Américo Schvartzman
(desde Concepción del Uruguay, especial)
La seguidilla de hechos trágicos no registra antecedentes cercanos. ¿Cómo se retoma la vida diaria? ¿Cómo afecta a una sociedad relativamente pequeña -como lo es Concepción del Uruguay- esa sucesión de grandes tristezas en menos de dos semanas? Algunas preguntas para compartir y un par de miradas para reflexionar.
En realidad, fueron 12 días los que conmovieron a la ciudad. Fatalidades, en todo caso, ya que la mayoría de los hechos no tienen conexión entre sí, aunque varios sí la tienen con demandas sentidas y legítimas de la sociedad: por ejemplo, la inseguridad, tanto urbana como del tránsito en ruta.
Enumerar lo que pasó en estos días -vidas juveniles que se apagaron, heridos por bala, suicidios, accidentes de tránsito- conduce a un sentimiento de turbación difícil de definir.
Pero la pregunta que disparó este informe entronca con la dimensión que queda ausente en la cobertura periodística. Cada una de esas víctimas -fatales o no-, tiene amigos, compañeros de trabajo o de estudio, vecinos, parientes, con los que en estos días se encontrarán de nuevo, en la cotidianeidad.
¿Qué debe hacer cada uno de ellos? ¿Cómo se retoma la vida diaria? ¿Cómo afecta a una sociedad relativamente pequeña -como lo es Concepción del Uruguay- esa sucesión de tristes hechos en menos de dos semanas? ¿Qué papel juegan (y deben jugar) los medios?
Además de refrescar en la cronología lo sucedido, este informe, y en especial las columnas solicitadas a Luis Perinotto y Eduardo Ojeda, apuntan a compartir esas preguntas y, quizás, aportar algunas reflexiones que ayuden a las respuestas.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)