Álvaro Moreyra
Una semana antes había gente esperando la apertura de las puertas del CVE para conseguir un lugar privilegiado. Sin dudas, una clara muestra de lo que genera el Turismo Carretera, no solamente en Paraná sino en todo el país. La categoría más popular del automovilismo argentino volvió al trazado paranaense y fue una verdadera fiesta, en el circuito y en las tribunas, con todo el calor y color que genera el TC.
La lluvia del sábado amagó con jugar una mala pasada, sin embargo el sol rompió con todas las nubes al otro día para que las miles y miles de almas que llegaron al autódromo vivieran una fiesta.
La final dejó una polémica que dará mucho que hablar y obliga a preguntarse hasta dónde va la pasión de los pilotos de la categoría. Girolami fue el primero que vio la bandera a cuadros, pero fue Giallombardo el que le dio una gran mano al levantar el pie del acelerador a pocos metros de la línea final. El primero con Torino, el segundo con Ford, ambos pertenecen al mismo equipo y desde allí llegó la orden para la maniobra, discutida por cierto.
Por otra parte, el papel de los entrerrianos no fue el esperado. El viernes había arrancado mal para los pilotos de estas tierras. La primera sesión clasificatoria fue un claro indicio de que el fin de semana iba a traer más de un dolor de cabeza.
El viernes el paranaense Mariano Werner (Ford) se ubicó en el puesto 35, mientras que el talense Omar Martínez (Ford) finalizó cuatro lugares más atrás. Los ojos estaban puestos en los pilotos del equipo del Gurí, ya que ambos tenían chances de ingresar en la nómina de los 12 clasificados para luchar por la Copa de Oro.
Ese día el mejor de los representantes provinciales fue el concordiense Martín Ponte (Torino), mientras que el uruguayense Próspero Bonelli (Ford) terminó lejos.
Sin dudas que se trató de un día para olvidar fácilmente, encima ni siquiera correr en un escenario muy conocido por los cuatro pilotos los había favorecido para pelear en los puestos de vanguardia.
El sábado amaneció feo. La amenaza de lluvia se conocía desde hacía varios días; sin embargo los más optimistas rogaban al cielo que el agua no cayera y los locales pudieran mejorar lo hecho en la primera jornada. La lluvia hizo su irrupción y todo quedó igual. Los dos entrerrianos con posibilidades de entrar al playoff, Martínez y Werner, iban a tener que remarla desde muy atrás en las series. El Gurí tenía un poco más de aire, Marianito necesitaba un milagro.
El domingo iba a determinar que Omar Martínez lograría su cometido, es decir meterse entre los 12 mejores. Mariano Werner se quedó en las puertas de la clasificación, Pope Bonelli tuvo que guardarse en boxes promediando la final y Martín Ponte abandonó en una de las baterías.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)