Fútbol: los humanos vs. las maquinas

Haland

Se han juntado firmas en Inglaterra para que Haaland no juegue más en la Premier League porque dicen que es un robot.

* Por Diego H. Fernández

(Especial para ANÁLISIS)

La noticia no deja de ser desopilante o no, según de qué lado del cristal se mire. Pero podemos decir que ni Isaac Asimov se ha atrevido a tanto. Se han juntado firmas en Inglaterra para que Haaland no juegue más en la Premier League porque dicen que es un robot. Lo primero que se me viene a la mente, debe ser por mi edad, es al profesor Demetrius con su control remoto manejando a su creación “el androide” en el recordado Titanes en el ring, aunque diría que el delantero del Manchester City estaría más cerca de  Ivan Drago, en Rocky IV, que del personaje de Martin Karadagian.

Si bien comencé con este delirio de unos trasnochados el fin conceptual de la columna es más profundo, porque si bien Haaland no es un robot el fútbol actual está mucho más cerca de la tecnología que de la espontaneidad e intuición, además ese tecnologismo nos ha llevado a creer o les ha hecho creer, yo no quiero ser parte de esto, que efectivamente el fútbol no está ejecutado por humanos sino por máquinas y en esto claro está el negocio tiene mucho que ver.

Cuando hablo de negocio no solo tiene que ver con calendarios extenuantes que llevan a los jugadores a sumar incontables cantidad de viajes y minutos, de partidos que se juegan pase lo que pase por esto de que el show ya está montado y debe continuar, casas de apuestas y contratos de pagar para ver televisivos mediantes.

Y en este calendario apretado, pre Mundial, los jugadores empiezan a lesionarse a lo que muy sueltos de cuerpo aquellos que se encuentran sentados plácidamente objetan: “Pero como se van a lesionar con la preparación y prevención que tienen en la actualidad” son los mismos que no se ponen a reflexionar que los autos de carrera preparados por expertos y con los mejores elementos para construirlos también explotan a mitad de competencia y ojo que no hablo de que se le gastan las cubiertas que sería lo que más se emparentaría con el desgaste físico humano.

Claro, pero siempre es más fácil caerle a la fragilidad humana que a la máquina, esa que hoy se cree que domina al mundo y también al fútbol. La proliferación de las consolas de video juegos y su magnetismo les ha hecho creer también a muchos que los jugadores son de realidad virtual como los que se manejan con el joystick desde el sillón de la casa, que no sienten, que no se cansan y que son descartables total elijo el menú o lo cambio por otro. El otro día veía como el cuerpo técnico de la selección española probaba unos receptores, tipo walkie-talkie, donde Luis Enrique daba las órdenes y desde el chaleco mismo de los GPS los jugadores recibían las mismas. El chaleco cada vez se hace más pesado parece.

Y con esto no quiero decir que la tecnología no ha llegado para sumar cosas interesantes, pero me parece que ya se les está yendo un poco la mano. Pero vuelvo al punto anterior, no es la tecnología la que vino a generar caos sino el aficionado o el entrenador que cree que todo es tecnología. Me acuerdo estar en un gimnasio en Villa Crespo hace varios años cuando todavía era un jugador en actividad y se encontraban al lado mío un hombre mayor y un joven de unos 20 años realizando ejercicios en una máquina, este joven alardeaba y le decía al hombre mayor mirá cuantos kilos estoy levantando a lo que el experimentado atleta con cara de haber vivido y mucho, replicaba si excelente, pero ahora vas a levantar lo mismo, pero sin la ayuda de la maquina solo con una barra y discos. El final obviamente ya se darán cuenta cual fue, el joven no solo no pudo llegar al mismo peso sino que tampoco pudo levantar ni la mitad del anterior. Si bien esta es una comparación que no cumple con la metáfora ideal puedo decir que hasta una maquina análoga engaña a nuestro criterio.

Siempre cuando hablo sobre este tema recuerdo la película de Clint Eastwood “Trouble whit the curve” donde hacía de un cazatalentos de beisbol ya mayor y con una incipiente ceguera, pero que con su experiencia y sus otros sentidos seguía siendo el mejor en lo que hacía. Estaremos entrando nosotros en una ceguera aun pudiendo ver o esta tecnología reinante nos estará desarrollando el síndrome de Antón donde los ojos ven, pero el cerebro no, o sea ciegos que no se dan cuenta que están ciegos, en este caso porque todo lo tecnológico ve por ellos.

Ansiedad, inmediatez y tecnologismo forman un coctel explosivo sumado a la patología del control que tenemos los humanos.  Y aunque el fútbol demuestra partido a partido que es una lucha de imprevistos y que no se puede controlar se sigue abrazando toda novedad tecnológica para saber que va a pasar. Ya lo decía muy bien Julián Marías: “Cuando uno sabe qué va a pasar no puede  pasar nada, puesto que ya paso” por eso el hombre lúdico va en busca de lo que realmente no sabe qué va a pasar de lo que nadie puede anticipar ni siquiera la ciencia, pero como son cuestiones digamos metafísicas es más fácil desacreditarlas y pensar que la tecnocracia nos ayuda a desenmascararlas. “El juego vale la pena en la medida que no sabemos cuál será el final”, decía Foucault.

Y vaya si tiene razón, ¿quien quisiera jugar o pagar una entrada para ver algo o jugar a algo que ya sabe cómo termina? Pero precisamente esta tecnología que invade buscando achicar la incertidumbre termina haciendo sufrir y angustiar más al que busca desesperadamente a través de ella la seguridad. Buscar seguridad para sentirme más inseguro como consecuencia por sobre todas las cosas del miedo a perder que es el centro  de esta teatralización dantesca. Porque acá la tecnología no vino a ver cómo podemos jugar mejor sino como podemos hacer para que a través de más datos tengamos menos posibilidades de perder. O alguno puede creer que Messi, Ronaldo o anteriormente Maradona, Pelé o Di Stéfano con tecnología o sin tecnología mediante, datos o no datos mediantes no serían o hubieran sido lo mismo.

La cosa que en este juego del gato y el ratón ya todos tienen tecnología y datos, todos están igualados en eso, pero no en lo más importante que unos tienen mejores jugadores que otros y contra eso créanme todavía no se inventó nada o por lo menos eso pienso, salvo que creamos que el Barcelona de Guardiola, el Milán de Sachi o el Brasil del Mundial '70 estaba conformado por todos robots.

En el mundo de la música el avance tecnológico no hizo mejores músicos por el contrario hizo notorios a muchos que hace décadas atrás no hubieran pasado por la puerta de una compañía discográfica, auto tune mediante. Por eso Clapton es Clapton tocando la guitarra, Gilmour es Gilmour, Slash es Slash y Charly García es Charly García con su oído absoluto con y sin avance tecnológico. En este fútbol al que le cuelgan los cables, los buenos siguen siendo buenos y los más o menos siguen siendo más o menos no importa que le pongan en el chaleco. En cualquier momento y esto si puede ser grave se va a tener que jugar en todas canchas techadas por miedo que ante la lluvia algún jugador quede electrocutado, pero todo sea en favor del dato.

Más allá de esta exageración de mi parte y aclarando que uso junto a mi cuerpo técnico la tecnología como parte complementaria para nuestro trabajo, esta tiene la importancia que debe tener sin dejar de lado lo verdaderamente importante, la intuición humana, la conciencia de la humanización que da vida al juego, le preguntaron a Carlo Ancelotti como se llevaba con la tecnología y como gestionaba los datos a lo que respondió: “Tenemos muchos datos, físicos y técnicos. Si mis ojos ven que un futbolista está cansado y los datos dicen lo mismo, no juega. Si mis ojos ven que el futbolista está bien y los datos dicen que está cansado, juega”.

Y en esta corriente también se encuentran varios entrenadores, pero casi todos mayores, los que tienen al igual que Clint Eastwood en su papel de cazatalentos más sabiduría o tal vez porque el virus tecnológico no llego a contagiarlos de inseguridad inoculándoles la intuición. Quiero terminar sumando a un abanderado en esto de lo humano y lo artificial de lo tecnológico ya que en sus muchos ensayos volvía repetidamente sobre este tema, tal vez por haber sido un hombre de ciencia captado por las letras y en él convivían las dos cabezas, la del racionalismo científico y la del espíritu artístico, el maestro Sábato nos deja de su libro Apologías y rechazos el siguiente texto:

“…pues el hombre que se pretende rescatar en esta deshumanización que en nuestro tiempo ha provocado la ciencia generalizadora, es el hombre concreto, el de carne y hueso que no vive en un universo matemático sino en un rincón del mundo  con sus atributos, su cielo, sus vientos, sus canciones, sus costumbres, el rincón en el que ha nacido. Amado y sufrido, en que se han amasado sus ilusiones y destinos”.

* Ex arquero profesional. Actual director técnico.

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