambiente no hay escrituras ni boletos) es que uno de ellos, alias “Cabeza”, le compró la casa quinta que Palacios construyó en Sauce Montrull. Esta mansión fue objeto de denuncia en una investigación de ANÁLISIS en 2019. Luego de esa publicación, el Pacha decidió venderla a precio vil a su amigo. Otro de los Motta, Diego, fue dirigente vecinal y presidente de la comisión de Puerto Viejo. Actualmente trabaja en Alumbrado, donde hay otros personajes vinculados al ambiente del narcotráfico.

Por ejemplo, un tal Chano, mano derecha de Palacios en el histórico barrio de Paraná. Este hombre fue pareja de la mujer detenida el lunes 13 de junio en la ruta provincial 20, en Gualeguaychú, con casi medio kilo de cocaína que le llevaba a su hijo preso por narcotráfico en la Unidad Penal N° 2. Muchos vecinos de Puerto Viejo hoy tienen lástima de la señora porque saben que, más allá de la decisión que tomó, fue “mandada por los narcos del barrio”.

Otro que se desempeña en Alumbrado es Andrés Elsesser, un hombre muy vinculado a los Teros Barretto. El muchacho fue víctima de un violento asalto con tinte de ajuste de cuentas del narcotráfico, el 25 de abril de 2020. Estaba junto a otro hombre, también soldado de los hermanos jefes narcos, en una quinta de Colonia Avellaneda, ubicada sobre el kilómetro 12 de la ruta 18 cuando llegó un grupo armado que los molieron a golpes y les robaron en un auto Renault Fluence en el que huyeron. Inicialmente llamaron al 911 y pidieron auxilio porque estaban muy lastimados, desfigurados. En el allanamiento a esa quinta la Policía encontró un cuarto kilo de cocaína y una pistola calibre 9 milímetros FN Browning. También había un auto Ford Ka con patente apócrifa, con los paneles interiores desguazados: les habían robado unos 12 kilos de cocaína que tenían ocultos. Al Renault Fluence robado, lo encontraron esa madrugada en Paraná, conducido por un adolescente de 17 años, que vive cerca del barrio Francisco Ramírez. Fue uno de los primeros indicios de la ruptura y las mejicaneadas entre la banda de los Teros y la de Cepillo.

 

El municipal que se expande

En la feria de Salta y Nogoyá se desempeña el empleado municipal Sebastián Ariel Benítez, más conocido como Tacuara. Esta debe será el cuarto informe de ANÁLISIS acerca de su actividad como el narco-municipal que más ha crecido en los últimos tiempos. Pero que no se preocupe, porque seguirá sin ser investigado ni detenido, ante la evidente falta de voluntad del sistema judicial. Un hombre con un pasado de asaltante, hoy sus vecinos del barrio Mosconi lo ven “más tranquilo y maduro”. Eso significa que no anda a los tiros por cualquier cosa ni metiendo caños en algún lado. Desde la caída de los jefes narcos de la zona oeste de Paraná, fue el que más y mejor supo acaparar el negocio. Si bien no es el único, es quien dominga la venta de drogas en Mosconi Viejo y alrededores, ha adquirido varias viviendas, se mueve en vehículos que su sueldo de trabajador municipal no podría justificar y sigue incursionando en nuevos negocios, ya que no sabe qué más hacer con el dinero que le deja el comercio de cocaína y marihuana.

En las primeras notas de ANÁLISIS, se mencionaba los vehículos valiosos y algunos kioscos o tiendas de ropa en su barrio que tenía como pantalla. Luego, se publicó sobre el boliche que montó en su casa donde asisten hasta 1.000 personas para ver los shows de cantantes tropicales como Mario Pereyra y Sergio Torres. También ha llevado algunos traperos de mediano renombre e Buenos Aires. Si bien en el último mes las fiestas decayeron, ya que no ha contratado a ningún número convocante, no se retira de este rubro que le deja más consenso social que dinero. Tiene como aliado o socio a un expolicía que hasta hace unos años trabajaba en la comisaría 14°, quien maneja las barras del boliche junto a algunos de sus familiares.

Pero, además, Tacuara pasó en los últimos meses la frontera del barrio e incursionó en negocios que desarrolla en pleno centro de Paraná. Lo ven bastante seguido en departamentos que tiene (los habría comprado) en una esquina del microcentro, a metros de todos los bancos de la capital provincial, que los utiliza como oficina. Ante las averiguaciones de ANÁLISIS sobre su actividad en ese lugar, se comentó que la utiliza como cueva financiera: cambia dólares, realiza préstamos de dinero, y hasta tiene un sistema de plazos fijos para pesos (con una tasa muy baja que no conviene) y también para dólares (con una tasa más elevada que ni los bancos otorgan). Se trata de un rubro en el cual los narcos de Paraná han incursionado ya que sus ganancias son en pesos y la mercadería la deben pagar en dólares.

Ante las consultas sobre por qué continúa en la Municipalidad, se informó que su legajo sigue siendo “intachable”. Más allá de los rumores y las publicaciones, sin causas judiciales no encuentran motivo para desplazarlo. En este caso, más allá de la voluntad de las autoridades municipales, hay una clara falla del sistema judicial que ni siquiera alcanza a preocupar a un hombre del que todos conocen sus actividades hace bastante tiempo. Sólo cuenta con el antecedente de hace un año, cuando la División Homicidios allanó su vivienda en el marco de una causa por balaceras en el barrio Mosconi. Secuestraron por unas horas su vehículo, un 208 nuevo e impecable, pero la acusación no prosperó.

El comercio de drogas deja ganancias fabulosas. Los narcos crecen y perfeccionan sus negocios. Se meten en rubros de la economía informal y pronto se quedarán con rubros del mercado legal. Por ahora, parecen no tener freno. Ni dentro ni fuera de la Municipalidad.

 

El narco municipal con demasiada suerte

Caer preso con 130 kilos de marihuana y salir en libertad tras el juicio, no es algo que pase todos los días. La historia de Lisandro Luna ya fue contada en ANÁLISIS desde su detención en la ciudad de Corrientes el 21 de diciembre de 2020. Tenía como particularidad, no solo que era un empleado de la Municipalidad de Paraná que cayó por narcotráfico, sino que se había borrado de la capital provincial la misma noche en que ocurrió el triple crimen de narcos en calle Las Camelias y Ovidio Lagos.

Poco después de su detención en la vecina provincia, le otorgaron el traslado a la cárcel de Paraná y luego la prisión preventiva domiciliaria. Lo imputaron por el transporte del cargamento de droga que fue descubierto por la Policía correntina luego de un control vehicular. Iba junto a un cómplice, cuando vieron el retén policial y huyeron. Luego de una persecución, los arrestaron en una vivienda con los ladrillos de marihuana.

Llegado el momento previo al juicio, el abogado defensor Claudio Berón cuestionó el procedimiento policial por haberse realizado el allanamiento sin orden judicial. Por esto, la Fiscalía y el imputado Luna terminaron acordando una pena leve de tres años de prisión condicional, por ser el municipal un partícipe secundario en el delito de transporte de estupefacientes.

Por otro lado, quedarán pendientes las dudas que recaen sobre él acerca de por qué se fue la misma noche del triple crimen. Algunos lo consideraban un hombre de confianza de los Teros Barretto y Germán Herlein. Una hipótesis es que fue un entregador; otra, que se fue por temor.

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