Miguel Augusto Carlín fue senador provincial por el justicialismo. Más tarde fue Procurador General de la Provincia e integró el Superior Tribunal de Justicia como vocal, cargo al que renunció para ser convencional constituyente en 2008. Desde 1970 –año en que se recibió en la universidad- ejerce la docencia, su otra vocación. Es miembro titular de la Asociación Argentina de Derecho Constitucional y, como ya se apuntó, fue vicepresidente 1º del Senado de Entre Ríos, Convencional Constituyente, titular del Ministerio Público Fiscal de Entre Ríos, Presidente del Superior Tribunal de Justicia y de su Sala de Procedimientos Constitucionales y Penal.
Por Nahuel Maciel
Miguel Augusto Carlín nació el 1° de octubre de 1942 en Concepción del Uruguay, aunque él –como su familia- se reconocen e identifican como vecinos de Basavilbaso “de toda la vida”.
“Mi madre fue a Concepción del Uruguay por una razón de salud de maternidad, pero inmediatamente regresó a Basavilbaso”, referencia para que no queden dudas.
Y para que tampoco nadie se confunda, es menester aclarar que esto no significa que desdeñe Concepción del Uruguay, todo lo contrario: “En esa ciudad ejercí la magistratura casi por un cuarto de siglo y aún hoy tengo grandes amigos”, dice con orgullo.
Al momento de referenciar su familia de origen, su voz transmite la emoción de recordar a su hermano menor, Sergio, quien falleció a los 63 años el domingo 7 de octubre de 2012, en Italia (aproximadamente a las 15 hora de Argentina), como consecuencia de un infarto masivo; mientras realizaba un viaje familiar.
“Fue una circunstancia muy compleja porque estábamos paseando por Europa y mi hermano falleció de un síncope de manera inesperada cuando estábamos en Roma. Nos faltaban diez días para completar el viaje cuando se produjo el deceso. Él era cuatro años menor que yo”, refleja mientras el sol se filtra por la ventana de su departamento que está en un tercer piso, altura suficiente para tener una postal distinta de Paraná.
Carlín valora el Consejo de la Magistratura de Entre Ríos del que fue consejero; pero critica severamente el que se constituye a nivel nacional, justamente por la injerencia del poder político de turno. “Uno de los problemas más serios que tiene la Justicia Federal es el diseño del Consejo de la Magistratura a nivel nacional, con una gran influencia del poder político de turno. Y eso va marcando luego la formación del Poder Judicial, que nunca pudo funcionar sin la influencia del poder político”, lo dirá a manera de crítica directa.
Carlín dialogó con ANÁLISIS para repasar esa trayectoria a la luz del presente, pero también para compartir su pensamiento sobre la realidad del Poder Judicial entrerriano y nacional en la actualidad. En ese marco, señala como una necesidad que es necesario cultivar la cultura del diálogo y del encuentro para superar las diferencias. Y pone como ejemplo que la reforma constitucional de que fue votada por unanimidad, teniendo tanta diversidad de pensamientos políticos partidarios.
También advierte que en los tiempos actuales lo ideal sería que el Superior Tribunal de Justicia sea integrado por un piso de cinco miembros, siempre y cuando se ejerza exclusivamente el control de constitucionalidad; caso contrario tal como viene funcionando ahora, cinco miembros son insuficientes.
-Puede compartir el origen social de su familia. ¿Proviene de una familia adinerada, de trabajadores?
-De trabajadores. Mi padre tenía una tienda “Casa Carlín”, que en la actualidad sigue atendiendo a su clientela a través de la conducción de un primo. Mi papá no solo provenía de un hogar muy humilde, sino que a los catorce años quedó huérfano de padre. Trabajó de lustrabotas, mientras otro de sus hermanos vendía de manera ambulante billetes de lotería y segundo hermano que era mozo de cordel en el ferrocarril de Basavilbaso. Ellos tres ayudaron a mantener a su madre, es decir, mi abuela; y a mi tía “Chela”. Luego mi padre junto a uno de sus hermanos que le seguía en orden de edad, comenzaron a ser vendedores ambulantes hasta que decidieron abrir la tienda que la tuvo hasta el último momento final de su vida.
- ¿Y qué recuerda de su formación inicial?
-La escuela primaria la cursé en la entonces Escuela Nacional N° 58, que posteriormente la mudaron a una zona más alejada de mi hogar familiar; entonces mis padres pidieron el pase para la Escuela N° 9 “Matías Zapiola” que quedaba a dos o tres cuadras de mi casa. La secundaria la inicié y la completé en el “Instituto Incorporado Dr. Chaim Weizman”, que luego daría nacimiento al Colegio Nacional de Basavilbaso, y siguió cambiando de nombre con los traspasos y devenir del tiempo.
- ¿Cuándo supo que iba a estudiar Derecho?
-Fue un descubrimiento increíble. En el Instituto de la secundaria teníamos un profesor que nos daba la asignatura que en ese entonces estaba vinculada a Educación Cívica o denominación similar. Este docente era abogado, pero tenía la particularidad que nunca había ejercido la profesión. Me refiero al doctor Carlos Alberto Roca, casado con una Campos de Urquiza, que tenía a su vez la estancia San Pedro. Su compromiso con los alumnos, su dedicación en el aula y su cultura general era algo que admiraba. Así, empecé a decirles a mis amigos y compañeros que quería ser abogado como el profesor Carlos Alberto Roca. Era un hombre muy expresivo y era muy didáctico en sus clases y eso siempre me inspiró.
(Más información en la edición gráfica número 1121 de la revista ANALISIS del jueves 10 de junio de 2021)