Jorge Riani
Convenció a un tribunal de que tiene una prueba importante para incorporar a la causa y así logró postergar el juicio en su contra por defraudación a la administración pública que debía comenzar el 1° de junio. Llegó a estar procesado a partir de que el Tribunal de Cuentas halló irregularidades en la rendición de dos partidas de Aportes del Tesoro Nacional por casi un millón de pesos, que una entidad que responde a su liderazgo, llamada Aciser, afirma haber utilizado para comprar ecógrafos y mamógrafos para hospitales públicos. Es el licenciado Oscar Mori, un ex funcionario bustista que hoy ve el Gobierno desde afuera. La prueba que su defensa va a aportar en la causa, no es otra que la denuncia que le formuló al ex gobernador Mario Moine y varios de sus funcionarios por “contrabando agravado” de esos mismos equipos médicos, en la que el ex gobernador fue sobreseído. Con la noticia fresca de la postergación del juicio, Mori dialogó con ANALISIS. Se definió como el pato de la boda de una práctica habitual de la política; dijo que el Tribunal de Cuentas “tiene los privilegios de la Justicia pero no trabaja como la Justicia”, y presagió días durísimos por venir para la actual gestión provincial. En cada respuesta, cuestionó al kirchnerismo y no dudó en señalar que Menem hizo una revolución.
–Alguna vez usted dijo que ahora le toca estar dando respuesta por la cuestión de los Aportes del Tesoro Nacional (ATN) y que ésas “son las normas de juego de la política”. Podríamos entender que afirmó como que alguien juega de determinada manera y mañana esas determinadas maneras, a la luz de la opinión pública, están mal vistas. La pregunta entonces es si usted cree que es normal o habitual ese manejo que uno avizora se hicieron de los ATN.
–A ver, es normal en épocas de crisis de una sociedad. Nosotros llevamos inmersos siete u ocho años desde el final de la época de (Carlos) Menem, donde hubo una revolución en este país. Le pueden gustar o no, los signos, las formas, la distribución de los ingresos, pero fue claramente una revolución, incluso en cuanto a los signos estructurales, en la mayor independencia, en la rotura de las corporaciones que produjo una falta de defensa de la industria y del nivel del salario. Pero además de todo eso, produjo una violenta pelea que termina judicializando la política, digamos que tratando de equiparar el discurso político con acciones de destrucción. Las armas que sirven para destruir no sirven para construir, entonces cuando usted me dice que viene atacando, usted produce una violencia sobre una corporación vieja, de cierto compinchaje y de estructura conservadora. Y yo no veo que a ningún juez le resulte simpático poner su jubilación y su carrera en manos de 20 tipos que se denuncian unos a otros, y usan sus despachos para dilucidar asuntos relacionados con traiciones de la política, resentimientos del cargo, financiamiento de campaña. Bueno, en todo siempre algunos quedan como pato de la boda, como cortina protectora o pagando el pato de algunas acciones de poder en algún momento dado. Entonces, hay cosas que yo vivo de una forma y quienes hacen política las viven de otra. Pueden perdonar a quien denuncia a su señora y a ellos mismos, y hasta pueden hacer con los denunciadores una alianza política. Esto es un juego partidocrático, pero es un tema que creo que hoy va adquiriendo más fuerza. Porque más allá de que esta crisis no sólo arrastró a esto en la política, hay cosas de contexto, como que en 2001 hubo un golpe de Estado contra (Fernando) De la Rúa, y golpe contra el ingreso, la propiedad, con una devaluación salvaje. Y, en última instancia, con una legitimación de un sistema político que permite gobernar con minoría, entonces una persona de mi edad tiene que replantearse lo que decía de (Arturo) Illia, que gobernó con el 21 por ciento de los votos. Hay que buscar la legitimidad con sistemas poco claros, con intolerancia o usando los dineros públicos. Entonces dicen que al Presidente le va bárbaro porque tiene un 60 o 70 por ciento de adhesión. Pero el Presidente es fruto de un golpe de Estado, es fruto de un sistema de fraude político electoral en la Argentina, que ha permitido al peronismo abarcar al conjunto de la sociedad para solucionar su interna. En otras épocas esto se hubiera visto como un problema ideológico. Entonces lo que usted llama política hoy puede hacer que a la mañana esté con (Néstor) Kirchner, a la tarde con Menem, pasado con (Ricardo) López Murphy, pelearse con el obispo (Antonio) Baseotto, ir a comulgar a la Iglesia con el otro y a la tarde hacerse adventista.
–Usted habla de “los que hacen política” ¿Qué vínculo tiene con la política si no es político?
–Yo no estoy vinculado a la política desde un punto de vista partidocrático. He pertenecido al movimiento peronista de las organizaciones juveniles, he participado, pero cada uno tiene una formación política distinta. Jamás he participado de cargos políticos porque no son parte de mi vida. Sí me puede motivar algo, entre comillas, sí me divierte o me interesa que tenga que ver con el poder y con las estructuras de transformación de la sociedad. Lo demás, ser diputado, senador, concejal o presidente del partido no es algo que me parezca poco, sino que es algo que no me interesa, y tampoco la forma de hacer política. Por otro lado, si uno mira como una foto al pasado y le preguntan a usted, hace dos años, quién puede ser gobernador de la provincia en medio de semejante desastre institucional y económico, usted tiene que decir (Jorge) Busti, porque es un buen administrador. Ahora bien, un año o dos después, donde el ajuste nominal de la economía está hecho, y entra todo en términos reales de crecimiento, de ordenamiento, es previsible pensar que Busti va a tener problemas graves desde el punto de vista del manejo de la administración, porque tiene problemas graves de organización en la administración. Y con esa forma de hacer política, que no sé cómo va a encajar en el futuro, esto es previsible.
–Antes de seguir hablando de la gestión provincial, quiero preguntarle sobre la forma de financiamiento de la política. ¿No cree que hay una esquizofrenia general donde, salvo excepciones, quienes están en el poder siguen haciendo política como juran que no la hacen y como la sociedad dice no admitir? ¿El que tiene el poder tiene la caja, y el que no, reclama transparencia?
–Y sí, porque en definitiva se da lo que yo llamo la revolución del tetra brik al Ruttini, que es el Senado de la provincia. ¡Si usted quiere más escándalo que esto! Cuando subió el vicegobernador tenía un presupuesto de 9 millones de pesos, hoy tiene 24 millones. ¿Tiene más empleados? No, los empleados hacen huelga, tiran petardos, cortan las sesiones porque no tienen aumento de sueldo. Y yo me pregunto cómo hace alguien para gastar 14 millones de pesos más. Si saca la cuenta debe ser 75.000 pesos por día hábil, entonces usted no necesita respuesta a esto. Si le dice: “Publique el 100 por ciento de los gastos”, siempre va a encontrar una excusa para no publicarlo. Y digo el Senado porque allí usted podía apostar a que esto no sucediera. La Cámara de Diputados, por una situación especial, lo viene arrastrando hace 10 años, y si piensa, esa Cámara en la última década tiene que haber gastado 250 millones de pesos… El aumento del Senado de este año es como si usted le hubiera subido 350 pesos a cada enfermero de la provincia. Entonces, si quiere hacer política y quiere enfrentar a un senador con semejante caja, usted empieza mal, sin hablar de otras posibilidades económicas electorales. Es un tema muy difícil, no hay país del mundo al que le sea fácil resolver esto, y cada tanto los sistemas explotan. En algún momento va a explotar por acumulación de lo mismo. La masa de empleados sigue creciendo en los concejos deliberantes porque están los empleados de los primeros concejales desde que arrancó la democracia hace 20 años a hoy, que siguen metiendo a sus hijos. Como resultado termina en una locura la cantidad de empleados, y es el sistema que funciona así. En medio de todo eso, la gente no participa. La denuncia permanente y el estado de sospecha permanente ponen un manto de duda e incluso los actos más transparentes del gobierno no resultan tan transparentes.
–¿En esto último enmarca la causa ATN-Aciser?
–La causa Aciser se transforma en mediática a partir de algunas personas de medios que participan de la política, y a partir de la interna peronista. El caso Aciser nace y se potencia en la interna peronista, concretamente cuando a (Héctor) Maya se le ocurre decir que si gana las elecciones le iba a dar el Tribunal de Cuentas a la oposición, como hicieron con el organismo nacional.
–¿Y qué efecto tuvo?
–El efecto que tuvo fue que los muchachos se volvieron locos. Calcule usted, si tiene una beca, cobra 12.000 pesos por mes, tiene los mismos beneficios que la Justicia pero no trabaja como la Justicia, tiene ciento y pico de empleados y goza de un privilegio fundamental, y de eso pasa a quedarse sin trabajo… Terminó de desatar una interna feroz. Además, en un organismo que básicamente es corrupto y no puede aguantar dos dedos de investigación sobre lo que hizo ni sobre su funcionamiento.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
