Colón de Santa Fe logró una agónica victoria en su regreso a la Copa Libertadores

Colón de Santa Fe logró una agónica victoria en su regreso a la Copa Libertadores

El Sabalero contó con el entrerriano Paolo Goltz y festejó en el Brigadier López.

Colón de Santa Fe derrotó este martes Peñarol de Uruguay por la primera fecha del Grupo G de la Copa Libertadores.  En su regreso a la competencia más importante de Sudamérica después de 12 años, el Sabalero se impuso por 2 a 1 en el estadio Brigadier López. 

Luis Miguel Pulga Rodríguez abrió el marcador a los 31 minutos, tras una buena jugada colectiva. Pero en el complemento Pablo Ceppelini lo igualó para la visita. Sobre el final, apareció Facundo Farías para darle el triunfo al Rojinegro

Los hinchas de Colón se fueron al descanso con las manos coloradas, de tanto aplaudir a sus jugadores, cuando el brasilero marcó el pitazo del primer tiempo. Claramente y por nocaut, esos primeros 45 minutos coperos el mejor trago desde que llegó Julio César Falcioni. ¿Qué se le puede recriminar a ése Colón que lo borró a Peñarol?: sólo que no hubiera marcado uno o dos goles más de diferencia. Que claramente los merecía de manera obscena.

Dos tapadas de Dawson y una doble salvada sobre la línea le hicieron precio Mercosur a la etapa inicial. Sin impuestos, era para ganar por dos y hasta reclamar tres. Colón, mucho más cómodo en la Copa Libertadores que en el torneo local, hizo todo bien: fue al frente sin regalarse (una sola contra despilfarró de tres contra uno), se adueñó de la pelota, empezó a juntar pases, lo fue metiendo al Carbonero y empezaron a florecer las situaciones de gol.

Cuando un equipo erra lo que regaló Colón en el minuto 19, muchos pensaron que no sería la noche soñada: pelota con veneno de Bernardi para Beltrán, pase-gol perfecto a Luis Miguel Rodríguez, enganche de potrero de Pulga para que pasen de largo arquero con defensor por el mismo precio. En ese momento, si bien le queda para la zurda, se toma su tiempo el "10" para buscar el perfil de derecha. Ahí nace el título de "errar tres goles juntos en una sola jugada": 1) se lo barren a PR10; 2) se lo sacan con el pecho a Bernardi; 3) la tira Pulga arriba con el arco vacío.

No se desinfló Colón, todo lo contrario: jugó igual e incluso mejor. Hasta que Aliendro quitó como los Dioses, Meza metió una bocha de las que duele, Bernardi fue el mismo de la noche de San Juan al hacer pasar a dos en un ladrillo, remate, tapada a medias de Dawson y el de Simoca que la empuja al gol sin golero.

Antes del gol era más Colón; después del gol, fue más Colón. Lo volvió a tener Pulga de volea (linda combinación Bernardi-Tuten), sacó Dawson un lindo tiro libre de Bernardi y el mismo golero le tapó otro mano a mano a Beltrán. Era un festival del equipo de Falcioni, con un solo defecto: no liquidar la historia. Eso es algo, que casi siempre, se paga carísimo.

Si bien no hay equipo en el mundo que sostenga pressing alto todo un partido sin respiro, el quedo físico del dueño de casa fue más notorio que la mejoría de Peñarol. Ya Aliendro no era buscador/armador, ya Bernardi no rompía en el uno contra uno y Pulga estaba en pausa.

En un fatídico flash, pasó de todo y todo mal: Falcioni lo sacó a Pulga imaginando un partido de contra, pero al ratito llegó el empate del "Carbonero". Para hacer un gol, Colón necesitó generar entre cinco o seis situaciones netas; para llegar al 1 a 1, a Peñarol le alcanzó y sobró con patear una sola vez desde afuera del área para que Burián la busque adentro.

Al primer cambio de manual (Farías por Pulga), Falcioni metió otro de pieza por pieza (Wanchope por Beltrán) sin modificar dibujo táctico. Sin una virtud reflotó Colón fue no pensar en lo que había errado y lo injusto que era ese increíble 1-1. Con todo lo que había generado uno y con lo casi nada que había hecho el otro.

Como si ese embrujo copero de la inolvidable Sudamericana anterior le hubiera dejado un legado a este inicio de la Copa Libertadores. Sacó Lértora un lateral con los pies, ganó Paolo entre todos los duros uruguayos y a Facundo Farías se le abrió el arco en el momento más necesario de los últimos meses.

El fútbol, que no siempre se da la mano con la Justicia, esta vez acomodó todo. El sueño copero arrancó de la mejor manera: Colón ganando y enterrando un grande, como Peñarol de Montevideo. A la misma hora, los dos paraguayos empatando el clásico: 0-0 para Olimpia-Cerro Porteño.

Volvieron las noches mágicas de copas, los finales electrizantes, los gritos sin final. Ahora, dejando en claro a todo el continente porqué a su estadio lo llaman el Cementerio de los Elefantes, donde cayó el Santos de Pelé, la selección argentina y el Peñarol Bi-Campeón de Roque Máspoli con el gol del Mencho Balbuena, Colón reflotó la historia. Su propia historia. La leyenda, sin dudas, está viva: esta vez no lo enterró a Peñarol en un amistoso. Lo enterró en un partido oficial por la Copa Libertadores, publica El Litoral.

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