El equipo de Gustavo Alfaro sentenció el partido desde bien temprano, con una ráfaga de goles en la que combinó efectividad y sorpresa. Cuando nada hacía presagiar el gol, porque el partido era trabado, mal jugado y sin tiros a los arcos, llegó el primero. Adrián González trepó por la banda derecha y sacó un preciso centro para el cabezazo goleador de Mauro Óbolo, iban 12 minutos de primera parte.
El gol fue un mazazo para Atlético Rafaela, que había hecho de su cancha uno de los bastiones para su ascenso a Primera. Este lunes, al menos, no hubo garantías… cinco minutos más tarde falló groseramente Carniello y aprovechó el mal rechazo el uruguayense Luciano Leguizamón, quien de primera estiró diferencias.
El local apenas si tuvo un atisbo de reacción, pero con poco peso adelante -pobre nivel de Matías Zbrun- sólo inquietó mediante un cabezazo del propio Carniello que atrapó Campestrini.
Pasada la media hora llegó el golpe de nocaut. Aguirre habilitó al entrerriano Leguizamón en un contragolpe, el punta corrió veinte metros sin oposición y tocó contra un palo ante la salida de Sara. El 3-0 era exagerado, sí, pero merecido por la certezas de Arsenal en el ataque y por los errores de La Crema en la defensa.
Para el complemento, Trullet, disgustado con sus jugadores, dispuso dos variantes: Iriarte y Capellino por los bajísimos Niz y Gaitán. Sin embargo, poco cambió en el desarrollo del juego. Arsenal entregó campo y pelota a la espera de una contra, mientras que Rafaela pese a la posesión, estaba lejos de amagar con el descuento.
A falta de 15 minutos, tras un error de Campestrini se achicó la diferencia. El arquero no pudo controlar una pelota fácil en el área chica, dio rebote y luego se vio obligado a derribar a Nicolás Castro. El penal lo cobró el propio Castro, quien hizo el gol del honor con un remate al medio del arco, publica TyC Sports.
Todavía había tiempo para alguna otra reacción del local, pero en la jugada siguiente Maglio expulsó injustamente al colombiano Córdoba, quien había ingresado por el lesionado Carrera. Con diez hombres y una desventaja de dos goles, los rafaelinos tuvieron dos chances más para descontar, pero debieron resignarse a la derrota. Arsenal, con un toque criterioso, se abrazó a la ventaja conseguida en la primera parte y a su primera sonrisa.