Enrique Nosiglia siempre fue considerado uno de los principales operadores políticos del poder en la Argentina, en los últimos veinte años. El libro El Coti, que aparecerá la semana próxima en todo el país y a cuyos fragmentos tuvo acceso ANALISIS, revela desconocidas relaciones de Nosiglia con el ex gobernador Sergio Montiel o con César Jaroslavsky, entre otros hombres de la política argentina. En el trabajo de investigación, de los periodistas Darío Gallo y Gonzalo Alvarez Guerrero, se cuenta de sus negocios, de su patrimonio millonario nunca reconocido ante la AFIP y de sus frustrados emprendimientos económicos.
Los Nosiglia no son originarios de ese pueblito dormido al costado de Paraná llamado a toda pompa Puerto Rico, por la “riqueza de la profundidad” que tiene el río en ese punto. El abuelo del Coti, Raúl Salustiano, fue el primero de la familia en llegar a Misiones desde la vecina Corrientes, pero se instaló en las cercanías de Apóstoles. Y fue el primero de los Nosiglia que tuvo la “s” en el apellido. Hasta entonces eran los Noziglia. Raúl Salustiano llegó al nuevo destino junto a su hermano Plácido, quien murió joven afectado de tuberculosis. De allí que al padre del Coti le llamaran Plácido Enrique, como su tío fallecido. Los Nosiglia acostumbran a repetir los nombres entre sus descendientes. Por eso el Coti se llama Enrique como su padre, y Carlos como uno de sus tíos paternos.
Don Raúl Salustiano Nosiglia era maestro rural. Quienes lo conocieron cuentan que parecía un “canciller inglés”. Alto, elegante y de una diplomacia un tanto excesiva, aún para aquella época. Jamás llegaba de visita sin un ramo de flores o una caja de chocolates para la dueña de casa. Primero ejerció la docencia en el Paraje Las Tunas , una colonia con supremacía de polacos, cerca de Apóstoles. Allí era el director y su mujer, Magdalena Labán, maestra. Tuvieron seis hijos. Tres mujeres y tres varones. Una murió joven, Magdalena, quemada por el agua hirviente que bullía sobre la cocina a leña. Las otras dos, Berta y Porota, fueron maestras como sus padres. Con sus primeros sueldos, las mujeres ayudaron a que sus hermanos varones completaran sus estudios. Mario, Plácido y Carlos Nosiglia estudiaron en la Universidad Nacional de la Plata. Los dos primeros fueron médicos y el menor ingeniero.
Fue en el Paraje Las Tunas donde el padre del Coti cursó la escuela primaria. Y fue donde sus compañeros lo apodaron Capitán. Plácido Nosiglia tenía un extraño liderazgo sobre sus pares. Hablaba poco, parecía un “niño viejo”, pero siempre era el centro de la gurisada local. Esa condición natural de mando, que heredó el Coti, le valió el sobrenombre. Hasta en su familia, hoy mismo, siguen llamándolo así: Capitán.
Raúl Nosiglia, el abuelo del Coti, luego fue director en la escuela Nº 21 de Apóstoles y uno de los animadores políticos del lugar. Pero no era el único. Compartía el dominio "territorial" del pueblo con el socialista español Federico Puerta, dueño de la panadería “La Pasionaria”. Los Nosiglia y los Puerta vivían en la misma cuadra. Puerta también tuvo entre su descendencia a un político que traspasó los límites provinciales: su nieto Ramón Federico llegó a ser gobernador de Misiones y fue fugaz presidente interino de la Nación durante la crisis de diciembre del 2001. Los nietos de aquellos pioneros, el Coti y Ramón, mantienen la amistad pese a que uno sea radical y el otro peronista. Y se han hecho más de un favor en los últimos 20 años de democracia.
La hegemonía en Apóstoles de Federico Puerta aumentó a partir de 1931. Ese año, su vecino Raúl Nosiglia perdió influencia tras apoyar el levantamiento del coronel Gregorio Pomar, en una sublevación que derramó sangre y desató una persecución de radicales. Entre ellos, también estaba un muchacho de dieciocho años, Mario Losada, padre del que fuera presidente provisional del Senado durante el gobierno de Fernando de la Rúa. Tras el fracaso insurreccional, Losada se refugió en Belo Horizonte; el abuelo del Coti también anduvo exiliado por Brasil y Paraguay.
Las heridas del levantamiento aún repercuten en la política del litoral y las alianzas generadas a su alrededor llegan hasta estos días. Para entender a Nosiglia y comprender al radicalismo conviene revisar la historia. El coronel Gregorio Pomar había sido edecán del presidente Hipólito Yrigoyen hasta el golpe militar del 6 de septiembre de 1930. Don Raúl Nosiglia había votado y admiraba a Yrigoyen. Tras el primer quiebre institucional de la historia argentina, el coronel Pomar fue trasladado por distintas unidades militares. Pero un día creyó que había llegado el tiempo de la venganza. Y tras él se encolumnó un grupo de radicales, entre los que estaba Raúl Nosiglia.
El 20 de julio de 1931, Pomar se presentó ante el coronel Lino Montiel, jefe del Regimiento 9 de Infantería de Corrientes. En el Cuarto de la Bandera, y acompañado de dos oficiales, Pomar le informó a Montiel que el regimiento estaba sublevado. Como respuesta recibió un puñetazo en el hombro que lo hizo trastabillar y se abrió la mano con una vitrina que se rompió cuando intentó apoyarse. Lino Montiel aprovechó el traspié del rebelde para sacar el arma reglamentaria, pero Pomar fue más rápido y lo mató de un solo tiro en la cabeza. Pese a ello, el movimiento fue derrotado y Pomar tuvo que partir al exilio.
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