Tras la muerte del teniente coronel (Re) Carlos Patricio Zapata, uno de los símbolos de la represión ilegal durante la última dictadura militar en la provincia de Entre Ríos, Noemí Benítez de Mechetti, ex detenida política, aseguró que “muchísimos compañeros lo reconocieron como participante de las sesiones de tortura” y “no sólo observaba sino que él mismo torturaba”. Al respecto, expresó que nunca sintió “odio” contra los militares que participaron del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional por considerarlo “un sentimiento muy subalterno y bajo, que no experimenté por respeto a mí misma”, pero aclaró que posee “un profundo desprecio porque los considero muertos civiles, juzgados por una sociedad que, en su mayoría, los condenó”. Asimismo, agregó que el represor fallecido “eludió la Justicia por las leyes de Obediencia Debida y Punto Final pero no podrá eludir la Justicia divina” y cuestionó “cómo es posible que la sociedad aún tenga respeto por las Fuerzas Armadas con todo el daño que hicieron”.

En declaraciones realizadas al programa A Quien Corresponda emitido por Radio del Plata Paraná Benítez contó que conoció a Patricio Zapata “estando detenida en la cárcel de Paraná, primero a disposición del Poder Ejecutivo Nacional (PEN) y luego siendo juzgada por un Consejo de Guerra que él presidía”. “Allí fuimos condenados, con fundamentos en supuestas declaraciones que debimos firmar obligados y encapuchados”, recordó. “Me llevaron a la Unidad Penal N°1, me encapucharon y de repente una persona detrás mío leyó algo formal y me obligó a firmar el papel, sin dejarme leer el texto y bajo la amenaza: No se olvide nunca que tenemos a su hijo en Coronda”, añadió.

Cabe recordar que dicho Consejo de Guerra se encargó de juzgar, entre otros al ex gobernador Enrique Tomás Cresto y a los miembros del Comando Paraná -un grupo parapolicial vinculado al vicegobernador de Cresto, Dardo Pablo Blanc-, entre quienes estaban Carlos Ramón Balla; Eduardo Emilio Gitano Romero y Luis Eduardo Lenzi, entre otros.

Asimismo, sostuvo que conoció aún más a Zapata “ya en libertad, cuando hicimos una investigación sobre el terrorismo de Estado en Entre Ríos, y a través de muchísimos testimonios en que los compañeros lo reconocieron como participante de las sesiones de tortura”. Al respecto, dijo que “en un principio, las torturas se realizaban en campos del Ejército, pero a partir de la desaparición del joven Victorio Coco Erbetta y del revuelo que se armó por eso, se abrió la casa que funcionó en las proximidades de la Base Aérea, denominada La Casita, hoy demolida pero reconocida por muchísimas víctimas”. “En Paraná funcionaron por lo menos tres grupos operativos que se encargaban de los secuestros y de llevar a los compañeros a las salas de tortura, y hay testimonios que aseguran que Zapata no sólo observaba sino que él mismo torturaba”, afirmó Benítez.

Respecto a sus sentimientos frente a la muerte del represor, indicó: “Nunca pude sentir odio porque me parece un sentimiento muy subalterno y bajo, que no experimenté por respeto a mí misma, pero siento un profundo desprecio porque los considero muertos civiles, juzgados por una sociedad que en su mayoría los condenó”. “Este señor eludió la Justicia por las leyes de Obediencia Debida y Punto Final pero no podrá eludir la Justicia divina”, agregó.

También rememoró que “durante el proceso, existió lo que los militares llamaban la comunidad informativa, que estaba conformada por los altos jefes de las Fuerzas Armadas y los jueces federales, y en esos cónclaves se decidía quien vivía encarcelado, quien moría y quien podía salir al extranjero” y señaló que “es posible que por su rango, Zapata haya participado de esa comunidad” porque “en relación con los prisioneros, después de (el titular del II Cuerpo del Ejército e interventor de la provincia de Entre Ríos durante la dictadura militar, Juan Carlos) Trimarco, tiene que haber sido una de las figuras más destacadas”.

Por último, reflexionó: “No podemos olvidar el pasado ni las grandes pérdidas que sufrimos, la memoria debe estar activa en todo momento” y se preguntó “como es posible que la sociedad aún tenga respeto por las Fuerzas Armadas con todo el daño que hicieron”.