¿Cuál es el principal freno del desarrollo nacional? La restricción externa

Por Roberto Schunk (*)

Especial para ANÁLISIS

Una cuestión muy importante: hay que tener claro porqué la ortodoxia, desde el punto de vista teórico, insiste con la idea de que el déficit fiscal es la causa de todos los males, para saber cómo criticarlos si así lo consideramos oportuno  o simplemente para entenderlo. 

La ortodoxia dice que el déficit fiscal es la causante de las crisis para ocultar el hecho de que lo que realmente la causan es el endeudamiento externo. Eso es lo que nosotros podemos hacer como crítica pero la ortodoxia nos puede decir que la deuda se origina en déficit anteriores, que la deuda no es independiente del déficit, que el gobierno se vio obligado a endeudarse para cubrir déficit anteriores, entonces los intereses de la deuda son también un producto de los déficit anteriores, pero en realidad no es así, expliquémoslo rápidamente con un modelo que usa la ortodoxia y que sirve para explicarlo, que es el modelo de tres brechas. 

Sabemos por la Macroeconomía que la ecuación macroeconómica fundamental es la ecuación del Producto:

P = CONSUMO + GASTO PUBLICO + INVERSION + EXPORTACIONES – IMPORTACIONES

AHORRO = INGRESO DISPONIBLE – CONSUMO

PRODUCTO – IMPUESTOS = INGRESO DISPONIBLE 

Por lo tanto: PRODUCTO = IMPUESTOS + INGRESO DISPONIBLE

La economía está en equilibrio cuando esta ecuación está equilibrada. Nos dice que en equilibrio la Oferta Agregada de bienes y servicios debería ser igual a la Demanda Agregada de bienes y servicios. 

Reemplazando al PRODUCTO POR: IMPUESTO + INGRESO DISPONIBLE tenemos:

IMPUESTOS + INGRESO DISPONIBLE = CONSUMO + GASTO PUBLICO + INVERSION + EXPORTACIONES – IMPORTACIONES

Con un pasaje de términos nos queda:

IMPUESTOS + INGRESO DISPONIBLE – CONSUMO – GASTO PUBLICO – INVERSION  = EXPORTACIONES – IMPORTACIONES  (Exportaciones e importaciones de bienes y servicios)

Reagrupando la última ecuación nos queda:

(IMPUESTOS – GASTO PÚBLICO) + (AHORRO – INVERSION)   =   (EXPORTACIONES – IMPORTACIONES)

(IMPUESTOS – GASTO PÚBLICO) + (AHORRO – INVERSION)   = 
            0                    0
  (EXPORTACIONES – IMPORTACIONES)
            0     

Lo anterior es el conocido modelo de las tres brechas que sirve para explicar el pensamiento ortodoxo. 

  • (IMPUESTOS – GASTO PUBLICO) es la brecha fiscal es decir el superávit o déficit del Sector Público, si tiene ahorro público: excedente, si tiene desahorro público: déficit.
  • (AHORRO - INVERSION) es la brecha de inversión, se supone que el ahorro tiene que financiar la inversión, por lo tanto si es negativo quiere decir que el ahorro no es suficiente para financiar la inversión,  y tiene que financiarse con ahorro público o con ahorro externo y 
  • (EXPORTACIONES - IMPORTACIONES) este concepto es el déficit o superávit externo es decir si nos financiamos con el resto del mundo o si financiamos al resto del mundo.

Que dice la ortodoxia: para que haya equilibrio en una economía los tres elementos tienen que estar equilibrados. Si suponemos que el sector privado (AHORRO – INVERSION) está en equilibrio y el sector externo esta en equilibrio. ¿Y por qué ocurre esto? Porque el ahorro y la inversión se equilibran a través de la tasa de interés, es decir, el mercado a través de la oferta y demanda llevan a que el ahorro y la inversión se equilibren por la misma acción de las fuerzas del mercado a través de la tasa de interés que es el precio que media entre el ahorro y la inversión.

Cuando hay un exceso de ahorro sobre la inversión tiene que tender a bajar la tasa de interés para que suba la inversión. La tasa de interés equilibra, a través del mecanismo de mercado el déficit del sector privado. 

Y el sector externo se equilibra a través del tipo de cambio, cuando las importaciones exceden a las exportaciones quiere decir que nosotros tenemos un déficit  y por lo tanto tiene que subir el tipo de cambio para que haya equilibrio. El tipo de cambio equilibra el mercado externo.

Entones, cual el único sector que no depende del mercado para alcanzar un equilibrio, sino que tiene criterios políticos para definir su excedente o su déficit: lo que dicen los ortodoxos es que el único sector que responde a criterios políticos y que no se ajusta por el mercado es el sector público, entonces ahí está el origen del problema, se trata de que los políticos gastan más de lo que recaudan y por lo tanto tienen déficit y ese déficit significa que van a tener que financiarlo ya sea con ahorro privado o con ahorro externo, ya sea con déficit del sector externo o con superávit en términos de ahorro interno. 

Y por eso es que para los ortodoxos hay que resolver el problema del déficit fiscal, ya que el problema del ahorro y la inversión y el problema del sector externo se resuelven  a través de los mecanismos del mercado y entonces: Resolviendo el problema fiscal en lo demás la economía se equilibra automáticamente. 

Entonces: ¿Cómo se llama la brecha entre el ahorro y la inversión?

En la brecha de inversión o brecha de financiamiento de la inversión, se supone que esta tiene que financiarse con ahorro. Cuando vamos a pedir un crédito al Banco para comprar una máquina para nuestra empresa quiere decir que hubo un ahorrista que depositó plata en el Banco, con esa plata recibimos un crédito, se supone que el ahorro debería financiar la inversión. Ahora, cuando hay desequilibrio entre ahorro e inversión la tasa de interés teóricamente tendría que ajustar estas dos variables hasta que se equilibren. 

La única variable que responde a criterios políticos son los gastos públicos y los ingresos públicos, está la responsabilidad del Estado y ahí están los gobiernos populistas. 

¿Cuál es el razonamiento de la ortodoxia?

Ellos dicen que en el fondo es la conducta del sector público y el déficit fiscal lo que genera todos los males porque al incurrir en déficit lo que hace el Estado es apropiarse de ahorros que podría financiar la inversión.

Para ponerlo en términos numéricos: si tenemos una situación equilibrada donde es “0” el déficit público, “0” el déficit de inversión y “0” el déficit externo, supongamos que viene un gobierno populista e incurre en déficit, gasta más de lo que recauda y el déficit es de $ 5.000 millones, los gastos públicos superan a los ingresos públicos. ¿Qué pasa? Vamos al mercado de créditos a absorber ahorro privado pero supongamos que no hay ahorro privado para absorber, entonces: ¿Qué tiene que pasar?

(IMPUESTOS – GASTO PÚBLICO) + (AHORRO – INVERSION=
                       -5                         +                 0              =
(EXPORTACIONES – IMPORTACIONES)
                            -5

Para mantener el equilibrio tiene que haber un exceso de importaciones sobre exportaciones, quiere decir que nos estamos financiando con ahorro externo para que se mantenga la igualdad contable. Entonces lo que dicen los ortodoxos es que si nosotros no ajustamos el déficit fiscal vamos a tener déficit externo, salvo que logremos una tasa de ahorro interna tan alta que podamos cubrir el déficit del sector público pero eso significa que tiene que subir la tasa de interés, y al subir dicha tasa se perjudica la inversión privada. 

Cuál es el error teórico de la ortodoxia: que en realidad el problema viene dado por el sector externo porque nuestros países periféricos tienen lo que se llaman elasticidades del ingreso diferenciales con los países desarrollados, es decir, para que nosotros podamos crecer necesitamos aumentar más que proporcionalmente las importaciones independientemente de lo que pase con el gasto público, en cambio en los países desarrollados cuando crecen no tienen la misma respuesta en las importaciones que los países subdesarrollados, ellos pueden crecer sin necesidad de importar más como sucede en los países atrasados porque su mayor gasto está en los bienes industriales, entonces hay asimetrías en las elasticidades ingreso y eso significa que cada vez que nosotros crecemos aumenta nuestro déficit externo porque necesitamos crecientemente importar bienes y servicios, sobre todo maquinaria, insumos y tecnología y eso es totalmente independiente del déficit fiscal, no tiene nada que ver con el déficit fiscal, es un problema de estructura productiva, y esto significa que cuando la economía por cualquier causa que sea, acelera su tasa de crecimiento rápidamente, si no hay buenos precios internacionales o si no hay financiamiento externo, rápidamente entramos en el problema de la restricción externa, sin llegar a la utilización plena de nuestros factores productivos.

Entonces, los heterodoxos pensamos que la clave del problema está en lo que se llama la dominancia externa. Primero está el déficit externo y después el problema fiscal. El problema fiscal es subordinado al problema externo, en cambio los ortodoxos creen en la dominancia fiscal, primero está  el problema fiscal y después está el problema del sector externo. En nuestros países está empíricamente demostrado y esto lo dice claramente Daniel Heymann, el principal macroeconomista que tenemos en la Argentina, economista de la CEPAL con una visión estructuralista, de que efectivamente el problema de nuestro país es la dominancia externa. 

Cuando tenemos una economía donde por cada punto de crecimiento del Producto las importaciones crecen casi tres puntos porcentuales y las exportaciones lo hacen al -0,4 puntos porcentuales porque en general y para decirlo rápidamente, en nuestro país exportamos lo que comemos, por lo tanto si aumenta el PBI significa que en general tenemos más ingresos por lo tanto consumimos más,  (ver gráfico), el problema está en el Sector Externo por eso que la única manera de resolverlo es a través de - como dicen los estructuralistas- un proceso de diversificación  y sofisticación de la estructura productiva que haga salir de esa trampa  de ser exportadores de commodities y para sofisticar y diversificar la estructura productiva necesariamente tenemos  que tener al Estado de nuestro lado porque el mercado solo no diversifica la estructura productiva, nunca en la historia del mundo hubo un país que haya diversificado su estructura productiva solamente con el libre juego del mercado. El mercado cristaliza la situación competitiva de un momento determinado.

Si nosotros abrimos la frontera y la dejamos al libre juego del mercado siempre vamos a ser exportadores de productos primarios porque nunca vamos a competir con los que ya son avanzados en productos industriales sofisticados. Para que haya sofisticación de la estructura productiva es necesario un acuerdo entre el sector público y privado con políticas de desarrollo productivo- industrial como lo tuvieron todos los países exitosos.   

El problema descripto precedentemente demuestra que la dominancia externa es el problema fundamental de nuestro país, pero aún falta considerar en este marco un tema crucial que es la fenomenal deuda externa y la fuga de capitales.

Una parte cada vez más importante del esfuerzo de los argentinos tiene que asignarse al pago de los servicios de la deuda externa que impiden o abortan cualquier proceso de inversión real con trabajo argentino a lo que hay que agregar la fuga de capitales de nuestra burguesía que desde la dictadura cívico-militar ha adoptado para el crecimiento de su capital un comportamiento absolutamente rentista, es decir con una clara valorización financiera del capital, apostando cada tantos años a generar una gran devaluación –como lo están provocando en estos momentos-, para valorizar los dólares que tienen en el exterior, tanto los declarados como los que disponen en paraísos fiscales, para “comprar” a precios de remate activos argentinos como campos, empresas, etc. 

El perjuicio que nos están generando estos grandes actores económicos es de tal envergadura que nos afianzan como país subdesarrollado especial en América Latina. Y digo especial porque nuestro país es acreedor neto del resto del mundo ya que ha prestado más de lo que debe. Basta con revisar la posición de Inversión Internacional publicada por el Indec, donde se muestra que los activos externos de los argentinos alcanzaron en el tercer trimestre de 2021 los u$s 413.288 millones, mientras que los pasivos suman 290.774 millones de dólares. Es decir, que los activos argentinos en el exterior superaron en un 40% a los pasivos externos, algo que por cierto no suele ocurrir en los países periféricos que no tienen capacidad de acumular activos externos y requieren endeudarse en el exterior y pagar por ellos altos costos.

¿Cómo se explica entonces que un país como la Argentina, con la capacidad para formar activos externos, es decir, acumular moneda fuerte en una proporción tan superior a sus pasivos externos, se encuentre en procesos de crisis de deuda recurrente?

Para responder a esto debe mirarse la composición de los activos y pasivos tanto en lo que se refiere a quién los posee, como así también al tipo de activo y pasivo. 

Mientras la gran masa de activos la posee el sector privado no bancario en “otros activos” es decir, fundamentalmente billetes y monedas, la mayor parte de los pasivos se reparten en deuda pública e inversión del sector privado no financiero, directa y de cartera.

Esta situación puede sintetizarse en dos puntos: por un lado, el Estado está fuertemente endeudado mientras los privados tienen unos excedentes notables de activos externos y, por otro, los activos externos acumulados por los privados constituyen activos de bajísimo rendimiento, incluso rendimientos negativos, mientras que los pasivos son previsiblemente más onerosos. Este planteo de considerar a la Argentina como un país subdesarrollado especial surge de mi lectura de un excelente trabajo llevado adelante por docentes de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNER bajo la conducción de Ignacio Tomás Trucco (Docente de desarrollo económico UNER y UNL e investigador asistente del CONICET en el IHUCSO) que se titula “La paradoja del endeudamiento argentino: un acreedor en permanente crisis”.    

Voy a terminar reiterando un párrafo anterior que considero es el nudo gordiano de nuestro país.  

Una parte cada vez más importante del esfuerzo de los argentinos tiene que asignarse al pago de los servicios de la deuda externa que impiden o abortan cualquier proceso de inversión real con trabajo argentino a lo que hay que agregar la fuga de capitales de nuestra burguesía que desde la dictadura cívico-militar del ’76 ha adoptado para el  crecimiento de su capital un comportamiento absolutamente rentista, es decir con una clara valorización financiera del capital, apostando cada tantos años a generar una gran devaluación –como lo están provocando en estos momentos-, para valorizar los dólares que tienen en el exterior, tanto los declarados como los que disponen en paraísos fiscales, para “comprar” a precios de remate activos argentinos como campos, empresas, etc. logrando la consolidación y profundización del poder económico pero esencialmente político.

Pero, y a pesar de todo, me parece importante a estas alturas, rescatar el pensamiento de un gran filósofo, teórico marxista, político, sociólogo y periodista italiano que dijo algo así: “Con el pesimismo de la razón y el optimismo de la voluntad, quizás todavía pueda hacerse algo.”

Y esto de que "quizas todavía pueda hacerse algo", es lo que nuestro espacio está llevando adelante con mucha humildad a través de la discusión y reflexión de la vía navegable troncal y el Canal Magdalenta, YPF Agro (empresa testigo), Puerto Diamante, Puente Paraná-Santa Fé, Ferrocarriles, relación estratégica con el Estado Plurinacional de Bolivia y otros temas que son de vital importancia para los intereses de todos los entrerrianos y de nuestro país.

(*) Profesor universitario de Economía y exministro de Producción de Entre Ríos

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