Luis Jacobi (*)

No es verdad que la cabo primero enfermera de Zapala (Neuquén) recibiera la vacuna covid19 antes de fallecer. No es verdad que en Rosario suspendieron la vacunación porque causaba reacciones adversas… Lo supieron de inmediato aquellas personas que para informarse se aseguran que haya sido publicada por un medio reconocible, de su confianza. En cambio lo compartieron (viralizaron) decenas o centenas de miles de veces los que siguen sin advertir que alrededor del setenta por ciento de lo que se comparte por las redes sociales no es confiable.

Es verdad que el médico legista de la Policía en la CABA, Andrés Glucksmann, falleció días después de aplicarse en calidad de voluntario la segunda dosis de la vacuna contra covid19, de origen chino. Fue publicado por un diario tradicional del país, que citó la denuncia presentada en la tarde del 1º de enero por el hijo de Glucksmann; Juan Ignacio; en la Comisaría Vecinal 6-B, de la CABA solicitando “Averiguación de Causales de Muerte”. En la noticia aparecen todos los detalles de esta muerte y la causa judicial en la que derivó, datos específicos sobre la vacuna, laboratorio de origen y representantes en la Argentina, etcétera. La noticia abunda en datos precisos; eso hace la diferencia con las falsedades que se difunden no con el propósito de informar sino de motivar emocionalmente.

Aquella Cabo 1º de Zapala con cargo de enfermera general, existió, tuvo covid y le quedaron secuelas de las que muchos afectados por este virus padecen, como insuficiencia respiratoria al caminar, por lo que en la consulta médica le recetaron un broncodilatador de los que utilizan las personas con asma. Un día fue al río, tuvo un desmayo, luego tuvo taquicardia, le practicaron estudios y en ese lapso hizo un paro respiratorio. No había recibido vacuna alguna y su familia (de San Miguel, Bs. As.) además del dolor por esa pérdida, ha tenido que padecer la estupidez de todo lo que se dijo para vincular su deceso con la vacunación.

Son historias, como tantas medias verdades y falsedades que atraviesan nuestra vida cotidiana como un flujo que empieza a fatigar, que nos vuelve inseguros, que es parte de batallas que se entrecruzan entre los que resisten la vacuna y los que la defienden sin responder lo que quieren saber los que tienen dudas (y con razón); donde transversalmente aparecen los odios, rencores y recelos políticos, como lo que se vio en Olavarría (Bs.As) donde desconectaron un freezer con 400 vacunas para que el intendente de esa ciudad no pudiera vacunar al personal sanitario.

Es una vergonzosa batalla de todos contra todos y por la espalda, en medio de la cual –y esto es nuevo- hay sitios que se dedican a chequear noticias erigiéndose en pretendidos ministerios de la Verdad, pero suelen responder con doxa (opinión) a la episteme. Cualquier profesional que explique desde el campo científico o académico sus razones para dudar de las vacunas para Covid19, puede ser descalificado con dureza, pero no refutado en sus afirmaciones específicas. Los fanáticos atacan al que se permite dudar, tratando de matar la búsqueda de la verdad, porque ¿qué otra cosa es la duda?

La Real Academia Española define la posverdad como la “distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”. La Fundéu BBVA la describe como lo “relativo a las circunstancias en las que los hechos objetivos influyen menos a la hora de modelar la opinión pública que los llamamientos a la emoción y a la creencia personal”. Es decir, las personas están más inclinadas a creer cosas que sienten verdaderas aunque haya evidencia que indique lo contrario. Preferimos o elegimos aquello que refuerza lo que pensamos.

A esta misma sociedad que prefiere creer todo lo que le gustaría que fuera cierto, sin importarle demasiado los hechos y la veracidad de lo que se difunde, le toca ahora desconstruir lo que ve en los medios y las redes sociales y aprender a buscar evidencias y datos respaldatorios de lo que lee y recibe en sus dispositivos móviles, donde el algoritmo creador de “burbujas de filtro” hará lectura de sus gustos para enviarles más de lo que prefieren consumir. Chequear cuesta más tiempo, es cierto, pero la acercará a los hechos y alejará de los tramposos relatos y la confusión general.

(*) Periodista. Director periodístico de Paralelo 32.