Las brigadas de rescate encontraron ayer otros tres cadáveres y ya suman siete los muertos luego de la tragedia ocurrida en la mina de la localidad de Río Turbio, en la provincia de Santa Cruz. Según los especialistas, los túneles están cargados de gases muy tóxicos por lo que sin máscara de oxígeno no se puede estar más de treinta segundos. Las esperanzas de encontrar a los siete obreros desaparecidos con vida, se apagan con el paso del tiempo.
Quedan siete mineros desaparecidos y el fuego en el interior de una mina de los Yacimientos Carboníferos de Río Turbio sigue fuera de control, pero ayer a la tarde los bomberos y los equipos de rescate frenaron el avance. Tenían un motivo válido: las altísimas temperaturas, la gran concentración de monóxido de carbono y de gas metano, y las propias llamas, que hacían imposible penetrar en el corazón de la mina.
Antes, los socorristas habían encontrado los cuerpos de otros tres mineros, con lo que los muertos ya suman siete (la mayoría, asfixiados). Para todos, aquí, las chances de que alguno de los mineros desaparecidos sea encontrado vivo son mínimas. Creen que ya no queda oxígeno en el interior de la mina 5, donde en la noche del lunes se inició el incendio y se sucedieron los derrumbes. Ni siquiera los propios familiares de los desaparecidos son optimistas. “Los del sindicato ya me dijeron que no hay ninguna esperanza de que mi hijo siga vivo; sólo esperamos un milagro”, dijo Luis Méndez, padre del minero Silverio Méndez.
El incendio se inició a raíz de un chispazo en uno de los rodillos de la cinta transportadora que saca el carbón de la mina 5 a la superficie. Enseguida todo el interior de la mina entró en combustión. Las llamas, además, consumieron las vigas y los techos de madera de los túneles, lo que produjo varios desmoronamientos. Cuarenta y tres mineros lograron huir de ese infierno, pero catorce de sus compañeros quedaron atrapados.
Los mineros muertos fueron velados ayer en el Centro Cultural de Río Turbio. Es un edificio del tamaño de una cancha de básquet, techos de madera y piso de mosaicos. Todos los féretros lucían los cascos de los mineros muertos: José Víctor Hernández Zambrano, Nicolás Arancibia, Miguel Cardozo, Julio Alvarez, Ricardo Cabrera y Oscar Marchand. Arriba del ataúd de Hernández Zambrano, chileno, también había una bandera de su país. Al final de la tarde, su cuerpo fue llevado en una camioneta a la localidad chilena de Puerto Natales, donde será enterrado.
Atrás de los ataúdes, durante todo el día y como si fueran una guardia de honor, estuvieron formados veinte mineros que llevaban puestos sus mamelucos azules y sus cascos con las linternas encendidas. Aunque la gente fue rotando, dentro del salón nunca hubo menos de 1.000 personas.
Uno de los que fue a darles su pésame a los familiares fue el presidente Néstor Kirchner, quien ayer a la tarde realizó un viaje relámpago a Río Turbio. El Presidente recordó que en su última visita a la ciudad había conocido a tres de los mineros muertos.
Fuente: Clarín.com