Por M.B.B. (*)
Por donde se la analice, “El Pez en el Talud”, es una gran obra. Concebida y construida con una sencillez encomiable, produce un alegre impacto visual en una ciudad en donde las obras, privadas y oficiales, más que alegría producen tristeza.
Además, el anonimato de su autor aumenta su grandeza.
Como ocurre con la “Tribu del Salto en el arroyo homónimo - https://www.facebook.com/latribudelsalto/?fref=ts- y otras tantas iniciativas comunitarias, nos enseña, en estos tiempos de solidaridad impuesta, a dar a la ciudad, sin siquiera mencionar quien es el que lo hace.
Los integrantes de todos los estamentos que componen la organización municipal de la ciudad, sean funcionarios o empleados, en general poco predispuestos a darle a la ciudad y más bien dispuestos a sacar de ella, deberían aprehender del anónimo autor de la obra y archivar las intenciones de cortar el césped.
Por último, nosotros, los habitantes de la ciudad, acostumbrados a ensuciarla, aprendamos del enorme gesto y embellezcamos nuestro espacio común, la ciudad, tarea que unicamente reducciones simplistas e insolidarias dejan en mano de las autoridades y se limpian las propias.
(*) Especial para ANALISIS.
(Imagen: www.mundonews.com.ar)