Por Lucio Borini
El vencimiento del contrato de concesión sobre la administración y mantenimiento de la hidrovía Paraná-Paraguay ha desatado las mayores voces del oficialismo asociando la concesión de un servicio con la soberanía de la Nación sobre nuestra vía navegable más importante.
Creo que la soberanía, que podemos calificarlo como la facultad que tiene el Soberano de ejercer el poder supremo que corresponde a un estado independiente sobre su territorio, personas y cosas, no se pierde al concesionar un servicio.
Al concesionar la Hidrovía el Estado no pierde soberanía, ni la delega, la sigue ejerciendo en el contrato de concesión cuyas clausulas debe cumplir estrictamente el concesionario. (Antes en manos del Estado no había ni dragado ni balizamiento ni navegación)
La soberanía se pierde cuando los funcionarios del propio Estado que deben ejercerla se “asocian” al concesionario y pierden la potestad de ejercerla al no poder exigir el fiel cumplimiento del contrato en función de maniobras corruptas. (véase la declaración del arrepentido Gabriel Romero titular de Emepa S.A. concesionario de la Hidrovia al reconocer el pago de 600.000 dólares al Soberano para la renovación del contrato con el gobierno nacional en 2010. Diario La Nación, 05/08/2019).
La creación de la Consejo Federal Hidrovía integrado por delegados de las provincias interesadas, siete en total, será la creación de un organismo burocrático que demandará una suma extra de dinero para su funcionamiento, primero supongo solo una secretaria ad-hoc y luego con funcionarios rentados “expertos” en el tema, directores, asesores, etc. que trataran de ejercer la soberanía fluvial de manera parecida a como ejercen la soberanía sanitaria. Ya conocemos como la ejerció también el estado en todos los ámbitos en los cuales lo asumió. La telefónica, transporte, infraestructura, seguridad, informática, de los cielos con Aerolíneas Argentinas y todos los servicios en los cuales creyó estar obligado a ejercer la soberanía incurriendo en ineficiencia y sobre costos, provocando los déficit fiscales determinantes de la inflación y la pobreza. Así se pierde la soberanía.
Hoy en día, si miramos un poco el rio Paraná veremos pasar solo embarcaciones con bandera de Paraguay, no se verán embarcaciones con pabellón nacional de transporte comercial. Eso debe cambiar. La soberanía en este caso la ejercimos impidiendo totalmente la posibilidad que naves nacionales realicen transporte dentro del rio Paraná a buques de menor porte con la libertad que los mismos merecen. No sé por qué pero es así. Tal vez la burocracia nacional, las regulaciones laborales y los “intereses no soberanos” han llevado a vaciar nuestro rio de actividad fluvial nacional.
El interés sobre el tema hoy en día debería radicar, según mi opinión, en que los argentinos podamos utilizar nuestro río también para el comercio interno, de cabotaje, desregulando la actividad de manera racional, concesionando nuevamente la hidrovía al mejor oferente y luego ejercer el control de la misma con la responsabilidad que merece la función pública en ejercicio de nuestra soberanía y que beneficiaría sin dudas a todas las provincias que intentan ocupar una actividad que no está en su funciones.