El crecimiento sostenido de casos de fiebre amarilla en América Latina preocupa. Según el último reporte oficial de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en los primeros cinco meses del año, se confirmaron 235 casos humanos y 96 muertes, con una tasa de letalidad del 41%.
¿Qué es la fiebre amarilla? es una enfermedad de alto impacto y alta amenaza, con riesgo de propagación internacional, representando una posible amenaza para la seguridad sanitaria global. Grandes epidemias de fiebre amarilla ocurren cuando personas infectadas introducen el virus en áreas densamente pobladas con alta densidad de mosquitos y donde la mayoría de las personas tienen poca o ninguna inmunidad, debido a la falta de vacunación.
En estas condiciones, los mosquitos infectados de la especie Aedes aegypti transmiten el virus de persona a persona.
Desde 1970, la fiebre amarilla resurgió como una amenaza para la salud pública en las Américas. La enfermedad es endémica en territorios y regiones de 13 países y territorios en América Central y del Sur (Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guayana Francesa, Guyana, Panamá, Paraguay, Perú, Surinam, Trinidad y Tobago, y Venezuela), causando brotes y muertes. En 2014, el virus se propagó más allá de la cuenca del Amazonas. Algunos atribuyen esta propagación a cambios en los mosquitos y los humanos.
Desde los últimos meses del 2024 se ha registrado un aumento en los casos humanos de fiebre amarilla confirmados en varios países de la región. En 2025, se ha observado un cambio en la distribución geográfica de la enfermedad. Mientras que en 2024 los casos se concentraron principalmente en la región amazónica, en 2025 la enfermedad comenzó a extenderse a áreas fuera de esta zona.


