-Neuquén. A medida que corren las noticias, los comportamientos dejan al descubierto los rasgos finos de la escena. Jorge Sobisch no es un improvisado. Muy joven sorprendió gratamente al genocida Jorge Videla cuando el dictador pretendía reclutar a lo que dominaba “las crías del proceso”. El actual gobernador supo generar una alternativa al interior del Movimiento Popular Neuquino, el partido provincial fundado por los hermanos Felipe y Elías Sapag. Vale señalar que los Sapag manejaron esa herramienta con tanta astucia que hasta las dictaduras, Juan Carlos Onganía primero y Videla después, los respetaron en el manejo de su territorio. Pues bien, Sobisch supo quebrar esa dinastía para establecer la suya. Por eso, ante un político tan avezado, cuando se valora lo sucedido no sirve la improvisación. El plan delineado pasaba por el rápido y efectivo desalojo del puñado de docentes que cortaban una ruta estratégica tanto para el turismo como para la producción. De hecho, ahora se sabe que los maestros nunca llegaron a cortar la ruta. Desde el primer momento la Policía de Neuquén tuvo control sobre la arteria. Pero el objetivo de Sobisch era más ambicioso.
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-Poblete. Sobisch caminaba sobre el terreno afirmado con más del 60 por ciento de adhesión electoral según el último registro. Un índice exactamente igual al porcentaje de rechazo que en la sociedad neuquina había generado el largo conflicto docente. Preocupación que se había hecho sentir en la última asamblea, donde con sólo dos votos de diferencia se había impuesto la línea de rechazar la propuesta del gobierno provincial y profundizar el plan de lucha en la dirección del corte de ruta. Todo iba según sus deseos hasta que apareció el cabo Poblete, que no es cualquier sujeto. Poblete es un caracterizado agente que a despecho de su grado de cabo tiene autonomía como para moverse dentro del espacio por donde se despliega la represión policial. Los policías que viajaban en el móvil del cual se bajó Poblete para ajusticiar al profesor Fuentealba declararon que no formaba parte de ese equipo.
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-Poderes. De todas maneras, es importante resaltar la capacidad de control y de dominio que dota el manejo del Estado en estas circunstancias que se viven en el país. Todo hace pensar que en el caso de la provincia de Neuquén, la reacción popular sensibilizada por la muerte del profesor Fuentealba abre un proceso político que amenaza con romper el control que durante una década supo ostentar el gobernador Sobisch. Pero de todas maneras vale reflexionar de qué manera los sucesivos y holgados triunfos electorales envanecen a un gobernante como el neuquino para imaginar su catapulta a la Presidencia de la República sobre la base de demostrar un punto alto de eficacia represiva.
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-Reelecciones y derrotas. Da la impresión de que bajo la eficacia del gobierno nacional en destrabar las amarras del crecimiento económico dentro en un clima social sin conflictos de relevancia, la sociedad revaloriza la gestión pública y pone su atención en cómo se conduce el presente proceso con un marcado temperamento conservatista. El Presidente, los gobernadores e intendentes se transforman en el foco de atención de la comunidad. Desde esa escala se parte para hacer valoraciones y, de última, tomar las decisiones que se vuelcan en los procesos electorales. En los recientes comicios de la provincia, con la excepción de Eduardo Gorila Jourdán, los intendentes justicialistas que iban por la reelección se impusieron con abultados porcentajes. La mayoría estuvo por arriba del 50 por ciento, lo que vuelve casi escandalosa la derrota de Jourdán en San José, departamento Colón.
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-El dominio de Busti. De por sí el resultado electoral del 18 de marzo era contundente, pero se fue empequeñeciendo frente al desmoronamiento del montaje hecho por la oposición. En el caso de la Concertación Entrerriana, las derivaciones institucionales producto del resultado electoral deterioraron gravemente su estructura. La pérdida del emblemático municipio de Gualeguaychú grafica en forma suficiente que sobre el territorio de la Concertación pasó un tornado devastador donde por ahora no se visualiza qué es lo que ha quedado en pie. Pero sin lugar a dudas los sucesos en el bloque legislativo del Frente para la Victoria y la Justicia Social se vuelven patéticos. A la apertura del diputado Rubén Adami, del departamento Colón, le siguió el alejamiento del propio candidato a vicegobernador, Enrique Cresto, y también se suma Carlos Monzón. Sólo el diputado Daniel Besco queda en pie de lo que fue la armadura solanista; no obstante, en los últimos días ya habría tenido contactos telefónicos con un encumbrado hombre del poder bustista. Es indudable que el dominio del justicialismo que encabeza Jorge Busti es de mucho peso y se asienta precisamente en la onda de revalorización de la gestión pública que se hace presente en estas circunstancias de la vida política nacional.
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-Visiones. Estas líneas que se despliegan en el pensamiento general de la sociedad abren contrastes con interpretaciones que se hacen en ambientes denominados progresistas y en forma más radical, en agrupamientos denominados de izquierda. En las multitudinarias marchas de rechazo a la represión y el repudio al asesinato del profesor Carlos Fuentealba, no son pocos los que creyeron ver el fermento de apuestas poco menos que insurreccionales o una muestra de repudio cívico al gobierno nacional que encabeza Kirchner. Los núcleos duros del sindicalismo docente neuquino no vacilaron en hacer responsables tanto al ministro Daniel Filmus como a Hugo Yasky, secretario general de CTERA, de la represión ejecutada por el gobernador Sobisch. Algunos grupos pertenecientes a esta franja política pusieron sus esfuerzos en revivir la consigna “que se vayan todos”, emblema de las movilizaciones del 2001. Lo primero que surge frente a este activismo es preguntar en base a qué razonamiento estos agrupamientos se ponen por fuera de la consigna que pide que se vayan todos. Por otra parte, quién pone los límites y hasta dónde abarca el arco político, social, ideológico y cultural de los que se tienen que ir. Pero bueno, quedan planteados estos interrogantes que se irán decantando según como evolucione el proceso social y político. En estos momentos de lo que se trata es de explorar en estas tendencias que se oponen radicalmente entre sí.
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-Masividad y riqueza. En el afán de encontrar preguntas que integren las contradicciones más fuertes que conmueven este presente, se puede apreciar que existen franjas que demandan cambios más drásticos en la sociedad que se formalizan en un planteo por una distribución de la riqueza favorable a los trabajadores y los sectores humildes. En estos momentos, tomando algunos indicadores los sectores dominantes y por lo tanto más concentrados reciben ingresos 32 veces más grandes que los sectores de menos recursos. Si se toma que en el 2001 la diferencia era de 42 puntos, se puede apreciar que ha existido una recomposición en favor los sectores más débiles, apreciable pero a la vez absolutamente insuficiente como para que la herida que provoca la desigualdad que persiste deje de tener un sentido lacerante. Dentro de esa sensibilidad es importante dar cuenta de que la alternativa para volcar el presente que se vive en un plano de mayor justicia social exige un cuadro de movilización y de organicidad popular bastante diferente al que se nos representa en la actualidad. Los gobiernos por muy intencionados que fueren no pueden escapar a los marcos de consenso que la sociedad va generando. Por mucho que incomode a determinados agrupamientos gremiales o políticos, Mauricio Macri marcha primero cómodo en las encuestas para el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y el ingeniero Blumberg puede armar mucho ruido si concreta su postulación para la Gobernación de la provincia.
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