River Plate, después de seis partidos sin ganar y cuatro derrotas consecutivas, venció este jueves a Liga Deportiva Universitaria de Ecuador por 4-2, en el estadio Monumental, y se instaló en los cuartos de final de la Copa Libertadores de América, su gran objetivo del año. El próximo rival de los millonarios será Banfield.
En el primer tiempo, el equipo de Leonardo Astrada ganaba con tranquilidad por tantos del chileno Marcelo Salas -la figura- a los 6 minutos y Néicer Reascos, en contra, a los 11miutos.
En el segundo tiempo, los ecuatorianos descontaron a los 18 segundos por intermedio de Roberto Palacios, River recuperó la calma con un gol en contra del paraguayo Carlos Espínola (3 minutos) y otro de Luis González (14 minutos) hasta que un cabezazo del propio Espínola (20 minutos) marcó el 4-2 y mantuvo la tensión hasta el final.
River, cuyos errores defensivos complicaron la clasificación ante un rival mediocre que terminó con diez hombres por la expulsión de Paul Ambrossi a los 32 minutos del período final, enfrentará en la próxima ronda a Banfield, un adversario caracterizado por la solidez colectiva.
La preocupación que generó la ausencia del lesionado Gallardo fue disipada por un arranque explosivo del chileno Marcelo Salas, quien apareció en la dimensión de los viejos tiempos cuando forjó su condición de ídolo con goles claves en partidos decisivos. Es que el delantero, de presente irregular, abrió el camino a la victoria a los 6 minutos con un zurdazo de media distancia, fuera de contexto en un partido que se presumía complicado para conseguir el primer gol. Y un rato después, el chileno tuvo un protagonismo central en la jugada que derivó en el segundo tanto, finalmente anotado por Reasco en contra.
La prematura ventaja le dio a River la tranquilidad necesaria para manejar el partido con holgura y exponer los graves problemas defensivos de un equipo jerárquicamente muy inferior.
Si River no redondeó una goleada en la primera parte fue pura y exclusivamente por la falta de justeza en el área en un lapso en el que el partido se presentaba más fácil de lo esperado.
Cada vez que se lo proponía, el equipo de Astrada llegaba hasta el arco de Mora y quedaba al borde del gol, aún sin desplegar con juego brillante, sólo por el peso de sus nombres.
Salas, por caso, tuvo dos nuevas chances para aumentar antes del descanso que, indudablemente, perjudicó al equipo local porque al reiniciarse el partido Liga llegó al descuento en su primera aproximación de ataque con un largo disparo de Palacios que encontró una flojísima respuesta de Costanzo.
No obstante, los fantasmas se ahuyentaron rápidamente con otra intervención del chileno Salas, quien forzó el tercer gol, anotado en contra por Espíndola, al pelear por una pelota que hizo escala en la cabeza de Domínguez, tras un remate defectuoso de Luis González.
El tercer gol fue la ratificación de que River lastimaba a voluntad y el cuarto, concretado por Lucho a los 14 con un toque bajo y esquinado al palo derecho, la confirmación de una superioridad evidente.
Pero River volvió a complicarse la noche sin mediar méritos ajenos y en otro descuido defensivo, sin dudas el aspecto de mayor preocupación de cara al futuro, sufrió el segundo gol con un cabezazo franco de Espínola, quien apareció sin marcas tras un córner ejecutado por Aguinaga desde la derecha.
La posibilidad de un tercer gol ecuatoriano que significaba la eliminación mantuvo la tensión hasta el final del partido, aunque futbolísticamente esa chance resultara quimérica. Pese a la cercanía de la clasificación, la Liga no logró inquietar en ningún momento y mucho menos cuando quedó en desventaja numérica por la expulsión.
En resumen, River, que arañó el quinto tanto cerca del final, aseguró su clasificación con algo de susto y mucho de desahogo por quebrar una racha adversa que registraba como antecedente inmediato una dolorosa derrota en el superclásico con Boca Juniors.