Clases virtuales: desigualdad educativa

apoyo escolar en barrios vulnerables

Los expertos coinciden en que los grandes perjudicados fueron los chicos de barrios carenciados por los problemas de conectividad. 

La pandemia generó cambios profundos en la sociedad, y entre ellos la educación fue una de las áreas más afectadas. Con el aumento de la pobreza crecen las desigualdades existentes y el cierre de escuelas producto de la cuarentena profundiza las desigualdades, a medida que los niños de entornos desfavorecidos experimentan mayores pérdidas de aprendizaje.

Un informe del Colectivo Argentinos por la Educación reveló días pasados que “1 de cada 4 estudiantes de barrios populares interrumpió su escolaridad durante 2020”. De estos alumnos, el 9,1% afirmó que no pretendía retomar sus estudios en el ciclo 2021, según un relevamiento exploratorio a 78 familias de estudiantes de nivel primario de 71 barrios identificados en el Registro Nacional de Barrios Populares (Renabap) y ubicados en diferentes regiones del país.

Aunque la muestra no es representativa del universo de familias de barrios populares, los datos ofrecen una primera aproximación al impacto de la modalidad de educación a distancia en las trayectorias educativas de los estudiantes de nivel primario de sectores vulnerables.

Según el informe, durante la suspensión de la presencialidad, el 35,5% de los alumnos de barrios populares mantuvo una comunicación diaria con la escuela y los docentes, mientras que el 22,4% tuvo contacto entre 3 y 4 días por semana, y un 8% de los estudiantes no tuvo contacto con su escuela.

Al indagar en el tiempo destinado a actividades escolares, se observa que el 42,3% de los estudiantes destinó entre 3 y 6 horas por día a actividades escolares durante el período de aislamiento social. Otro 42,3% dedicó menos de 3 horas diarias, mientras que el 10,3% destinó más de 6 horas por día.

Los expertos en materia educativa coinciden en señalar que los más afectados por el cierre escolar han sido los sectores más vulnerables debido a las dificultades de acceso a la conectividad, tener que compartir dispositivos entre varios integrantes del grupo familiar, y otras cuestiones del entorno.

Según el World Economic Forum, sólo alrededor del 60% de la población mundial tiene acceso a la red.

Los organismos internacionales, UNESCO, UNICEF y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), indican que además de la brecha digital entre clases sociales, existe una brecha familiar y advierten que los obstáculos no son sólo digitales, en cuanto a la carencia de dispositivos electrónicos, sino que las familias con menor educación tienen más dificultades para ayudar a sus hijos e hijas en las tareas escolares en casa, produciéndose así un aumento de la segregación educativa en este contexto de cuarentena.

Y en esto, los objetivos que se plantean desde el Ministerio de Educación, chocan de frente con las desigualdades digitales y estructurales.

En nuestro país, un nuevo informe de la Universidad Católica Argentina (UCA), de diciembre de 2020, que surgió de una encuesta representativa a hogares de todo el país, exhibe la profunda desigualdad social que la suspensión de las clases presenciales en primer lugar visibilizó y luego ensanchó.

Los datos son elocuentes: mientras en el estrato socioeconómico más alto el 72% de los alumnos pudo seguir con sus clases a través de plataformas educativas, solo uno de cada diez pudo ingresar a un aula virtual entre los chicos más pobres. Es decir, los estudiantes más aventajados tuvieron seis veces más chances de conectarse por plataformas que los más perjudicados. Las redes sociales, con WhatsApp y Facebook a la cabeza, fueron la principal herramienta de continuidad en las capas socioeconómicas más bajas.

“Los grandes perjudicados fueron una vez más los sectores marginales. La escuela es una tecnología en la que se propicia el proceso de enseñanza y aprendizaje. La casa no es ese mismo lugar y mucho menos las casas de los sectores más pobres. Allí no hay conectividad, faltan dispositivos, los padres tienen poca capacidad de acompañar y hay estresores como la falta de trabajo o de poder reunir el dinero suficiente para que la familia se alimente”, planteó Ianina Tuñón, investigadora responsable del Observatorio de la Deuda Social Argentina.

La UCA hizo una estimación del déficit educativo que tendrá lugar en 2021. Es decir, qué porcentaje del total de la población en edad para cada nivel habrá abandonado la escuela o, en su defecto, asistirá con sobreedad. Entre 2019 y 2021, calcularon un salto del déficit del 31,9 al 35,7% en la secundaria; del 8,7 al 12% en la primaria y del 26,1 al 32% en inicial.

No es casualidad que el nivel inicial, entre los 3 y 5 años, sea el que proyecte más abandono. Durante la cuarentena, por la necesidad de contacto físico, fue el nivel que demostró mayor dificultad: el 3,9% de los niños no tuvo ningún vínculo con sus maestros y tan solo el 19,3% se conectó a través de una plataforma.

¿Qué pasa en Entre Ríos?

Ni el gremio docente mayoritario, la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos (AGMER) ni el Consejo General de educación (CGE) cuentan son datos estadísticos respecto de la cantidad de chicos que dejaron la escuela en 2020.

Existe en el organismo provincial un documento interno que contiene esta información pero que aún no está disponible para su difusión, según se confirmó a Cuestión de Fondo.

Durante el 2020 se elaboró una propuesta denominada “Contenidos en Casa” que se difundió entre los docentes con material de trabajo y los lineamientos necesarios para cada nivel educativo. Algunas conclusiones de su aplicación se pueden en los siguientes gráficos:

Por otra parte, el Instituto Autárquico Becario Provincial (Inaubepro)  lleva adelante “Educando en Movimiento” un programa que brindar clases de apoyo junto con actividades deportivas, culturales y recreativas para chicos de contextos desfavorables de la provincia.

En septiembre de 2020 el diputado provincial Uriel Brupbacher (UCR) presentó un proyecto por el cual solicita se declare la emergencia del sistema educativo provincial aduciendo la creciente desigualdad, la brecha digital y el deterioro socioeconómico que cada vez afecta a más niños y adolescentes entrerrianos.  Dicha iniciativa tiene estado parlamentario pero duerme en comisión sin haber sido ni siquiera analizada hasta el momento.

La realidad en Paraná

En ese contexto, este miércoles un informe del programa televisivo Cuestión de Fondo (Canal 9 Litoral) recorrió algunos de los barrios más vulnerables de Paraná para conocer cuál es la realidad en la capital entrerriana. 

Los barrios Capibá, Cáritas, Antártida Argentina y Mosconi Viejo revelan datos desgarradores de la situación de cientos de familias que al desempleo y al hambre deben sumar la imposibilidad de que los chicos continúen la escuela. La virtualidad de las clases profundiza las desigualdades.

Testimonios

En Barrio Capibá, Elena colabora desde hace algunos años con el merendero que funciona en la casa de Remigia Lencina. “Hablando con las mamás sobre cómo ayudarlos, muchas manifestaron la problemática de que no tienen conocimientos para ayudar a los niños en la escuela primaria, porque muchas no saben leer o no tienen paciencia. Además que no es la misma comunicación cuando les enseña la mamá que con otra persona, y tampoco las clases virtuales llegan totalmente para todos. Por eso, aunque no somos maestras nos ofrecimos a venir a ayudarlos al menos con las tareas y explicarles lo que no entienden. Esta semana empezamos con este granito de arena que le vamos a aportar a los chicos del barrio”, relató.

En cuanto a los problemas que encuentran ante las clases virtuales, contó que “muchos chicos vienen con que la tarea es mirar un video o grabar un audio, y en muchos casos pasa que toda la familia se maneja con un solo celular únicamente, no tienen datos, como máximo cargan crédito una vez al mes y no tienen internet para todos. Por eso vamos a ver cómo los podemos ayudar, de última iremos a nuestras casas, bajamos el trabajo y se los traemos, porque acá no hay internet y la gente no tiene condiciones para tenerla”.

“A veces son tres o cuatro chicos en una familia. Una de las mamás me contaba que tiene cuatro chicos en la casa pero ella tiene un solo celular y solamente sabe mandar WhatsApp, no sabe entrar a buscar información. A uno de los nenes la maestra le pidió que le grabe un video de música y no saben hacerlo, no tienen las condiciones para hacerlo y entonces se les complica muchísimo desarrollar las tareas”, aseveró Elena.

“Vemos muchos chicos que tienen muchos problemas con la lectura, no saben leer, tienen mucha dificultad con los números, así que veremos si podemos ayudarlos un poco”, agregó.

Consultada por la respuesta del barrio ante la iniciativa, dijo que “cada día se suman más chicos, vienen contentos y los estamos incentivando a que se acerquen, para poder ayudarlos. Ahora se suma que cada vez se complica más el tema del coronavirus, las escuelas suspenden las clases, y entonces los chicos si los dejás se pasan todo el día jugando en la calle, no se sientan en su casa a hacer la tarea, si no tienen las condiciones. Entonces queremos que acá sea un punto donde vengan por su propia voluntad, encontrando un lugar donde sean acogidos y puedan desarrollarse y aprender”.

Afirmó además que “hay muchos chicos que dejaron la escuela. Hablando con personas de otros barrios y de otras escuelas, se ve que el número de chicos que están dejando la escuela o que llegan a fin de año y no entregan sus trabajos son un montón. El post pandemia será muy preocupante para la educación porque los chicos no saben leer, vemos chicos de 10 o 12 años que no saben leer y eso es lo básico y es muy preocupante.

Sobre la responsabilidad de las autoridades educativas, Elena analizó que “muchas veces dan trabajos y tareas pensando que todos tienen internet, que todos los padres saben leer y no es así. Hay casas que no tienen celular, no tienen internet y los padres no saben leer, y ahí los chicos quedan abandonados porque no tienen quien los ayude, entonces son varias cosas que hacen a un gran problema”.

Remigia, quien en su casa sostiene el merendero y trabaja denodadamente por conseguir donaciones para poder brindarles una taza de leche todas las tardes, habla casi sintiéndose culpable por no tener internet en su vivienda para poder ayudar a los nenes del barrio. “Yo no los puedo ayudar porque no tengo Internet”, se lamenta.

También confirma que es mucha la cantidad de niños que no concurren a la escuela: “Los papás no los pueden ayudar, les cuesta mucho, hay quienes no tienen celular y quienes no pueden cargarlo con crédito”, contó. 

En Barrio Cáritas, Sandra Vallejos dirige el Comedor Comunitario “Los niños primero” y desde allí intenta también trabajar por la educación de los gurises de la zona. “El año pasado fue difícil para todos porque se cerraron las escuelas por la pandemia y acá teníamos el apoyo escolar y hubo que dejar de hacerlo. Este año volvimos a comenzar, y más que nada tratamos de ayudarlos con los útiles, el guardapolvo, el calzado, la ropa, y muchos también vienen a buscar ayuda para la tarea y los que están en el jardín vienen a dibujar y a jugar. Hoy no pueden venir todos juntos y hacemos de a unos 20 chicos, turnándolos por día”, relató.

Los chicos de este barrio concurren a las escuelas Francisco Soler, La Baxada, Esparza o la Escuela Hogar. “Muchos chicos del barrio no tienen internet en su casa y además no llegan con el celular, porque no todos tienen la tecnología adecuada, entonces vienen para el comedor que sí hay internet y acá tratamos de ayudarlos con las clases virtuales que están haciendo. Hay muchos chicos que quedaron varados y dejaron de ir a la escuela porque además no tenían la posibilidad de estudiar en sus casas. Pasa en el barrio que no alcanza un solo celular porque la familia es numerosa, hay muchos que son seis o siete chicos y todos van a la escuela y lamentablemente es un caos. Nadie tiene computadora, y la mayoría de las familias en barrio Cáritas son de bajos recursos y tienen celulares viejos o rotos y entonces todo se complica”, afirmó Sandra.

“Lamentablemente, me duele decirlo, pero los docentes no se ocupan; acá en el barrio en el año nadie hizo un llamado de Zoom como hacían en otras escuelas, entonces los chicos se conocieron un día de clases cuando empezó en marzo el año pasado y después no fueron más, no se conocen las caras. El año pasado no dieron ningún tipo de clase, pero cuando a último momento cuando terminaba el año los docentes empezaron a apurar a los papás para que presentaran las carpetas y los cuadernos cuando muchas familias no tienen internet, ni computadora, ni celular”, cuestionó.

Para graficar la situación, contó también lo que vive en su caso personal: “Mi hijo tiene un retraso madurativo y concurre a la escuela Soler, y pasó a primer grado pero el año pasado fue un solo día de clases o sea que él no sabe lo que es compartir un patio, compartir la maestra o usar el guardapolvo blanco. Él piensa que va a jardín ahora”.

“También encuentro que hay muchos papás que no pueden ayudar a sus hijos, me pasó el año pasado que yo no podía ayudar a mis hijos a hacer las tareas y por eso me anoté este año para terminar la secundaria. Hay muchos papás que no pueden  y es lamentable pero estamos en una sociedad donde no nos importa nada del otro, del vecino, y así estamos”, reflexionó.

Una de las mamás del barrio contó a Cuestión de Fondo que “el año pasado cuando empezaron la escuela, mis hijos fueron dos días nada más porque después empezó la pandemia, y como no tengo celular para que me manden virtual, perdieron todo el año. Y este año nos pasó lo mismo y por eso hablé con la maestra porque no tengo celular, me mandaron dos veces fotocopias con las tareas de dos de los chicos”.

 “Uno de mis chicos estaba en primer grado pero no hizo nada el año pasado y este año lo pasaron a segundo pero no sabe nada. Me dijeron en la escuela que lo lleve igual, pero fue dos días y la maestra tuvo Covid así que hasta ahora no fue más”, lamentó. Agregó que “el nene que cumplió 15 estaba en sexto y quedó ahí porque tenía que pasar a primer año pero no pudo hace nada el año pasado y por eso repitió. Y la nena de quinto pasó a sexto pero sin saber nada. Los hicieron pasar de grado sin saber nada”.

También contó que ante la dificultad con la falta de conectividad, le entregaron cuadernillos pero “ni los chicos ni yo entendíamos nada, de ninguna forma pude ayudarlos porque no sé cómo explicarles”.

Una realidad similar se vive en Barrio Antártida Argentina, ubicado muy cerca del Volcadero Municipal de Paraná, donde la ONG Suma de Voluntades brinda acompañamiento escolar, además de realizar un trabajo incansable para mejorar las condiciones de vida de sus habitantes. “vienen chicos de nivel inicial, primero y segundo grado, y lo que hacemos es enfocarnos en las tareas y ayudarlos en las actividades que les mandan en los días que no van a clases presenciales, y siempre reforzamos algunos contenidos básicos para seguir acompañando lo que se va trabajando en la escuela. La misma tarea se repite en barrio San Martin con chicos de tercero y cuarto grado y en Mosconi Viejo con chicos de quinto y sexto grado”, contó Melisa Scuri.

Agregó que “lamentablemente muchos chicos no tienen acceso a lo virtual por eso el año pasado se trabajó más de forma individual con presencialidad, con uno o dos chicos en la sede de Suma de Voluntades. Hubo muchos chicos que no pudieron contactarse con las escuelas el año pasado y eso se ve reflejado ahora en el inicio del 2021, pero estamos trabajando para poder ayudarlos a que puedan retomar todo lo que no pudieron realizar”.

“Hubo chicos que no perdieron por completo el contacto con la escuela pero el gran problema fue el tema de las actividades, la impresión de las mismas, el recibirlas y enviarlas por internet y demás. Algunos trabajaron con cuadernillos pero además sucede que los chicos necesitan de un acompañamiento que muchas veces en la casa no se lo pueden dar y entonces eso faltó de la escuela el año pasado y nosotros tampoco estuvimos de manera presencial”, comentó.

Remarcó que “para ellos es importante el hecho de acompañarlos, sentarse al lado de ellos, ayudarlos a hacer una tarea, necesitan ese tipo de contención que en las casas a veces por cuestiones de trabajo o porque muchos padres no terminaron la primaria”. Y destacó en este punto que “ahora en barrio San Martín hay una escuela en la que muchos papás se han anotado para terminar la primaria y eso es bueno”.

Conclusiones     

Esta pandemia dejará sin duda debates abiertos y varios problemas por resolver, pero que se tendrán que dar sobre las evidencias y las consecuencias que ofrece la realidad. Sin duda hay que pensar en términos de innovación, en procesos creativos de enseñanza aprendizaje, nuevos vínculos y herramientas virtuales, pero solo a la par de superar las desigualdades estructurales. No se pueden tomar decisiones pedagógicas sin decisiones políticas concretas.

Hay que repensar la educación sobre las evidencias que deja semejante crisis y revertir una situación que golpea nuevamente a las grandes mayorías y sectores más vulnerables.

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