Por José María Varangot (*)

Resulta inexplicable que durante el tiempo que lleva la prohibición de exportar carne no se hayan encontrado soluciones que, rápidamente, coloquen a nuestro país en el mercado cárnico, luego del enorme sacrificio que costó volver a participar como uno de sus principales actores. Es así que hoy podemos aseverar que hemos cumplido parcialmente con la cuota Hilton y otros contratos vigentes provocando desconfianza y poca perspectiva de continuidad en mercados muy sensibles, que en estos momentos, deben estar buscando exportadores alternativos para reemplazarnos.

Se advierte, en el marco de la problemática que nos ocupa, un desconocimiento por parte del gobierno o por lo menos falta de valorización de aspectos que hacen a la producción ganadera y, por otro lado, en el sector agropecuario no se pudo, hasta ahora, plasmar una acertada comunicación, que se debió adoptar a partir del 2008 en oportunidad del grave conflicto provocado por el intento de la aplicación de la confiscatoria Resolución 125. El resultado, es que la opinión pública asiste al conflicto con poca o tergiversada información. Debido a la ideologización que mantienen áreas del gobierno cuando plantean cuestiones relacionadas con el campo, se repitan viejos mitos que no condicen con la realidad actual. Para esclarecimiento de los lectores trataré de explicar algunos de ellos.

• La carne sube porque aumentan las exportaciones.

Conviene aclarar que exportamos el 25% de nuestra producción. De ese porcentaje el 75% va a China vendiéndole la vaca que ya terminó su ciclo productivo, la vaca usada. Queda claro entonces que la mayor parte de la carne que exportamos es de una calidad que no es la demandada por el consumidor argentino. En China prefieren cortes para cocinarlos en cacerolas o sartenes, acompañadas de vegetales con largo tiempo de cocción. Nosotros comemos asado de tira, vacío, achuras, nalga para milanesas, matambre, etc., todos cortes que no se exportan en una cantidad que pueda afectar nuestras disponibilidades domésticas.

• El campo y los productores ganaderos son formadores de precios.

Según el Censo Agropecuario de 2019 el sector ganadero está integrado por 203.381 productores, de ellos, el 87% no tiene más de 500 cabezas. En 2020 se exportaron más de 900.00 tns. Mientras que durante el kirchnerismo se exportaban 200.000. La incidencia impositiva en cada kilo de carne es de casi el 30%. Según el mismo Censo, contamos con 374 frigoríficos para faena. Es muy difícil ser formador de precio con la dispersión de compradores y vendedores que caracterizan el mercado ganadero. Además, justamente, esa diversidad es lo que le da transparencia.

• Los argentinos pagamos la carne al mismo precio que en Europa.

Según relevamiento efectuado en la 1° semana de Mayo de 2021, teniendo en cuenta el dólar oficial argentino, en Francia el Kg de lomo cuesta 32 euros, es decir $ 3680 y el bife angosto entre 21 a 29 euros, es decir $2415 a $3335. En España el lomo cuesta 32 euros, es decir $ 3680. En Alemania un bife argentino cuesta 40 euros el kg, es decir $ 4000. Queda claro que son otros precios, muy superiores a los nuestros.

Actualmente la industria ganadera y frigorífica viene ampliando su producción, pues pasamos de 200.00 tns. de exportación a poco más de 900.000 durante 2020, los índices de preñez han mejorado, mostrando asimismo una eficiente sanidad y nutrición de nuestras vacas cuyo rodeo también viene aumentando, es por ello, que no se entiende la adopción de medidas como el cepo a la carne, cuando se trata de una actividad que, desde las zonas productivas marginales de nuestro país, genera casi 3.00 millones de dólares de exportaciones. Se equivoca el gobierno de Fernández en pretender solucionar los desequilibrios internos con prohibiciones a uno de los sectores más progresistas de nuestra economía, debe apuntar a otras causas, como la presión impositiva desmesurada, la inflación general sin control, los altos índices de desempleo, falta de inversión, recesión, alto costo de la logística de transporte y puertos, entre otras, que afectan a nuestras estructuras productivas, desequilibrándolas aún más.

Una reflexión final: como productor agropecuario me puse en el lugar de un ganadero que hoy tenga su novillo para exportar, tal como lo venía haciendo hasta ahora, pues bien, ese productor entre el servicio en el que se concibe el ternero, (hoy novillo), la gestación en el vientre de la vaca por 9 meses, su crianza al pie de la madre por 7/9 meses más hasta su destete, luego, la recría que lleva unos 9 meses más hasta el obtener el kilaje deseado de aproximadamente 350 kgs. Resumiendo, el novillo le llevó al productor atenderlo por 1770 días. Como dato curioso recurrí a los diarios de esa época, (casi 5 años), y me llamó la atención leer declaraciones del actual presidente Fernández, diciendo que el gobierno de Cristina y La Cámpora eran lo peor que le había pasado a la Argentina…

(*) Abogado, productor agropecuario de Santa Elena y dirigente rural.