Pablo Rochi

Es el tipo más odiado del TNA. Donde va, es blanco directo de insultos. Cuerpo robusto, pelo largo teñido y con trencitas, tatuajes y un estilo de vida diferente hacen de Ernesto Currat un personaje sin igual. En Paraná la hinchada de Echagüe también tuvo una rivalidad directa con él. Sin embargo, hoy es jugador del club. Y así como lo insultaron, Currat tiene un desafío para esta temporada: cambiar esas agresiones verbales por aplausos. Ganó premios en el programa de Susana Giménez, trabajó de extra en televisión y hasta se desnudó en la cancha para gozar a un rival. “Tengo pinta de loco pero no como vidrio”, deslizó.

-En una transmisión televisiva propusieron que si hay que escribir un libro de personajes en el básquet, vos tendrías que salir en tapa. ¿sabías?
-Puede ser. Yo sinceramente me considero un personaje, no sé si para tanto como para estar en la tapa de un libro, pero lo soy. Es decir, cuando yo deje de jugar al básquet la gente se va a acordar de mí, algo grabado va a quedar, no sé qué, pero algo va a quedar. No es como otros jugadores que se van y nadie se acuerda.

-¿A este personaje te lo propusiste o ésta es tu forma de ser?
-Ésta es mi forma de ser. Sucede que yo mismo me fui dando cuenta que a medida que fueron pasando los años me fui transformando en un personaje dentro del básquetbol. También el estar dentro de la Liga Nacional te hace más cartel. Igualmente te digo que ésta es mi forma de ser. Yo soy un tipo muy cambiante aunque naturalmente trato de respetar ciertos límites. Dentro del personaje que soy, tengo pinta de loco, pero no como vidrio. Ser loco no es ser boludo. Son dos cosas totalmente distintas. Mientras haya respeto, yo también soy respetuoso. Si en algún lugar no me respetan, yo tampoco lo voy a hacer.

-¿En tu casa sos así, desenfrenado, activo, desinhibido, como te mostrás?
-Sí, tal cual. Siempre soy así, no es que solamente dentro de la cancha me vas a ver haciendo alguna morisqueta. A mí me cargan porque piensan que yo soy así cuando juego al básquet, que en mi casa mi señora me tiene cagando….y nada que ver, soy así siempre. A mi señora la vuelvo loca, a mi vieja ni hablar. Todo el tiempo soy molesto.

-Donde vas, las hinchadas te apuntan como el blanco directo de todas las críticas. ¿En qué ciudad te insultaron más?
-En Tucumán, en Ciclista de Junín y también acá en Echagüe.

-¿La gente de Echagüe está al frente en el ranking?
-Sí, ni hablar. Acá en Paraná siempre me putearon. Y mal, muy mal. Y mirá ahora dónde estoy… En Olavarría también. Tampoco me quiero olvidar la cancha de Pehuene, de Bariloche, cuando yo estaba jugando en Pilar. Fue terrible, se armó un combate impresionante.

-¿Por culpa tuya?
-Y sí… estábamos jugando y atrás del banco de suplentes había un bar en el cual había un par de borrachos que me puteaban. Me canse, atravesé el banco y a uno le metí una trompada. Y ahí se armó la guerra y se pudrió todo mal.

-¿Fue hace mucho?
-Yo era pendejo, fue justo en una época que me consideraba un arma, una bala. A mí me decían algo y ya disparaba fuego, era terrible. Ahora no soy como en aquella época, estoy más tranquilo, mucho más tranquilo. Ahora intento divertirme y disfrutar. Antes era un loco de la guerra y el que me decía algo que no me gustaba, no tenía problemas de arrancarle la cabeza.

-¿Y en aquella época cómo descargabas las broncas de una derrota o de un partido mal jugado?
-Rompía todo. Si perdíamos el partido y había problemas, yo entraba al vestuario y rompía todo. Era loco, muy loco. Hoy, si hay que pelear, peleo, pero estoy mucho más tranquilo.

-En la escala de insultos, ¿hay algunas que te sacan de las casillas?
-No, ahora ninguna. Al contrario, me divierten mucho y me agrandan. He escuchado cada cosa... No sé por qué, pero me gusta y me hace sentir cómodo que me insulten. Por ahí estoy jugando y gritan algo que me causa gracias y me empiezo a reír.

-¿Y cuál es la que más sorpresa te causó?
-Hace un par de años había un programa que se llamaba Zap y lo conducía Polino. Era ese programa que iban los enanos, los travestis y armaban despelote, discutían. En ese programa estaba Guido Süller. Entonces, donde iba me gritaban “Guido Süller”. Una cosa de locos.

-¿Y con Echagüe y la gente de Paraná cómo fue la historia?
-En realidad, digamos que yo donde voy no soy el más querido, sino todo lo contrario. Me pasa en todas las canchas. Soy el blanco directo de todas las críticas… Ah, en la cancha que más me odian es en Argentino de Junín, son mis archienemigos. Llego a Junín, piso la vereda y ya me putean. El odio es mutuo. Es más, una temporada me llamaron para jugar en Argentino y le dije que no porque ya había jugado en Ciclista. Yo no me puedo pasar al otro bando. Hay jugadores que no tienen problemas, un año están acá, al otro pasan a jugar al rival, yo no puedo. En San Nicolás me pasó lo mismo. Estuve un año en Regatas y a la otra temporada me llamaron de Belgrano, oferta que tuve que desechar. No me parece correcto.

-¿Por ética también?
-Claro. Encima, en Regatas nos fuimos al descenso. El último partido cuando descendimos fue justamente el clásico ante Belgrano. Nosotros estuvimos hasta las 4 de la mañana en el club porque no podíamos salir, había 600 personas que nos querían matar, la Policía no venía, era todo un tema. Yo los entiendo porque un descenso es muy jodido. A los hinchas no le podés explicar nada, ellos sienten y sufren. Es lógico que te quieran putear cuando vos mandaste al equipo de ellos al descenso. No es joda. Y al otro año me llaman de Belgrano. Imposible ir porque yo le debía todo el respeto a la gente de Regatas.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)