“Si siente cansancio, dolor de cabeza y congestión nasal, usted necesita Chaugrip. Chaugrip es analgésico. Es antifebril. Es descongestivo. Y tiene –agrega el experto levantando las cejas- cafeína! Pregúntele a su farmacéutico por Chaugrip”.
Y el farmacéutico debería decirle a usted: ¿usted le consultó a su médico, tiene la receta donde le indica que tome Chaugrip? Además de que la Ley 25.649 (de Genéricos) establece taxativamente la obligación de expresar en toda receta el nombre genérico o Denominación Común Internacional del medicamento.
Los medicamentos se clasifican de acuerdo a los riesgos que tienen en la salud. Los hay de venta libre, de venta bajo receta y de venta bajo receta archivada u oficial. Los primeros son los fármacos destinados al alivio o a la prevención de afecciones menores como el paracetamol, los antiinflamatorios sin esteroides que incluyen ingredientes activos como la aspirina y el ibuprofeno, los fungicidas o pediculosidas.
Los de venta “bajo receta archivada” son los psicofármacos y psicotrópicos (tranquilizantes, antidepresivos). En estos casos la receta se guarda en el libro de recetarios. Sin embargo, los fármacos de venta “bajo receta” son los que se entregan libremente. Si usted dice tener una infección respiratoria, hipertensión o diarrea es muy probable que de la farmacia salga con un medicamento bajo el brazo, cuando debería exigírsele la prescripción médica. Según el empleado de una farmacia paranaense, los que más se expenden son los antibióticos, los analgésicos, los antiinflamatorios y los antigripales. En estos casos el profesional a cargo (que siempre debe ser un farmacéutico) después de ver la receta tiene que devolvérsela a la persona. El problema aparece cuando no hay un marco legal para controlar la situación que va más allá de una clasificación.
En diálogo con ANALISIS, Beatriz Sartori, ex jefa del servicio de Farmacia Hospitalaria en el Hospital San Martín y ex auditora en el IOSPER y en el Consejo de Ciencias Económicas, expresó que “debería haber mecanismos legales para que al médico le quede la exclusividad de la prescripción y que la gente no pueda comprar medicamentos así nomás. Porque, por ejemplo, los que se toman para la caída del pelo tienen muchas reacciones adversas y como a la persona se le sigue cayendo lo toma una y otra vez usando la misma receta o sin llevar una directamente”, dijo la farmacéutica.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)