
Los límites del asombro, sea este originado por duda o admiración, son difíciles de acordar. La confusión y el entusiasmo transitan la misma vereda, cruzándose a cada rato en una coyuntura escabrosa.
Todo borroso, porque muchas profesiones están en crisis por la llegada de la Inteligencia Artificial (IA) y el fallo sostenido de sus métodos de recolección de datos. Un esquema que impide el abordaje claro, entre otras cuestiones, de la situación económica.
Sin ocultar su estado confuso, emulando equilibristas, quemando fórmulas, los analistas de la economía y estudiosos de los mercados ponen lo mejor de sí para intentar un abordaje del presente agitado. Se los nota perdidos.
Suba del riesgo país, disparada en el valor del dólar y venta millonaria de reservas para sostener la cotización, entre bandas, dispuesta por el gobierno nacional a modo de resistencia, conformaron un combo de pura tensión.
Cuando se agotaban las explicaciones, escaseaban los argumentos y se temía lo peor, sucedió. El gobierno nacional vuelve a hacer de las suyas y descoloca a propios y extraños.
En tiempo de descuento consigue oxígeno. Quien pudiera saber si es para retomar el camino de la normalidad o simplemente para estirar la agonía. Tiempo al tiempo. El horizonte, aunque pocos lo digan por estas horas, es el 26 de octubre. Lo dejamos a un costado, veamos el ahora.
Parole, parole
Parole, parole, cantaba la tigresa de Cremona (Mina Mazzini) a principio de los setenta, enlazando la queja y el ruego con ritmo pegajoso. Quedaba claro en aquella canción la importancia de gestos y palabras.
Qué le dijo el presidente Javier Milei a su par de los Estados Unidos, Donal Trump, sobre la economía argentina habrá que reconstruirlo. No será fácil. Queda como tarea para historiadores, los que deberán quebrar el silencio, para empezar, de los servicios secretos.
Aún sin conocer detalles es posible afirmar que fue convincente, porque el blondo amigo del norte, le puso el cuerpo de inmediato a la situación.
Sin demasiados tecnicismos, alejado de cifras o fórmulas complicadas, lanzó unas palmaditas, se sacó fotos y recordó los dichos vertidos en su red Truth Social, regalándoselos en hermoso cuadro al presidente argentino.
Para desconcertar aún más a los ya desconcertados, esa movida fue suficiente para calmar a los sensibles mercados. Se elevó el valor de las empresas argentinas que cotizan en el exterior, bajó el precio del dólar y el riesgo país se desplomó.
La tormenta del viernes y la erosión sufrida por las escuálidas reservas de nuestro país, empezaron a transitar el camino del olvido. No era necesario modificar el plan económico, renegociar deuda o devaluar. Bastó con un par de gestos. Sorprendente.
Por estas horas numerosos economistas y politólogos están pensando en cambiar de profesión. Es muy reprochable que, teniendo en cuenta el impacto, no se haya hecho antes esta reunión.
Es más, los operadores políticos de La Libertad Avanza, se estarán lamentando que la cumbre Milei-Trump no haya sido antes del 7 de septiembre, quizá el resultado hubiera sido otro. Contrafáctico.
Tiempos difíciles para quienes abrazaron la política y para los que trabajan sobre la economía.
La cura de palabra
Quien no estuvo alguna vez afectado por un empacho, no solo nos referimos al gastronómico, también pensamos en ese incordio molesto que impide avanzar. Para salir adelante, nada mejor que la palabra.
Aprendan, políticos y economistas, de nuestro acervo criollo. Cómo no pensaron en eso antes de vender miles de millones de dólares de las reservas.
Es que, nos explican los estudiosos del folklore, existen males que se curan por medio de la palabra, oraciones ancestrales que pueden ser dichas frente al afectado o ante un representante del que la pasa mal, es que la cura puede efectuarse también a distancia.
Las dotes de hechicero de Donald Trump son evidentes, al menos, para el mal que aquejaba a los mercados. Ojalá los efectos de su intervención sean duraderos. No muchos son capaces de tal invocación para semejante e inmediato resultado. Queda claro que de poco o nada sirve intervenir la tasa de interés o bajar retenciones.
“Cuentan que allá en lejanos tiempos, nuestros abuelos del campo tenían que defenderse de las plagas que azotaban sus majadas, animales domésticos y sembrados, pero no tenían en esas soledades, medios científicos para hacerlo y lo suplían con los curadores de palabra... con poder especial para endilgar los males y matar el embrujo”. (1).
Veremos qué pasa en los próximos días después de esta asistencia gestual, porque curado el empacho, sobreviene un tiempo de debilidad y el riesgo es la recaída.
- En la web folklore del norte.