Por Ayelen Waigandt
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Manuel Elsesser denunció ante el Juzgado de Trabajo N°1 a cargo de Gladys Pinto que ingresó a trabajar para la firma Econde SRL, de modo clandestino, como obrero de la construcción, el 7 de enero de ese mismo año, haciéndolo ininterrumpidamente hasta el 7 de julio de 2015, fecha de extinción del contrato de trabajo.En todo ese tiempo realizó todo tipo de tareas de albañileríabajo la categoría de medio oficial, con jornadas de trabajo de lunes a viernes de 7 a 15.30 horas, pudiendo extenderse el horario.
Aunque la relación laboral se desarrolló en absoluta clandestinidad, estuvo registrado como empleado en blanco bajo la categoría incorrecta de ayudante entre el 8 de julio de 2014 y el 2 de septiembre de 2014, no obstante lo cual nunca se le entregaron recibos de haberes. En ese periodo sufrió un accidente de trabajo mientras se desempeñaba en una obra de calle Blas Parera.
El incidente se produjo al momento de preparar lo que se conoce como “fino a la cal”, para lo que el joven trabajador se encontraba utilizando una máquina hormigonera que no estaba en óptimas condiciones porque le faltaba una de las paletas internas y constantemente tiraba mezcla hacia afuera. Producto de ello, una salpicadura de cal ingresó de lleno a su ojo izquierdo provocándole en el momento un terrible ardor y un daño instantáneo e irreversible: se le produjo un leucoma corneal en su ojo izquierdo, por caustificación con cal, lo que le hizo perder casi en su totalidad la agudeza visual.
Elsesser intentó acudir a la ART, pero de allí arguyeron que era la empresa quien debía presentar la denuncia del accidente laboral. Sin embargo, poco tiempo después de lo sucedido, y por motivos que desconoce,la empresa dio de baja la relación de trabajo y simuló una supuesta extinción de la relación laboral, que no fue real dado que siguió prestando tareas normales y habituales.
En contraposición, desde la empresa indicaron ante la Justicia que Elsesser “fue empleado de Econde SRL, desde el 8 de julio de 2014 hasta el 2 de septiembre de 2014, tal como figura registrado y tal como se asienta en las constancias de inscripción de su alta y baja como trabajador ante AFIP, y no desde la fecha que dice el trabajador”.
Afirmaron que “durante ese corto periododesarrolló tareas en relación de dependencia de EcondeSRL, en la obra constructiva de calle Blas Parera y su rendimiento dejó mucho que desear, de allí los escasos casi dos meses que laboró para la compañía” y negaron que el accidente de trabajo denunciado haya acontecido. Muy por el contrario, sostuvieron ante la Justicia que “de haber sucedido, el empleado nada dijo al respecto sino nueve meses y medio después de extinguido el contrato de trabajo con la recepción del primer telegrama”.
Para acreditar sus dichos, Raiteri aportó “prueba documental (recibos, libros, planilla de personal) que establecen una determinada fecha de ingreso” por lo cual el empleado se vio en la obligación de “aportar una prueba suficientemente sólida y contundente que destruyese la fuerte convicción que emana de las constancias referidas”. Es decir, debía probar que la empresa mentía en cuanto al tiempo en que lo mantuvo como empleado.
Elsesser presentó entonces declaraciones de sus compañeros de trabajo, pero la jueza Pinto consideró que los testimonios estaban “teñidos de imprecisiones (fecha de ingreso), contradicciones (referidas a los días y horarios de trabajo) o falta de sinceridad en las declaraciones, así como circunstancias personales de algunos testigos (uno de ellos tiene otro juicio laboral pendiente con Econde SRL), que les restan eficacia y credibilidad a sus dichos”.
“A la luz de la sana crítica, resultan poco convincentes estos testigos, si a ello le sumo el hecho que el testigo Suárez dijo en las generales de ley tener un juicio contra la demandada, no puedo soslayar la duda que se implanta sobre la sinceridad de su declaración y concluir que posee fuerza convictiva para revelar insinceridad de los datos consignados en la documentación laboral”, afirmó la magistrada en la sentencia que dictó el 28 de noviembre de 2017.
Injusticia en primera persona
“Hace cuatro años que venía a las vueltas en la Justicia y ahora salió la sentencia negativa para mí porque la jueza no valoró a mis testigos porque no se sabían expresar. Mis testigos son tipos humildes, no son escritores ni abogados, y no saben hablar con propiedad, pero en cambio sí valoró a los testigos de la empresa”, dijo Elsesser en diálogo con ANÁLISIS.
“Quiero hacer pública esta situación porque es una vergüenza toda la corrupción y es lamentable la injusticia que hay en Tribunales. Parece que como soy pobre y no tengo a nadie conocido, mi voz no vale”, sostuvo Elsesser al ser consultado respecto de su malestar para con la decisión de la Justicia.
En contraste, denunció: “Obviamente los empresarios tienen llegada en Tribunales o pusieron plata, y así era obvio que la Justicia no me respaldara. La sentencia es un chiste, parece que la escribió el empresario dueño de la empresa”. “Algún contacto tienen los empresarios porque si iban a ir a las obras inspecciones de la UOCRA o del Ministerio de Trabajo para hacer controles, ellos lo sabían de antemano y nos teníamos que esconder porque estábamos en negro”, apuntó.
También se quejó del accionar de los dirigentes locales de la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (UOCRA) y cuestionó que “también se lavaron las manos y nunca me dieron un respaldo”. A modo de ejemplo, mencionó: “Nos llevaban a los actos políticos de (el ex gobernador Sergio) Urribarri pero después no me dieron bolilla, me mandaron a hacer juicio, y yo no quería hacer juicio sino que quería una cosa justa. En la UOCRA también había un acomodo de la empresa”.
No obstante, el joven albañil advirtió que “con el Ministerio de Trabajo era distinto porque cuando había una inspección, desde la empresa nos hacían esconder en un campo lindante a la obra, como si fuéramos animales. Y si nos descubrían los inspectores teníamos que decir que era el primer día de trabajo”.
Para demostrar las condiciones de precariedad en la que trabajaban, contó que “había trabajadores paraguayos, todos carpinteros, que vivían en la misma obra, en un quincho que se estaba levantando. No sabíamos cómo aparecían esos empleados, pero así como llegaban desaparecían”.Y agregó que “en una oportunidad, el hijo del capataz se cayó de un andamio y armaron toda una movida;armaron andamios, le pusieron un arnés tirado en el suelo como si lo estuviera usando y montaron todo un escenario para la ART”.
En ese marco, refirió que “la empresa tiene otros juicios laborales porque echan a los empleados como si fueran perros. Y muchos otros compañeros no hacen nada porque ya saben cómo es la cosa, que la Justicia nunca hace nada”.
Si bien no quiso ahondar en detalles respecto de la causa, la abogada Irene Esquivel confirmó a esta Revista que se podría continuar demandando a la empresa en instancias superiores aunque su recomendación profesional es no hacerlo. Mencionó que “la demanda se efectuó como cualquier otro juicio laboral y siguió los carriles normales, no tuvo nada de excepcional” y destacó que “la prueba estuvo bien valorada en primera instancia y luego de la apelación la Cámara valoró de igual modo”.
Ante esto, Elsesser sostiene que “si queda otra instancia en la Justicia, quiero seguir pero no sé qué hacer porque si esto ya me salió negativo es difícil que cambie algo”. “Pensé que esto iba a ser algo sencillo porque el accidente fue en la obra, hay testigos que lo prueban, ellos mismos lo reconocen y ahora queda todo en la nada. No sé qué más hacer y por eso quiero difundirlo en los medios para que la gente sepa qué clase de gente son en esta empresa y si hay más muchachos como yo, a los que estafaron, se van animar a accionar. No quiero que le pase a otro lo que me pasó a mí, porque yo confiaba en ellos, y siempre trabajé con muchas ganas y de la mejor manera”, aseguró.
Por último, lamentó que “la empresa sigue trabajando en la ciudad y continúa teniendo empleados en negro y en condiciones precarias”. “Yo me siento humillado porque te tratan como si valés nada. Te destratan por no tener un poco de plata. Yo lo único que quiero es recuperar la vista y mi dignidad”, sentenció.
Empresa con reconocido patrocinio
Pedro Antonio Raiteri es un abogado de Paraná que se desempeñó como secretario del Concejo Deliberante de la capital provincial durante el periodo legislativo 2011-2015. También fue apoderado de la Lista 104 del Frente para la Victoria denominada “Paraná Potencia” que en 2015 llevó como precandidato a intendente a Gastón Grand. Raiteri encabezó además la lista de candidatos a concejal por esa misma nómina. Comparte el estudio jurídico con Gerardo Ormaechea, presidente de la Seccional Paraná del Colegio de abogados. En la misma dirección del estudio jurídico, en calle Uruguay de Paraná, funciona la empresa constructora Econde SRL cuyo gerente es Fernando Raiteri. Todo queda en familia.