La pericia señalaba que el último domingo Videla había tenido “una caída mientras se duchaba en uno de los baños que le habría producido fracturas en el pubis y en una de sus costillas”.
Además, según detalló Ámbito, el resultado agrega que el dictador “estaba anticoagulado” lo que, con las fracturas provocadas por la caída, le produjo una hemorragia interna que derivó en un paro cardíaco.
Una vez que sea liberado el cadáver, los familiares tienen que informar al juzgado el lugar donde se inhumarán los restos y, luego de que se concrete, presentarle el certificado de inhumación.
Mientras, el secretario de Derechos Humanos de Mercedes, Marcelo Melo, reconoció que no se puede “prohibir” que Videla sea enterrado en su ciudad natal, pero manifestó su malestar por la noticia y confirmó que mañana a las 19 diferentes organizaciones políticas y sociales se concentrarán en la plaza principal para “repudiar la dictadura”. Además, confirmó que “nadie” de la familia del dictador se comunicó con las autoridades del cementerio local, donde tienen dos bóvedas.
“Si bien podemos repudiar, tampoco podemos prohibir que traigan el cuerpo de Videla aquí al cementerio, porque la familia tiene bóvedas privadas y personales, no estaría a nuestro alcance impedirlo. Sí marcamos el repudio y que tampoco nos simpatiza que los restos de este dictador terminen en la ciudad de Mercedes”, reiteró el funcionario en declaraciones a Página 12.
Melo admitió que el genocida “debe ser la persona más nefasta que ha dado este país y lógicamente de Mercedes esa mochila no nos la podemos sacar” y señaló que “más que evitar” el sepelio de Videla en el cementerio la idea “es mostrar el repudio”.
Igualmente, agregó que “no ha habido ningún llamado, no han pedido absolutamente nada, por lo tanto estamos hablando de supuestos” y contó que “la familia Videla tiene dos bóvedas en dos sectores diferentes en el cementerio municipal”.
En se encuentran los restos del padre del dictador, cuya bóveda está completa, mientras que la otra es compartida con otra familia y allí sí hay lugar disponible para féretros.
Videla murió a los 87 años cuando cumplía una pena de prisión perpetua unificada por tres condenas: una de ellas por el juicio a las juntas de 1985, otra por torturas y secuestros en Córdoba y la restante por apropiación de bebés, hijos de desaparecidos.