Daniel Tirso Fiorotto
(especial para ANALISIS)
Meterse en el horno del despojo de la Argentina, con mirada entrerriana y sin guardarse opiniones sobre las responsabilidades de militares y civiles, presidentes, gobernadores, empresas periodísticas, fue el propósito del periodista de Gilbert Sergio Cristani, radicado en Paraná. Y cumplió con creces: la obra es pan caliente, está para escucharla dos veces, lápiz en mano, y probablemente haga cosquillas a radicales y peronistas; ni hablar de la dictadura.
Don Argentino y su compañera, Esperanza, toman unos mates en su humilde hogar ferroviario de Basavilbaso, cuando irrumpe la voz del periodista en la radio… “la deuda externa argentina alcanza los 145.000 millones de dólares. Los intereses que deberán pagarse durante los próximos seis años promedian los 12.500 millones anuales de moneda estadounidense…”.
Las reacciones no se hacen esperar. “Me parece que en esto de la deuda nos quieren vender gato por liebre”, empieza Argentino, un jubilado de 75 años. “¡¿145.000 millones de dólares, dijiste?! Mirá que pagamos y pagamos y no se achica”, le retruca Esperanza.
Todo ocurre en la capital de los rieles, un pueblo con nostalgia de trenes y despojos, donde el matrimonio comenta las noticias del día y hace números y saca conclusiones tan espontáneas como incisivas que por ahí llevan a la reflexión y por ahí editorializan sin medias tintas.
Las obras de Cristani son dos. Hay un estudio de más de 300 páginas que elaboró para la graduación en la Facultad de Ciencias de la Educación -UNER-, en el que analiza al detalle el comportamiento del diario Clarín en torno de la deuda en un lapso breve y significativo.
Y aparte, un compacto con 12 micros teatralizados para radio que suman casi tres horas de audio. Allí el guión del periodista aborda el complejo proceso de endeudamiento externo de la Argentina desde una perspectiva de barrio, con diálogos accesibles, y el propósito salta a la vista: desatar debates en los colegios secundarios y en las facultades.
Difícil esquivarle
En los dos casos el autor optó por la palabra comprometida, con opinión, desde el título. Prefirió el riesgo de pecar por fogonero antes que por bombero. Entonces llamó al compacto La deuda es con el pueblo, y tituló su ensayo Deuda que me hiciste mal, y sin embargo te quiero… pagar, y en ambos casos sobresale la dedicatoria (que se caía de madura) a Alejandro Olmos, el abogado que impulsó la investigación judicial de la deuda ilegítima y, además, fue el padre de la curiosidad del propio Sergio Cristani respecto de la deuda y el que lo motivó para convertirse en militante a través de instituciones como el Foro de la Deuda.
“Me sentí atraído al ver a este hombrecito, chiquito y grande a la vez, hablar con tanta convicción y frente a tan poca gente; lo escuché una vez en Rosario, en pleno menemismo. En la facultad hablaban del asunto Luis Lafferriere, Roberto Schunk; me di cuenta de que este tema es como una lápida, es causa y consecuencia de nuestros males, y en algunas altas casas de estudio no se trata. Ha habido políticas de consignas pero no una política informativa, y creo que tenemos que llegar al pueblo por vías no tradicionales. En Ciencias Económicas el tema no se discute, hasta hace un tiempo por lo menos no estaba allí el libro de Alejandro Olmos; más allá de la buena intención de algún profesor, la deuda no está en las currículas. En la Universidad Nacional del Litoral hace unos años (no sé ahora) los estudiantes no sabían que existía el juicio de la deuda externa, no estudiaban cómo se falsearon los balances del Banco Central”, se lamenta Cristani.
En una ciudad, en una provincia, donde en términos generales no se habla de la deuda externa, no se indaga en los orígenes ni se calibran sus efectos, ambos aportes de este estudioso están llamado a mover el avispero. Habrá quien los lea y escuche con gracia, otro con avidez; surgirán opiniones en contra o a favor de los razonamientos, de los datos incluso, pero será difícil esquivarle.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)