La comparación de Cristina Fernández respecto de Argentina con Venezuela levantó polémica pero hay estudios que avalan los dichos de la expresidenta.
Por Mauro Federico - puenteaereodigital.com
Cuadernos de Campaña (apuntes de trinchera en un año electoral)
Con ese tono que enardece a multitudes, la candidata a vicepresidenta del Frente de Todos comparó a la Argentina con Venezuela en materia de seguridad alimentaria. Llovieron las críticas. Sin embargo un relevamiento de la Organización de las Naciones Unidas le da la razón a la ex mandataria. Y además, le agrega un dato lapidario: en el bienio 2016-2018 casi nueve millones más de argentinos se sumaron a la larga lista de los que ya padecen HAMBRE en el “granero del Mundo”. La dramática estadística que debería avergonzar a toda la clase política, propone una pregunta que nadie se anima a responder: ¿Por qué un país que genera alimentos para 400 millones de seres humanos no puede garantizar la alimentación de sus 40 millones de habitantes? Pasen y lean.
Si algo debe agradecerle Mauricio Macri a Nicolás Maduro es que por el pésimo gobierno del venezolano, Argentina no es el país con los peores indicadores del continente. El fondo de la tabla lo ocupa cómodamente la gestión bolivariana del sucesor de Hugo Chávez, con una inflación desopilante y una situación social que no termina de estallar gracias a las redes de contención que alguna vez supo construir el émulo fallido de Fidel Castro. Pero penúltimo en el listado de países peor administrados de Latinoamérica aparece Argentina, gobernada por un presidente que está en las antípodas ideológicas de Maduro, pero que están hermanados en la incapacidad para gobernar con eficiencia países con recursos más que suficientes como para autoabastecerse.
Macri se cansó de amenazar con el destino “chavista” que hubiera tenido Argentina de haber continuado con las políticas del kirchnerismo. Por eso le duele tanto que Cristina de Kirchner compare su gobierno con el del venezolano. Y eso fue justamente lo que la candidata a vicepresidenta del Frente de Todos hizo. “Que la gente no pueda comer en un país que produce comida para 400 millones de personas, es maltrato. No estamos en África en algún páramo del desierto. Si producimos para 400 millones no podemos tener argentinos con problemas de hambre. En 2014, Argentina había logrado la meta de hambre cero y ahora está con problemas alimentarios, como Venezuela. ¿Se acuerdan… que si nosotros seguíamos nos íbamos a parecer a Venezuela? Bueno, sorry, hoy con la comida, estamos igual que Venezuela”, aseguró la ex mandataria durante la presentación de su libro Sinceramente en la provincia de Mendoza.
Como estamos en campaña, cualquier declaración puede ser tomada en esa sintonía y, por ende, denostada o ninguneada por aquellos sectores a los que se alude. Y eso fue lo que ocurrió con los dichos de la Señora. Muchos representantes del oficialismo y las organizaciones de venezolanos exiliados en nuestro país cuestionaron las afirmaciones de Cristina y la parangonaron con Maduro. Amparándose en las formas utilizadas por la ex presidenta, que suelen exasperar a propios y ajenos, los detractores de sus dichos no se detuvieron a analizar el contenido de la afirmación, tarea a la que sí se abocó #PuenteAereo. A continuación, los resultados de esta investigación.
Hambre en el granero del mundo
El 6 de julio de 2017, en el marco de la Asamblea General de las Naciones Unidas, los Estados del mundo firmaron un compromiso para alcanzar en 2030 las metas de los Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS). En dicho documento se incluían dos importantes objetivos tendientes a disminuir una de las inequidades más terribles de la humanidad: EL HAMBRE. “La meta del hambre cero se propone no solo poner fin a este flagelo, sino también asegurar el acceso de todas las personas […] a una alimentación sana, nutritiva y suficiente durante todo el año y erradicar todas las formas de malnutrición”, sostiene el documento.
A partir de esta iniciativa, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (F.A.O.- Food and Agriculture Organization) junto a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF elaboraron un mecanismo de monitoreo de la Seguridad Alimentaria y Nutrición, que en el mes de julio de 2019 presentó su tercer informe. En lo referente a Argentina los datos son más que preocupantes.
El número de personas que padecen inseguridad alimentaria grave, se ha duplicado en Argentina durante el bienio 2016-2018. En ese lapso, la cifra creció de 2,5 millones a 5 millones de seres humanos. Para el doctor Roberto Jabornisky, profesor titular de Pediatría de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional del Nordeste (U.N.N.E) (Matrícula Nacional Nº 83851), “la inseguridad alimentaria grave se registra cuando una persona se ha quedado sin alimentos, haya experimentado hambre y, en las situaciones más extremas, hayan pasado varios días sin comer, lo cual pone su salud y bienestar en grave riesgo”. Este médico que desempeña tareas asistenciales en hospitales de la capital correntina y de Reconquista y que atiende cotidianamente niños con problemas nutricionales severos, asegura que “cada vez son más los chicos que no pueden alcanzar una energía alimentaria suficiente para llevar una vida sana y activa, esto se mide por la prevalencia de la subalimentación que es el indicador tradicional de la FAO para hacer un seguimiento del hambre a nivel mundial y regional”.
Y aquí viene un primer dato comparativo que nos “hermana” con la patria bolivariana: sólo dos países de Sudamérica no han podido descender esta prevalencia entre los periodos 2004-2006 y 2016-2018. Venezuela (10,5% a 21,2%) y Argentina (4,7% a 4,6%).
Pero hay más.
Argentina ha aumentado entre el bienio 2014-2016 con 1,9 millones de personas subalimentadas a 2,1 millones en el bienio 2016-2018. “Entre las causas de aumento de la subalimentación se encuentran los momentos de debilitamiento de la Economía”, sostiene el especialista consultado. “La inseguridad alimentaria de nivel moderado es entendida como incertidumbre en el acceso a alimentos de calidad o en cantidad suficientes pero no tan extrema como para ocasionar una ingesta de energía alimentaria insuficiente (subalimentación)”, explica Jabornisky.
El número de personas con inseguridad alimentaria moderada en Argentina aumentó de 8,3 millones en el bienio 2014-2016 a 14 millones en el bienio 2016-2018. “Esta situación nutricional puede aumentar el riesgo de padecer formas aparentemente divergentes de malnutrición, que incluyen el sobrepeso y la obesidad”, agrega el médico.
Consecuencias lamentables
Todos los especialistas consultados coinciden en afirmar que la inseguridad alimentaria puede afectar de numerosas formas a la salud y el bienestar, con consecuencias potencialmente negativas para el bienestar mental, social y físico. Muchos estudios que utilizan escalas de inseguridad alimentaria basadas en la experiencia han documentado los negativos efectos psicosociales de la inseguridad alimentaria en mujeres y niños.
“Las diversas formas de la malnutrición están interrelacionadas durante todo el ciclo vital y entre generaciones, y la desnutrición fetal y en las primeras etapas de la vida contribuye al retraso del crecimiento físico y a un mayor riesgo de sobrepeso y enfermedades crónicas como la diabetes en las etapas posteriores de la vida”, dice Jabornisky. Y finaliza: “los efectos del hambre y la inseguridad alimentaria serán observados aún en la generación que le sigue a la actual. El hambre y la pobreza generan alteraciones del epigenoma humano y del genoma, provocando alteraciones y subceptibilidades no sólo a quienes la padecen sino a sus descendientes”.
Como puede apreciarse, el problema no lo resuelve un incremento presupuestario destinado a los comedores comunitarios, ni una ampliación de la Asignación Universal por Hijo. Para enmendar el daño provocado al tejido social de la Argentina durante este período será necesaria una fuerte intervención del Estado con políticas activas y la participación de toda la sociedad. Como dijo Martin Luther King: “la injusticia en cualquier parte es una amenaza a la justicia en todas partes”.