Claudia Martinez
(Especial para ANÁLISIS)
Al principio, los más conservadores veían a este novel abogado de pelo largo transitar los pasillos de los Tribunales de Paraná con cierta curiosidad, pero el tiempo los habituó a encontrarlo en los debates. Boris Cohen es conocido por su prolífica carrera como fotógrafo periodístico, pero el tiempo pasó. Y como la vida tiene esas idas y vueltas, la profesión de su madre se cruzó en el medio de su carrera. Y acá está. De traje, pelo corto, abrazando parvas de expedientes y estudiando cada caso con pelos y señales.
Ya no es el ruidoso batero de los `90 pero sí de vez en cuando despunta el vicio de la música con su banda, que como no puede ser de otra manera se llama “Los caranchos”, haciendo honor al apodo con que en algunos lugares se denomina a los abogados.
Boris, gustoso, se sentó un rato a charlar mientras dejó de lado unos expedientes de un reconocido caso que lo tendrá como abogado defensor. Y contó de todo.
“Mi padre murió cuando tenía 16 años. Por eso mi madre trabajó durante mucho tiempo y nos mantuvo a mí y mis hermanos. Después me tocó hacer el servicio militar, fui sorteado y en el ´89 entré a Prensa de Casa de Gobierno”, cuenta mientras se distiende un segundo.
“Sabía algo de fotografía cuando, recordemos, las coberturas periodística de esa época eran el blanco negro. En ese entonces había que saber revelar, en esa época era en blanco y negro, y las fotos se hacían al tamaño que se tenían que ver en la prensa escrita”, recuerda.
Boris era de esos fotógrafos cuyas imágenes constituían un testimonio importante de la crónica. Eso no lo podía hacer cualquiera.
“Sabía fotomecánica-recuerda- y en el `91 fui a estudiar a Santa Fe a la Universidad Nacional del Litoral, abogacía, obvio”, dice.
—¿Por iniciativa propia o empujado por alguien?
—No, por iniciativa propia. Mi vieja en esa época era abogada y me entusiasmé. Era una opción para el futuro. Para no ser empleado toda la vida, para hacerme una carrera. Esa era la época que se recortó la educación, la época de Menem. Y en la UNL algunos profes dejaron de dar clases. Y con esos problemas, dejé y me dediqué a la fotografía. Entonces entréen el “Semanario ANÁLISIS” y luego en el Diario “Uno”, hasta el `95 cuando fui despedido. Me fui a Buenos Aires y ahí se conformó, en la Casa de Entre Ríos, un departamento de prensa donde realizaba coberturas. Eso se distribuía a través de un sistema vía modem telefónico. Ahíen Buenos Aires gané una beca gracias a Alfredo Wilimburgh, fotógrafo de Editorial Atlántida, y pude estudiar iluminación. En ese estudio se hacían todas las producciones de cosméticos, las fotos del año y las hacía este hombre que era de Paraná. Después de eso, llegando al `98, hubo una crisis económica que redujo sueldos y gastos y lo que estaba haciendo dejó de tener tanta importancia. Me volví. Pero volví con una relación de trabajo con Noticias Argentinas para hacer coberturas de fútbol de AFA con Unión y Colón. Ingrese a ARGRA gracias a Noticias Argentinas. Estando en Santa Fe hubo un diario llamado “La Provincia”que necesitaba que se armara el área de fotografía y a fines de 2003 trabajé en el diario Uno. En el 2004 retomé la carrera desde cero, en la UCA y ahí estudié cinco años y nueve meses para recibirme.
(Más información en la edición gráfica número 1031 de ANALISIS del 22 de octubre de 2015)