Construcción: del auge a la quietud

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Perspectivas entre empresarios y gremialistas entrerrianos

Soledad Weimer

El sobretono de la construcción comenzó a manifestarse en la provincia hacia fines de 2001 como producto de dos factores: la inversión privada de quienes sacaban su dinero de los bancos y la reactivación de la obra pública en términos generales. Este envión post devaluación impulsó un crecimiento sostenido del sector, que tuvo su pico en el año 2005 y se mantuvo a buen ritmo hasta la actualidad, aún enfrentando el incremento de los costos. Pero hoy, interpretada desde la óptica de la inflación y la escasez de demanda solvente, la rústica sinfonía del martillo de percusión podría ir in decrescendo.

Estimulada por el sector privado en su primer ciclo y alimentada luego por un intenso plan de obras públicas, la construcción se convirtió a inicios de esta década en un factor de real importancia para la economía entrerriana, aunque sin compararse con las altas rotaciones de los principales centros urbanos del país. Así, mientras en Entre Ríos las tasas de crecimiento de la construcción estuvieron, en su mejor momento, en el orden del 17 por ciento anual, en Buenos Aires, Córdoba y Rosario oscilaban entre el 20 y el 25 por ciento.

“Cuando se habla del boom de la construcción, hay que separar los índices generales de las consideraciones particulares. No es lo mismo la construcción en los grandes centros urbanos -caso Buenos Aires, Córdoba y Rosario- que en provincias como la nuestra donde, si bien se ve un crecimiento, no es de tan alta rotación como en aquellos”, explica el ingeniero Miguel Marizza, presidente de la Delegación Entre Ríos de la Cámara Argentina de la Construcción (CAC).

No obstante, lejos de los cotejos, el auge inmobiliario lleva seis años en la provincia, acentuándose en las ciudades de Paraná, Concordia y Gualeguaychú en cuanto a construcción de edificios y en toda la costa del Uruguay en lo referente a inversión turística.

También los planes de viviendas han tenido un alto impacto en el área constructiva, alcanzando a la casi totalidad de las localidades entrerrianas, de acuerdo a la política de distribución implementada que, según expresa Marizza, seguiría la geografía de la demanda llevando unidades habitacionales incluso a las juntas de gobierno.

“En otras épocas no había obra, ni privada ni pública”, enfatiza Miguel Taborda, delegado a cargo de la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (UOCRA) seccional Paraná, refiriéndose al período crítico 2000-2001. “Hoy tenemos la suerte de que se está construyendo mucho”, recalca.

Sólo en la capital provincial se construyen actualmente casi 60 edificios, mientras otros 18 se encuentran arrancando de base y unos cuantos más están en etapa de proyección. Números que permiten a Taborda considerar que debería producirse un golpe muy fuerte en la economía para empañar el buen momento que atraviesa el sector.

Sin embargo, conforme anticipa Marizza, la inversión privada en construcción se dirige hacia una etapa de amesetamiento empujada por el progresivo aumento de los costos, el congelamiento de los salarios y la consecuente falta de una demanda solvente capaz de equiparar la oferta generada.

“Aún tomando los índices oficiales de inflación, la línea de costo- construcción contra salario o contra renta alquiler, en el caso de aquellos que invierten para alquilar, se ha desfasado. Esto puede comprobarse mirando los clasificados, donde mes a mes se encuentran en venta los mismos departamentos”, ejemplifica el ingeniero.

Lo cierto es que los costos de construcción se encuentran en alza desde principios de 2007, centrándose principalmente en el rubro material, que finalizó el año con un aumento acumulado del 15 por ciento y arrancó el 2008 con incrementos progresivos. “Los precios pueden cambiar de la mañana a la tarde. A veces es el ladrillo, ahora fue el hierro, pero no tenemos previsión al respecto”, revela la empleada de un corralón céntrico paranaense.

Con todo, y según estimaciones de la UOCRA, el ritmo de la construcción hasta el momento no amenaza con detenerse. “Los edificios que se están construyendo van a seguir en marcha. Es más, pienso que, en todo caso, se va a acelerar el proceso de construcción en el intento de escapar, de ir por delante del aumento de los costos. Las empresas constructoras van a absorber más trabajadores para no dilatar la obra y lo que se planificaba para tres meses, tal vez se pretenda hacerlo en uno y medio”, resuelve el gremialista.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)

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