
En Entre Ríos, casi la mitad de los niños que asisten a escuelas públicas se alimentan en los comedores. Son cerca de 1.100 las cocinas escolares que suministran comida. Apenas asumieron, las nuevas autoridades de Gobierno denunciaron algunas irregularidades en la gestión de alimentos y de empleados. Actualmente, observan e intentan desterrar mecanismos viejos de la política. “Es la comida de los chicos”, sostiene Lautaro Azzalini, director del área.
Natalia Buiatti
Unas cuadras por Avenida Estrada sintetizan lo peor del sistema. El dinero concentrado en pocas manos y la miseria derramada en miles de seres. Millones de dólares apilados en fortalezas, ventanales inmensos y bajadas de embarcaciones. Mansiones con acceso directo al río. Todo contrasta con el paisaje de la pobreza. Casas bajas armadas con materiales frágiles, pasillos angostos, personas que salen del barrio para juntar lo que otros descartan, niños chapoteando descalzos entre anzuelos y carnadas podridas, a la orilla del río.
El comedor de la Escuela Primaria N°16 “Dr Francisco Soler”, del barrio Bajada Grande de Paraná, alimenta a 452 personitas de un alumnado compuesto por 586 chicos. A las 15.15 del lunes 13 de abril, las galerías del establecimiento huelen a comida.
Sergio Segura lleva puesto anteojos cuadrados y una boina que lo protege del frío. Está vestido de negro. Camina en dirección a la cocina y habla. Cuenta que quedó al frente de la escuela en febrero de este año. Su acento permite inferir que no creció en Entre Ríos. En efecto, es sanjuanino, vivió en Córdoba y hace unos 15 años que reside en esta provincia. Trabajó durante 12 años en la Escuela Esparza y hace pocos meses, titularizó en la Dirección de la Escuela Soler.
“Hoy se sirvió guiso. Le pedí a los chicos del comedor que los lunes se sirva guiso porque vienen con mucha hambre. Entonces el plato tiene que ser sustancioso. Muchos se van los viernes de tarde con la leche, y el mate o mate cocido no alcanza los sábados y domingos”, dice y agrega: “En estos pocos meses la demanda aumentó. Es que muchos de los chicos que están viniendo acá, el año pasado con el boleto estudiantil gratuito iban a la Escuela Bavio, a la Sarmiento o la Pueyrredón. Así que este año empezamos a recibir. El problema es que se colmó la capacidad y tuvimos que parar de anotar porque no tenemos suficiente mobiliario”.
(Más información en la edición gráfica de la revista ANALISIS, edición 1150, del día 16 de mayo de 2024)