La sensación de congoja y dolor se esparció por el estadio en el minuto de silencio en homenaje a víctimas de la tragedia ferroviaria de Once. Luego de ese momento emotivo y merecido, arrancó un partido que Vélez suponía más accesible de lo que finalmente fue.
Entonado por la goleada del viernes ante Banfield, el equipo de Gareca salió dispuesto a dominar. Sin embargo, se topó con un rival tácticamente flexible y aceitado que le cerró los caminos con despliegue y se animó a contragolpear.
Vélez trabajó para encontrar huecos, pero careció de la explosión necesaria en los últimos metros para desarmar a Chivas. Si bien Cubero, Insúa y Óbolo tuvieron chances para marcar, el Fortín no lució cómodo y tampoco desplegó su clásico menú de fútbol.
Buscó el gol por las bandas (con Augusto, Papa y el Burrito Martínez), aunque le faltó precisión a la hora de pisar el área. En tanto, Arellano y Fabián se combinaron con criterio en las réplicas mexicanas y generaron dolores de cabeza. El gol visitante casi llega a los 26 minutos, cuando Barovero tapó un lujoso tiro libre.
El complemento arrancó con la misma tónica: Vélez fue al frente con ganas pero sin creatividad. Zapata, uno de los cerebros, optó por demasiados centros frontales. La única chispa la aportó Insúa, quien igualmente estuvo sometido a un exigente marcaje del rival.
A pesar de los obstáculos, el local llegó al arco mexicano. A los 9’, el Chapa Zapata cabeceó una pelota por arriba del travesaño, tras un tiro libre del Pocho Insúa. Y a los 15’ lo tuvo el Burrito Martínez de frente al arco, luego de una combinación entre Insúa y Óbolo.
Justo cuando la gente comenzaba a impacientarse y pedir mayor fútbol, Vélez encontró la llave para destrabar un partido chivo. Cubero ejecutó rápido un lateral, Cerro recibió en el medio y lo vio solo a Óbolo, que picó a buscar la asistencia y definió ante una salida apresurada del arquero Michel a los 22 minutos.
Fue el cuarto gol consecutivo del ex Arsenal desde su vuelta a Liniers (anotó en los cuatro partidos que jugó). En el banco, Gareca se desahogó y logró disipar la sensación amarga que le irritaba la garganta.
Luego del gol, el encuentro mutó por completo. Con un Chivas rendido y sin resto físico, arrancó la fiesta del anfitrión. Insúa, desequilibrante con su gambeta y su contundencia, estiró diferencias a los 36 minutos luego de una jugada en la que también participó el inteligente y solidario Óbolo.
Y el propio Pocho Insúa también puso el tercero un minuto después, después de conectar un envío desde la izquierda del debutante Pratto. Vélez resolvió un partido complicado a puro firulete y potenció su ilusión copera, señala TyC Sports.
(Imagen: www.mundonews.com.ar)