JJN, de ANÁLISIS DIGITAL

¿Una cena celebratoria de un grupo de egresados puede convertirse en un acto solidario? La pandemia y la empatía, parecen hacerlo posible. La situación actual que atraviesa el país y el mundo por el COVID-19, han modificado la vida de millones de personas y, entre otras cosas, el distanciamiento postergó numerosos encuentros como el que imaginaban –y aun hoy imaginan– los integrantes de la Promoción 2000 del Instituto de Enseñanza EDU-PRO, los responsables de transformar una cena de camaradería entre una veintena de personas en un gesto noble que se multiplica en platos y raciones para centenares de vecinos del Merendero Manos de Esperanza de barrio Almafuerte de Paraná.

“La idea surgió a partir de un grupo de WhatsApp en el que estamos todos los egresados de la sala verde, promoción 2000, de la EDU-PRO. La cuarentena había reactivado el grupo que comenzó a ser un espacio de catarsis. En un punto, nos dimos cuenta de que la queja no estaba conduciendo a ningún sitio positivo y decidimos transformar nuestro descontento en acción para mejorar algo de lo que no nos gustaba”, comentó Verónica Barzola, una de las integrantes del grupo, en diálogo con ANÁLISIS DIGITAL.

Su antigua compañera de curso, Virginia Annichini, nutricionista y docente, les comentó que estaba a cargo del merendero todos los lunes y el grupo comprendió que podían convertir los lamentos por el encierro y el aislamiento, en una ayuda invalorable. “A partir de sus relatos, surgió la idea de hacer una colaboración para apoyar las ollas populares de los lunes. Cada semana aproximadamente 30 familias se acercan a buscar su ración y nos pareció que era un buen sitio donde poner nuestro pequeño granito de arena”, relató Barzola.

Los 21 integrantes de la promoción forman parte desde el comienzo de la colecta y cada uno puede colaborar con lo que tenga a mano, ya sea en especias o dinero. “Sabemos que frente a las grandes necesidades socio-económicas que enfrentan muchas familias nuestro aporte es poco, pero a pesar de eso estamos muy contentos porque logramos reunir la cantidad necesaria para cubrir un mes entero”, sostuvo Verónica. Alimentos no perecederos, carne, verduras y frutas se reciben habitualmente en el merendero, cuyas instalaciones son muy simples. “Actualmente se cocina haciendo fuego; quemador y garrafa; son elementos esenciales que se están solicitando a futuros donantes”, acotó Annichini, quien comparte la gestión de los lunes con Alejandro Demartín.

Las necesidades, sin embargo, sobrepasan la ración de comida que entrega el merendero: también son bien recibidas otras donaciones como la ropa de estación (tanto para los más de 50 niños que asisten como para los adultos), calzado y hasta camas y colchones, arruinados por el agua cada vez que llueve sobre las precarias viviendas. También se acepta todo tipo de material de librería, didáctico y educativo, ya que actualmente 15 chicos asisten al espacio de apoyo escolar en el merendero. Con las clases a distancia, una computadora y una impresora para imprimir las actividades que envían los docentes sería de gran utilidad.

Manos de Esperanza brinda todos los lunes el almuerzo con pan, leche y fruta de postre. Fue la manera que encontraron dos vecinos autoconvocados, María Virginia Annichini y Alejandro Demartín, de reforzar la labor del Movimiento de Trabajadores Excluidos, que los miércoles entrega el almuerzo y los viernes, la merienda.  Actualmente asisten 30 familias, lo que equivale aproximadamente a 140 raciones de comida. Las edades son diversas, pero la mayoría son niños o preadolescentes. Quienes quieran colaborar pueden ponerse en contacto a través de la página de Facebook (facebook.com/manosdeesperanzaparana) o la cuenta de Instagram(@manosdeesperanza).

Albañiles, empleadas domésticas, vendedores de pan casero, trabajadores de ladrillerías y aserraderos cercanos, se acercan diariamente al merendero. Las restricciones para circular a causa de la pandemia les impidió salir a trabajar. “A partir de esta situación coyuntural surgió la idea de agregar un día más (los lunes) para ayudar a las familias a sobrellevar la cuarentena”, subrayó Barzola, quien sostuvo que “actualmente existen más de 80 merenderos no oficiales en la ciudad de Paraná y alrededores, que comenzaron a funcionar cuando comenzó la pandemia”. En sintonía, destacó la labor que cumplen tanto merenderos como comedores barriales: “Es un gesto de solidaridad que merece ser visibilizado para que cada uno, desde las posibilidades que tenga, pueda contribuir de algún modo con el merendero o con el club de barrio más cercano, ayudando a los vecinos que están pasando por una situación muy difícil”.

Por ahora, el grupo de exalumnos no tuvo contacto con la comunidad que asiste al merendero. “La pandemia ha hecho que no podamos participar todos como quisiéramos. Sin embargo, algunos estuvieron en el barrio el último lunes, colaboraron en la cocina y conversaron con los vecinos. Esperamos pronto poder estar todos presentes más activamente”, comentó Verónica, que, además, contó que el grupo no se resigna a celebrar el vigésimo aniversario de su promoción: “Este año se cumplen 20 años de egresados y nos gustaría reunirnos para celebrar. De todas formas, mientras dure la pandemia y no podamos concretar el encuentro, enfocaremos nuestras energías en acciones como estas”.