“Hay cierta regresión a lógicas reaccionarias en el contexto creado por el gobierno”

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1091
Entrevista a Gustavo Efron, director del periódico Nueva Sion

A.S.

-La muestra con la que el periódico celebró sus 70 años se tituló: “La perseverancia de una convicción entre desafíos y transformaciones”. ¿Qué persiste de esa convicción original en la actualidad?

-La convicción de los fundadores en 1948 estaba fuertemente imbuida del clima de la época, de la mística que irradiaba la creación del Estado de Israel. En ese contexto de euforia surge esta iniciativa, con el objetivo de imprimir un rol transformador desde lo social, un fuerte contenido humanista, desde la idea del sionismo socialista, de volver a las fuentes, a un hombre nuevo que es social, colectivo, responsable de los demás y comprometido con su tiempo. Por eso no estaba exclusivamente centrada en lo que pasara en Israel, sino que proyecta ese ideal humanista hacia la sociedad de la que se participa. Así, históricamente Nueva Sion se ha comprometido con las luchas y causas populares, y por eso tuvo que dejar de circular durante la dictadura militar. Esta mirada se mantuvo, con las lógicas transformaciones en un mundo cambiante, pero persiste el espíritu de generar espacios propios, iluminar desde una mirada no contaminada por los poderes de turno, que pueda pensar lo judío en el contexto de ese mundo cambiante y desde los valores humanistas y sociales. Con un compromiso con el Estado de Israel, pero no por ello con su gobierno, ya que no tiene una obligación de defender todo lo que haga.

-Nueva Sion siempre tuvo un claro posicionamiento sionista de izquierda. ¿Cómo se define hoy, en que la palabra “sionista” ha sido transformada en un insulto por casi todas las personas que se sienten dentro del espectro de la izquierda? ¿Es un malentendido irreversible o hay chances de recuperar esa palabra para una izquierda democrática y plural?

-Buena pregunta. Es todo un tema, ya desde el nombre “Nueva Sion” se plantean estas cuestiones a partir de cómo esto es visto por sectores de izquierda. Quizás primero habría que definir qué es “izquierda”. No obstante yo no afirmaría que “sionismo” representa un insulto para “casi todas” las personas de la izquierda, salvo que pensemos en algunos núcleos muy particulares. En mi perspectiva de lo que es una persona o un movimiento de izquierda, puede haber cierto cuestionamiento hacia el sionismo, pero me parece que ahí hay una batalla cultural, de significado: hay que pensar qué significa el sionismo históricamente, cuáles son las vertientes que incluye, mostrar que no solo hay un sionismo excluyente o colonialista, sino que hay fuerzas contrapuestas que luchan por darle un sentido diferente. En el contexto de la crítica situación del judío en el siglo XIX que se profundiza a fines de ese mismo siglo y comienzos del XX, el sionismo emergió como una alternativa frente a fuertes procesos de exclusión y persecución –que luego derivaron en la Shoá– y que llevaron a que muchas personas construyeran un universo de ideales en ese contexto. No olvidemos que el sionismo político es ideado por Teodoro Hertzl no causalmente luego del “caso Dreyfus”. El hombre es “el hombre y sus circunstancias”, y de allí emergen los motivos por los cuales se van creando las ideas y las soluciones que se van planteando. Si uno lo mira no desde un punto de vista purista ideológico, sino desde las situaciones de vida, qué decisiones se van tomando para generar escenarios posibles para los pueblos, creo que el sionismo dio una respuesta. Obviamente se encontró en el contexto con otra situación: Palestina no estaba vacía, había árabes viviendo allí, y hay toda una discusión acerca del rol del Estado de Israel en ese sentido. Pero desde un punto de vista un poco más amplio, que el sionismo derivara en la creación de un Estado judío, debe ser analizado en el contexto de los grandes movimientos migratorios históricos, en un mundo convulsionado donde en los últimos siglos se conformaron nuevas sociedades, nuevas capas sociales, nuevos estados. América Latina es un claro ejemplo de ello. Incluso en épocas pre-hispánicas, distintos pueblos originarios fueron desplazando a otros pueblos originarios de sus territorios. La historia tiene movimiento. Y el Estado de Israel es un producto de estos desplazamientos, como también lo han sido nuestros países. Lo que tenemos que pensar juntos es el modo en que las sociedades contemporáneas, las que nos tocó vivir, podemos convivir en paz.

-Como en cualquier otra tendencia histórica o social, en el sionismo no todo es lo mismo.

-El sionismo tiene diferentes vertientes y hay perspectivas sionistas que plantean esta idea de convivencia, de integración, de trabajo en común. En Israel hay muchos movimientos por la paz, más de 100 movimientos que trabajan en conjunto con los palestinos, que trabajan por la idea de dos Estados para dos pueblos. Me parece que es una lucha que hay que dar. Y aportarle a la persona que vive en la Argentina y en Latinoamérica una mirada con otra complejidad, que permita ver los matices, las sinuosidades: que capas importantes de la sociedad judía y de la sociedad israelí y del sionismo plantean la convivencia y, a su vez, también hay sectores retrógrados y fundamentalistas que traccionan para el otro lado, que buscan la reclusión, el centramiento en sí mismo. Que existen en Israel y que hoy, lamentablemente, son hegemónicos. Al igual que en muchos países del Medio Oriente, que no es precisamente un jardín de rosas. Pero no es una excepción a lo que está sucediendo en el mundo, donde vemos una involución hacia pensamientos oscurantistas, excluyentes y estigmatizantes. En Estados Unidos, en Europa y en Latinoamérica sobran los ejemplos. De manera que en el sionismo hay un campo de lucha y es importante que quienes lo juzgan desde una mirada estigmatizadora, puedan entender esta complejidad que existe en su interior. Y ahí Nueva Sion juega un rol para defender esta mirada en profundidad desde el mundo judío sobre Israel y, a su vez, para marcar una posición que siempre va a ser por el humanismo, que siempre va a cuestionar todo lo que implique la negación del otro y que por eso a veces nos lleva a cuestionar políticas del Estado de Israel que vayan en contra de estos ideales. No tenemos miedo ni problema en criticar a gobiernos como el de Netanyahu, es más, ese cuestionamiento es fundamental incluso por el bienestar del Estado de Israel y del movimiento sionista y de los judíos. Pero cuestionar esto no implica cuestionar, como es obvio, el derecho a la existencia del Estado de Israel. Criticar esas políticas excluyentes es precisamente una forma de defender el derecho a existir del Estado de Israel.

-Enzo Traverso acaba de decir que el antisemitismo, otrora pilar de los nacionalismos y los fascismos clásicos, hoy transmutó en antiislamismo: “Las nuevas derechas radicales no son particularmente antisemitas: mire a Trump y cómo exhibe su relación privilegiada con Israel y Netanyahu”, dice el historiador, y uno podría reemplazar en esa frase “Trump” por “Bolsonaro” y la perplejidad aumenta, dado que a Bolsonaro se lo llega a tildar de nazi. ¿Cómo se para Nueva Sion frente a estos fenómenos?
-El antiislamismo existe, y es muy fuerte y es estigmatizador y excluyente y genera fuertes procesos de persecución hacia los islámicos, que son el foco de atención que el capitalismo toma como la otredad, el otro amenazante. Pero eso no significa que el antisemitismo ya no exista. De hecho acabamos de ver el atentado en la Sinagoga de Pittsburgh en los Estados Unidos, en el mundo hay diversas manifestaciones antisemitas, en Francia ha habido migraciones multitudinarias hacia el Estado de Israel justamente por antisemitismo. De modo que no me parece que el antisemitismo sea cosa del pasado. En nuestro país hay también cierta regresión a lógicas más reaccionarias en el contexto del clima creado por este gobierno. En la última marcha de los sectores autodenominados “Pro Vida”, se vieron carteles acusando a los judíos de la “ideología de género”, con imágenes típicas del antisemitismo clásico... Entonces me parece que ese fenómeno todavía está ahí. Ahora, si –en teoría– los líderes del mundo o el capitalismo ya no toman a los judíos o al Estado de Israel como enemigo, sino más bien como amigo, o si los movimientos de derecha, incluso neofascistas, no toman como foco al Estado de Israel y a los judíos, uno podría decir que esto se debe a que hoy es políticamente incorrecto plantear esa mirada. Pero a los judíos y el Estado de Israel eso no nos responsabiliza de nada. No nos ubica a nosotros –per se– en el lugar de un movimiento reaccionario. Por otra parte, por detrás de lo evidente, hay procesos subterráneos que están emergiendo y que a lo mejor son lo que le dan sustentos a sus miradas y políticas, pero que no pueden explicitarse. Y de ahí uno puede advertir en estos antisemitismos que emergen en los países desarrollados, ciertas complicidades... Me parece que hay que analizar estas complejidades, y quienes nos pensamos como judíos con estos valores, con los valores de Nueva Sion, tenemos que condenar el antiislamismo y ponernos del lado de quienes son hoy los chivos expiatorios, tiene que haber solidaridad con quienes son estigmatizados, y construir puentes desde ahí. Porque el islamismo no puede ser considerado como un equivalente de movimientos radicales terroristas… Hay una película que me gustó mucho, que el protagonista dice “Mi nombre es Khan y no soy un terrorista”, que retrata los Estados Unidos después de las Torres Gemelas y la fuerte estigmatización de todo lo islámico. Como judío y como hombre de izquierda, tengo que señalar la persistencia del antisemitismo, y a la vez enfrentar la exclusión y estigmatización del Islam.

(Más información en la edición gráfica número 1091 de la revista ANALISIS del jueves 6 de diciembre de 2018)

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