Tenía 76 años.
La poeta santafesina, Estela Figueroa, falleció este jueves a la edad de 76 años. Escritora, tallerista, dedicó su vida a la palabra, a su transmisión y divulgación, tendiendo lazos con poetas, escritores, dramaturgos, docentes, de toda la región y el país.
Construyó una vasta obra poética entre las cuales se destacan Máscaras sueltas (1985), El libro rojo de Tito (1988), A capella (1991), Un libro sobre Bioy Casares (2006) o La forastera (2007). También realizó trabajos para cine y teatro y coordinó talleres literarios en el Pabellón de menores de la cárcel de Las Flores, donde editó la revista Sin alas.
Dirigió la revista La Ventana, que publica la Dirección de Cultura de la Universidad Nacional del Litoral. En este ámbito universitario también coordinó el Taller Literario, tarea que se vio plasmada en la edición de tres libros y fichas de poesía, versiones teatrales de aguafuertes de Roberto Arlt y la escritura y emisión de dos radionovelas.
Colaboró en el Diario El Litoral. Sus poemas han sido traducidos a varios idiomas y han aparecido en diversas publicaciones internacionales. El hada que no invitaron: obra poética reunida 1985-2016, publicado por la editorial Bajo la luna en 2016, incluye toda su obra édita y Profesión: sus labores, que permanecía inédito hasta ese entonces.
La enamorada del muro
I
La enamorada del muro
no sabe cómo es el muro.
pero seguro siente su humedad
cuando ha llovido.
Su aridez
en tiempo seco.
La enamorada del muro
depende del muro.
A él se aferra.
Si el muro se cae
ella se desparrama
como una cabellera sin cabeza.
A veces es tímida
y cubre sólo la base
como una mujer arrodillada
que abraza las piernas de una hombre.
Y a veces –qué deseo
y qué orgullo caben en ella–
cubre no sólo el muro
sino toda la casa.
II
Todo amor nace
a partir de una pequeña confusión.
Nadie puede decir con certeza
si es el muro el que sostiene a su enamorada
o es la enamorada
la que sostiene el muro.
Y todo amor crece
a partir de pequeñas carencias:
La enamorada del muro no florece.
Tampoco el muro.
III
Visto desde afuera
la impresión general es de una gran belleza.
¿Pero quién puede alejarse para mirar
cuando está enamorado?
El muro no ve el hermoso conjunto.
Ve pequeños tentáculos
que se clavan en él.
La enamorada ve el muro descarnado.
“El es el hueso que me da forma.
Yo soy la carne que le da vida”.
IV
Vampiro en el jardín
Ningún jardinero
la recomendaría.
La enamorada del muro
tan pródiga con el muro
tiene un rol muy cruel en el jardín.
Está en su naturaleza apropiarse
de toda la humedad del terreno.
De modo que mientras ella se expande
y se demora tiernamente en el abrazo
las otras plantas mueren.
¿Qué puede importarle?
Una mujer enamorada es capaz
de atravesar sin ver una ciudad bombardeada.
Los ojos fijos en los labios de su amor.
No hay culpa
en la pasión.
“No permitiré que nada
ni nadie
te haga daño
amor mío”
V
En sí misma
Sólo una loca pudo
enamorarse de un muro.
Un muro no habla.
No escribe cartas.
No florece.
Cubierto totalmente por las hojas
deja de ser visible.
hasta se puede dudar de su existencia.
“No es eso
hija
lo que te enamora.
No es muro.
Es tu esplendor”.