Por Oliva Taleb, especial para ANALISIS DIGITAL
No es momento de detenerse a pensar si las buenas noticias gozan de igual tratamiento o corren igual suerte, mala suerte en realidad. Las buenas noticias en medios gráficos, radiales o televisivos, no cuentan con paneles profesionales de psicólogos, abogados, políticos, maestros, que las estudien, las expliquen, las desarrollen. Las buenas noticias se mencionan, se informan escuetamente. “Se casó mengano”, “nació el hijo de…” “un nuevo millonario”, “ganó el Oscar, o el Nobel,…” Una lectura, un comentario, y a la pausa. No están los profesionales que expliquen cómo se produce una buena noticia… Tampoco un periodista inquisidor interesado en saber, lo que siente quien la ha protagonizado. Una buena noticia dura el tiempo que demande su lectura. En cambio,… una mala noticia puede alcanzar largos minutos continuados, sin auspicios de firmas comerciales que la interrumpan, alcanzando repetidas ediciones durante la semana, y programas idénticos, de efecto contagio, en la grilla competitiva de los canales. Pueden alterar el ánimo, y un día cualquiera dejar absolutamente en banda el cómo y cuándo “continuará”. Las malas noticias a veces refieren a responsables, y otras a soberanos desparpajos irresponsables. Las buenas noticias transforman rictus en sonoras carcajadas, necesarias para desplazar la envidia, la desconfianza, el prejuicio de ser malas compañías.
Hay malas noticias que, para superarlas necesitan su propio tiempo. El tiempo que conduce a la reflexión. El tiempo que demanda detenerse, para hurgar en la propia intimidad, el efecto que produce, la búsqueda de alguna huella que lleve al camino que no se alcanzó a recorrer, los desconocidos sentimientos, que despiertan, tan sólo al conocerlas. Poetas de todos los tiempos, han escrito “CARPE DIEM”, el título de un poema que la conmueve. Traductores combinan el mensaje absolutamente esperanzador, de VIVE EL DÍA, con la contradicción de sospechar LA FINITUD DEL MISMO. “Vive el día como si fuera el último”…
Martina cree que Carpe Diem es vivir el día para no postergar los sueños hasta mañana. Porque los sueños de mañana pueden ser otros nuevos. Difícilmente se podría disfrutar vivir el día, el presente plenamente si se pensara que “hoy” puede ser el último… Ella es una de las tantas anónimas que replican intensamente, que MAÑANA puede SER UN GRAN DÍA, porque LO MEJOR AÚN NO SE LO HA VIVIDO. Fiel a ese poeta, con la certeza que sólo son eternos los recuerdos que dejan los seres queridos, ha de leer en voz alta hasta que despierte,… “nada ha de impedir esa fuerza que induce a hacer de la propia vida algo extraordinario”…