El periodista de Rosario y autor del libro “Los Monos”, Germán De los Santos, describió la situación de la ciudad en el marco de la violencia desplegada por las bandas narco criminales que ningún gobierno puede controlar.

En declaraciones realizadas al programa A Quien Corresponda (Radio De la Plaza), De los Santos afirmó que la situación en Rosario “está mucho peor” que antes de la pandemia y explicitó que “a partir de la cuarentena hubo un mes –parte de abril y mayo- cuando estaba el aislamiento obligatorio donde hubo menos crímenes pero después subieron un 40% los asesinatos en el último semestre con respecto al año pasado”.

Describió que “la situación está mucho peor, porque según la mirada del ministro de Seguridad de Santa Fe (Marcelo Saín), la pandemia provocó que haya menos plata circulando, el mercado de drogas se achicó y por eso hay mayor violencia” y puntualizó que “en septiembre hubo 27 homicidios y el 85% fueron por enfrentamientos entre bandas, no por hechos de inseguridad salvo un par de robos que causaron mucha conmoción donde asesinaron a la víctima”.

Especificó que “desde 2013 hasta acá la cifra de homicidios tuvo una baja en 2017 pero después volvió al estándar de violencia muy alto, al que nadie le encuentra la vuelta”.

En ese marco, mencionó que “aparecieron algunos métodos que son bastante novedosos, como el hecho de balear las puertas de las casas, con más de 20 ataques a balazos por día, que no pasan en ningún lado, que tienen además distinta raíz: la usurpación de casas para vender drogas y acopiar armas, o venganzas”. “Esto se convirtió en un método, que los primeros que lo pusieron en escena fueron Los Monos cuando comenzaron a disparar contra algunos competidores que tenían búnkeres y después se popularizó  entre el resto de las bandas criminales, y luego pasaron a tirar contra las casas de jueces y funcionarios judiciales, con más de 20 atentados entre 2018 y 2019”, refirió el periodista.

“Son nuevos métodos que se empiezan a poner en práctica, que funcionan porque necesitan muy poca logística: un chico con un arma que dispare, a quien generalmente le pagan entre 2.000 y 5.000 pesos, y nunca detienen a nadie porque no hay cámaras de seguridad en la mayoría de los barrios y tampoco hay prevención de la policía. Esto se convierte en un método efectivo que se viraliza. Y como la mayoría de esos pibes no saben tirar y tienen armas muy poderosas, las balas se disparan para cualquier lados y suceden casos como el de hace dos semanas que mataron a una niña de 14 años que estaba lavando los platos en la cocina de su casa”, describió.

Al respecto, consideró que “no hubo cambios muy fuertes” a partir de la llegada del gobierno de Omar Perotti (Frente de Todos) y recordó que “la mayoría de los líderes de las bandas están presos, pero desde las cárceles –con la propia protección del Estado y hasta con mayor tranquilidad que en la calle- siguen estando al frente de las organizaciones y en la calle están los cuadros medios, muy rústicos, con quienes no hay negociación posible, salvo disparar”.

“Este es el fenómeno en el que entró Rosario y del que no puede salir, donde la dinámica es que no hay negociación posible. En todas las ciudades se vende droga pero los narco no se matan entre sí”, analizó. Como ejemplo de la realidad rosarina, contó que “hace dos semanas hubo un homicidio de un ex barrabrava de Central, (Marcelo) “Coto” Medrano, que derivó en otros siete asesinatos”.

Sostuvo que “se produce como un encadenamiento de venganzas que no para y es muy difícil romper esto desde un Estado que tiene una policía totalmente debilitada, antigua, y muchas veces con sectores muy grandes de la policía que están en complicidad con esas organizaciones”.

En el mismo sentido, contó que “el jefe de la barrabrava de Rosario Central (Andrés) “Pillín” Bracamonte está preso por lavado de dinero, porque se detectó que había por lo menos dos empresas que usaban para facturarle a Rosario Central y que también tenía varias propiedades con un socio, que supuestamente era un testaferro, y que tenían todo un entramado para lavar dinero, pero en esa causa no se llegó a vincularlo con el narcotráfico que es una sospecha que existe desde hace mucho tiempo: que la barra de Central tiene que ver con el narcotráfico”.

Agregó que “a Bracamonte lo detuvieron en un country donde vivía en una mansión, siendo un hombre que casi no tiene ingresos porque solo tiene una empresa que es una pantalla y cuatro chapas de taxis con lo cual es muy difícil llegar a tener semejante mansión”.

En tanto, dijo que “como no hay fútbol en este tiempo, su detención no tuvo una repercusión interna en Rosario Central ni en la barrabrava y no apareció nadie para ocupar el lugar de “Pillín” y eso está como latente, porque Bracamonte es un hombre fuerte dentro de Central y dentro de todo este mapa criminal de Rosario”. Sobre este “problema latente”, indicó que “lo mismo sucede en la barrabrava de Newell´s  donde hace unos años, el que llegaba a liderar la barra duraba unas semanas y lo mataban”.

“En 2018 y 2019 al que asomaba la cabeza para liderar la barra de Newell´s que fuera contrario a Los Monos que estaban detrás del liderazgo de la hinchada, lo terminaban matando y así hubo cinco asesinatos en pocos meses, y la mayoría de los que pretendían liderar la barra estaban todos vinculados al narcotráfico”, refirió.

Respecto de las zonas más críticas de la ciudad, refirió que “el Observatorio de Seguridad del gobierno hizo un estudio interesante que indica que el 85% de los crímenes se produce en el 13% del territorio; los lugares están muy focalizados en el sur, el oeste y el norte, en pocas cuadras”.

“La realidad del centro de Rosario es totalmente diferente a la que se vive en esa periferia que tiene casi el 42% de pobreza y el 13% de indigencia; es un cordón marginal cada vez más grande y es ahí donde están focalizados los asesinatos porque la dinámica de la violencia pasa por estas bandas que viven en estos lugares. La inseguridad no está en el centro de Rosario”, describió.

Por último, señaló que “el salvataje de Gendarmería comenzó en abril de 2014 con (Sergio) Berni, cuando llegó con 3.600 gendarmes, helicópteros, y demás allanando búnkeres, lo que provocó un impacto en la gente de darle cierta tranquilidad porque se veía una especie de ejército en la ciudad, y eso año a año se fue repitiendo, incluso con (Patricia) Bullrich. Pero eran como espasmos porque Gendarmería desembarcaba y usaba el móvil 2 de Rosario que está asentado en la ciudad y tiene 3.000 efectivos de la fuerza pero duraba pocos meses y no se mantenían los operativos ni los mega-allanamientos”.

“Ahora la ministra de Seguridad de la Nación (Sabina Frederic) no quiso apostar a esa saturación de cantidad de gendarmes como llegaban en otras épocas e incluso eso generó mucha bronca en el gobierno de la provincia de Santa Fe porque sólo mandaron 50 efectivos de la Fuerza de Respuesta Inmediata de la Policía Federal. Desde el Ministerio nacional plantean que lo otro tampoco funcionó y que ahora se intenta utilizar los recursos más estratégicamente. Pero la bronca del gobierno de Santa Fe viene por un tema más político que de estrategia de seguridad”, concluyó.