Los dueños de las farmacias Villegas fueron allanados y quedaron complicados en una causa por evasión fiscal y lavado de dinero, a partir de operaciones en los últimos años. No solo desarrollaron el negocio de la salud en Paraná y otras ciudades, sino también el de la construcción de 16 edificios que no se declararon. La evasión superaría los 900 millones de pesos y tendrían una facturación mensual en negro cercana al millón de dólares. A la vez, los Villegas no dejan de crear empresas y comprar inmuebles impunemente. En agosto adquirieron una casa de 7 habitaciones en Punta del Este, en 1.600.000 dólares, según confirmó ANALISIS. Los sabuesos de la AFIP y la Justicia Federal quieren determinar, además de la evasión, si los Villegas lavan dinero de la corrupción o del narcotráfico.
Daniel Enz
Los Villegas no desconocían el amplio operativo de allanamientos simultáneos que iba a existir la semana pasada en la capital entrerriana. En uno de los edificios de la zona del Parque Urquiza -donde reside uno de los familiares directos del jefe del clan-, comenzaron a producirse movimientos poco antes de las 5 de la mañana de ese jueves 12 de septiembre. Uno de los gendarmes tuvo que contener la bronca cuando una mujer le contó, en el acceso, algo de lo que sucedía puertas adentro en ese lugar. Pero a todos los quedó claro que el dato “se filtró” de alguna oficina judicial, desde donde se emitió la orden de concretar 16 allanamientos, entre farmacias e inmuebles particulares y por ende no se encontró toda la documentación que se quería hallar, después de más de dos años de investigación. Solamente se encontraron algunas cajas de documentación sin mayor trascendencia para la pesquisa y un total de 160 mil dólares. O sea, un poco más que lo que semanalmente compran los Villegas en el mercado negro. Por lo general, en Paraná los farmacéuticos acuden al mismo operador financiero: un amigo del golf de los Villegas, ligado al Club Estudiantes, que vive en la zona del Parque Urquiza. Y, paradójicamente, muy allegado a conocidos profesionales de Paraná que el año pasado fueron condenados por el Tribunal Oral Federal de esta capital, quienes asesoraban para evadir impuestos de la Administración Federal de Ingresos Públicos. (AFIP). Los cálculos indican que los Villegas manejan en blanco más de 10 mil millones de pesos anuales y 280 mil dólares por mes en negro, que se entiende constituye un 25 por ciento de lo que se mueve. Por eso los sabuesos hacen el cálculo de que disponen de un millón de dólares por mes en negro.
Hay quienes sostienen que alguno de los empresarios no desconocía que hacía por lo menos seis meses los estaban investigando con intensidad desde la AFIP Regional Paraná y desde Gendarmería Nacional. Incluso, se venían haciendo “escuchas telefónicas” a varios de los integrantes de la familia millonaria. Fue a partir de informes que AFIP les acercó al fiscal Leandro Aníbal Ardoy y al juez federal Leandro Ríos que se concretaron los allanamientos. Ellos sabían que era por evasión y lavado de dinero, pero si bien tomaron nota, tampoco se preocuparon demasiado ni dejaron de hacer sus negocios/negociados. De hecho, en estos meses siguieron comprando farmacias y no se privaron de adquirir, por ejemplo, una casa fastuosa en la zona de playa Solanas de Punta del Este, en 1.600.000 dólares. La vivienda tiene siete dormitorios y la mayoría de esos espacios dispone de baños en suite. Máximo Villegas, el hijo mayor del matrimonio que conforman Fabián Villegas y Mariel Raquel Lissa -los verdaderos jefes de toda esta historia- se encargó personalmente de acudir en agosto al escritorio de Martin FalcioniDifiuri, abogado y escribano del estudio Invidio &PerezBerinduague, con sede en Punta del Este, para concretar la operación y después partir desde el aeropuerto de Carrasco (Uruguay), rumbo a Ibiza (España), para cerrar otro negocio en el exterior. Villegas retornó de España y se fueron con su mujer a esquiar a Las Leñas.
El pool de farmacias de los Villegas fue un tema recurrente en los últimos años en Paraná. ANALISIS lo ha venido advirtiendo, en absoluta soledad, porque no se entendía tanto crecimiento en medio de la crisis del país y de la provincia. Y por qué los organismos de control no movían un solo dedo, pese a que observaban todo el tiempo una explosión de inversiones en farmacias, edificios, automóviles, embarcaciones y la creación de diferentes empresas.
El cráneo de esta historia es Fabián Villegas, de 57 años, cordobés de nacimiento, pero que de muy joven se fue a vivir a Calchaquí, una localidad de 13 mil habitantes, a 210 kilómetros de Santa Fe y atravesada por la ruta nacional 11. Su padre odontólogo había decidido, en la década del ‘70, ir al norte santafesino a ganarse la vida junto a su mujer, docente, quien a la par comenzó a dar clases en la Escuela Fiscal número 448 de Calchaquí. Se instalaron en una humilde vivienda en calle Sargento Cabral, a escasos metros de Boulevard Belgrano. Cuando terminó la primaria, Villegas se fue al Liceo Militar General Belgrano de Santa Fe y sólo volvía al pueblo los fines de semana. Fue en Calchaquí donde conoció a Mariel Lissa, hija de Tarcisio Lissa, un hombre clave en la historia de los Villegas. Nunca más se separaron y son protagonistas principales de esta historia.
Fabián Villegas estudió farmacia y su novia ingeniería en sistemas. Ambos en Santa Fe. A principios de los ‘90 se casaron y decidieron instalarse en Paraná, en Canónigo Baños al 2000, para desarrollar el proyecto de la farmacia. Tuvieron cinco hijos y cuatro de ellos participan activamente del negocio familiar: Máximo, Ignacio, Augusto y María Constanza. María del Carmen, la menor, no participa de empresa alguna.
Negocios y relaciones
El apoyo económico de don Tarcisio Lissa fue clave para la historia de los Villegas: vendió unos animales que tenía en el campo en proximidades de Calchaquí y con ese dinero, su yerno y su hija, abrieron el local en Don Bosco y Sosa Loyola, en 1993. Tres años después se creó la AFIP, a partir de la fusión de la Dirección General Impositiva y la Administración Nacional de Aduanas. Y casi no se miraba a los pequeños emprendimientos.
Poco a poco fueron creciendo a partir de la empresa Livil SA, compuesta por Fabián Villegas y Mariel Raquel Lissa y creada el 6 de agosto de 2000. El objeto era compra y venta de productos de farmacia y explotación ganadera. Arrancaron con un capital de 12 mil pesos, en tiempos del uno a uno. Tuvieron un arranque importante, pero la crisis de 2001 también los ahogó. Cerraron locales por un tiempo y cuando se recuperaron fueron a una concesionaria y lo primero que hicieron fue comprar cinco camionetas express.
A la marca Villegas recién la registraron en agosto de 2004, pocos meses después de la llegada de Néstor Kirchner al gobierno nacional. Nunca quedó claro por qué comenzaron a tener una explosión importante de inversiones. Hay quienes sostienen que tuvieron un padrino político en el gobierno nacional y que el supuesto negocio de la efedrina los catapultó como empresarios. No obstante, nunca se pudo determinar nombre alguno ni existió investigación de la Justicia Federal que los pudiera comprometer. En esos tiempos, no fueron pocos los jóvenes empresarios sin escrúpulos en la Argentina, que pasaron del tráfico de esteroides a la mafia de los medicamentos y desde allí a la efedrina, amparados con la protección de sectores de la SIDE, la Policía Federal, la Aduana y altos funcionarios de la Casa Rosada. Tuvo una firme intensidad el negocio entre 2004 y 2008, en que un grupo de narcotraficantes argentinos importó oficialmente casi 50 toneladas de efedrina de China e India para luego contrabandearlos a los carteles de la droga de México, que a su vez la convirtieron en metanfetamina y la vendieron en Estado Estados. Fue tanta la plata que recaudaron que el negocio se desmadró y terminó con el triple crimen de General Rodríguez, creando una onda expansiva de complicidades. Y al sistema narco y corrupto les servían los emprendimientos con varias farmacias de un mismo dueño, para desarrollar ese negocio. Por esos días, la efedrina no tenía ningún tipo de control y sí o sí debía comprarla el farmacéutico, sin registro alguno.
Con el kirchnerismo en el poder, los Villegas volvieron a adquirir farmacias y desarrollaron su poderío económico. Invertían en Paraná y zona, pero nunca desplegaron ni un dólar en Calchaquí, por ejemplo, lo que siempre sorprendía a amigos y familiares. Iban de vez en cuando a la localidad santafesina en una importante camioneta, para trasladar a todos los integrantes de la familia. Casualidad o no, uno de los mejores amigos de Fabián Villegas siempre fue Marcelo Rossini, un conocido empresario del lugar, que vivía a escasas cuadras de su casa y tuvo el mismo crecimiento económico del farmacéutico y al mismo tiempo. La madre de Rossini, Elisa Belkys Fumis, ya fallecida, era prima hermana de la última esposa del suegro de Fabián Villegas, Margarita María Fumis. La madre de Mariel Lissa, Angélica Irma Quijada, falleció en Calchaquí en abril de 1995, cuando ella tenía 26 años y ya estaba instalada en Paraná. Rossini se hizo muy amigo del entonces ministro de Planificación y dueño de varias cajas negras del kirchnerismo, Julio De Vido. De hecho, el exministro una vez fue a los festejos en Calchaquí de la hija de Rossini, cuando aún no había entrado a la adolescencia.
El conocido empresario se transformó en el dueño de las principales estaciones de servicios de Calchaquí y Vera, al igual que en Santiago del Estero. También se expandió en sus negocios en Puerto Tirol (Chaco), y Reconquista; compró campos de la zona y también tiene inversiones en Punta del Este. En uno de esos campos tiene pista de aterrizaje y un avión para trasladarse. Incluso integra una sociedad de “actividades con bienes nacionales e importados”, creada en 2012, donde uno de sus socios es Sergio Carlos Spadone, que tiene residencia en Beijing. Además, fue sponsor del Chino Maidana, el boxeador oriundo de esa zona, que llegó al título del mundo. No obstante, desde 2020 Rossini vive en Asunción (Paraguay), en un edificio céntrico de calle Eduardo Víctor Haedo y tiene incluso cédula paraguaya. Figura como “comerciante” pero no aparece en el Registro Único de Contribuyentes (RUC), de tributaciones para pagar impuestos. Tampoco tiene nada a su nombre. En los últimos años, y antes de irse a Paraguay, Rossini llegó por lo menos en dos oportunidades a la capital entrerriana.
Los memoriosos recuerdan que don Tarcisio Lissa murió en abril de 2007, a los 72 años. El hombre se habría disgustado mucho al ver el crecimiento económico y explosivo de su yerno y su hija y al enterarse de que detrás de esas inversiones podían existir maniobras de lavado de dinero y del narcotráfico, a través de algunos allegados al gobierno kirchnerista. Y falleció después de sufrir un proceso cardíaco.
Retroceso, salida e inversiones
Fabián Villegas y su esposa se declararon en quiebra en octubre de 2020, en plena pandemia, ante el Juzgado Civil y Comercial Nº 9 de Paraná, a cargo de Ángel Luis Moia. Pero en paralelo, su hijo Máximo siguió generando empresas. La última empresa del matrimonio Villegas fue Delta Farma SRL, creada en marzo de 2010, con sede social en Blas Parera 785, donde está una de las farmacias. El socio es Luis Rubén Rodríguez Gigena, casado con María Gabriela Villegas.
En agosto de 2020 Villegas formó con su hermano Ignacio, que era estudiante, la empresa Gamma Farma SRL. La sociedad también se integró con Rocío Luz Sánchez, oriunda de Pedro Luro, en la provincia de Buenos Aires. El dato saliente fue que el abogado que hizo los trámites ante el Registro Público fue el cuestionado exfuncionario bustista Gustavo Borrajo, ladero del exministro de Economía, ya fallecido, Eduardo Lalo Macri. De hecho, Borrajo era quien administraba las cuentas de Macri (que falleció siendo secretario de Hacienda de Adán Bahl) en sociedades off shore de bancos suizos. El letrado llegó a manejar cerca de 2 millones de dólares de Macri en Suiza, que salieron desde bancos uruguayos y eran fondos de la corrupción en tiempos del primer y segundo gobierno bustista, de los que nunca se quiso ocupar la entonces jueza de Instrucción, Susana Medina de Rizzo, ante quien formalizaron la denuncia por enriquecimiento ilícito los entonces dirigentes Juan Carlos Lucio Godoy y Juan Carlos Ardoy, con el patrocinio del abogado penalista Ricardo Monner Sans. En 2008 Borrajo, que había sido director de Asuntos Jurídicos del Ministerio de Economía de la provincia entre 1996 y 1998, fue condenado a dos años de prisión condicional e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos. El tribunal integrado por José María Chémez, Héctor Vilarrodona y Ricardo González, lo consideró autor del delito de “negociaciones incompatibles con el ejercicio de sus funciones en concurso real por dos hechos”.
Gamma Farma SRL fijó domicilio en Salta 325, departamento 3 y tenía como objeto la “fabricación de productos medicinales y comercialización”. Poco después, Rocío Sánchez vendió sus acciones al joven farmacéutico Luciano Joaquín Godoy, de 28 años, oriundo de Alta Gracia (Córdoba) y que actualmente tiene domicilio en calle Cervantes de Paraná.
Diez meses después, en abril de 2021, se hizo el contrato de otra firma de los Villegas: Kappa Farma SRL. Allí también aparecen como socios los hermanos Máximo e Ignacio y también es Gustavo Borrajo quien quedó a cargo de los trámites ante el Registro Público. Sorprendió que tuviera el mismo objeto que la firma creada el año anterior: fabricación de productos medicinales y comercialización. Fijaron el domicilio en calle Nogoyá 143, piso 12 de Paraná.
Los Villegas dejaron de hacer operaciones con farmacias por la quiebra del matrimonio Villegas-Lissa. Pero en paralelo comenzaron a verse desde la AFIP maniobras de evasión con construcciones de edificios, donde aparecía, fundamentalmente, el contador de los Villegas, Enrique Gustavo Passadore junto a su socio Juan Carlos Kochendoerfer, actual director contable del Ente Regulador de la Energía de Entre Ríos (EPRE). El contador quedó en ese lugar en el tercer gobierno de Jorge Busti, cuando el arquitecto Francisco Taibi fue interventor del organismo. Ambos profesionales fueron armando negocios destinados a la construcción y venta de edificios de departamentos a través de la modalidad de la figura del “fideicomiso al costo”, respecto de la cual se advertían inconsistencias que hacían presumir una maniobra de ocultamiento de la realidad económica de su funcionamiento y por ende el pago de los respectivos impuestos. Cada fideicomiso, creados desde 2007 en adelante, tiene una misma sede: Pasaje Baucis 486 de Paraná, que es el domicilio del estudio contable de Passadore y Kochendoerfer. Conformaron 16 fideicomisos, cuyas direcciones corresponden a edificios importantes que se construyeron en Paraná. A la vez, ambos profesionales tenían la Consultora PyK SA y Brick Construcciones. La primera firma está desde 2007; la segunda, desde mayo de 2014. Según la AFIP, los diversos fideicomisos armados a lo largo de todos estos años, operan como pantalla para “ocultar la realidad económica y evadir el pago de impuestos”, no sólo de ambos contadores sino también de los inversores de los edificios que se construyen. De acuerdo a un informe reservado al que accedió ANALISIS, “Passadore tiene total manejo del aspecto laboral del personal de la construcción abocado a la construcción de los edificios. Claramente no se trata de una mera administración de recursos de un fideicomiso sino de un manejo directo y celoso de todas sus contingencias. A ello deben agregarse los hechos denunciados inicialmente vinculados a la circunstancia de que los empleados de la construcción nunca son afectados al fideicomiso para el cual están prestando su fuerza laboral, sino que Passadore abusa de esta figura de manera permanente, utilizando, por ejemplo, la CUIT de fideicomisos que ya se encuentran finalizados, para adjudicarle compras de insumos o registración de empleados para sustraerse del control de este organismo, ocultando la realidad económica de sus emprendimientos constructivos”. Y a la vez se entendía que Brick Construcciones servía para desviar la facturación y los pagos: “Passadore conoce perfectamente la figura del fideicomiso y la vende como un producto, haciendo hincapié en su atractivo consistente en la posibilidad de esconder el patrimonio del fisco o de eventuales acreencias. Es decir que Passadore ofrece un know how que utiliza de manera personal en sus emprendimientos constructivos y realiza un negocio comercial habitual con cifras multimillonarias mientras que la tributación es nula o baja por parte de la sociedad fiduciaria (que no tributa Impuesto a las Ganancias desde 2015) y la empresa Brick Construcciones”. Lo saliente fue que ni Passadore, ni Kochendoerfer, ni la consultora PyK presentaron declaraciones juradas de impuestos desde 2020. Pese a los movimientos millonarios que hicieron no ingresaron impuesto alguno al fisco. No obstante, Passadore incrementó su patrimonio de manera considerable sin declararlo ante AFIP. Entre otras cosas, con la compra de varios departamentos.
Algo parecido sucedió con la pareja de Passadore, quien administra los alquileres de los departamentos construidos. Ha hecho inversiones importantes en los últimos tiempos: una de ellas en calle Catamarca 497 (esquina Tejeiro Martínez), donde funciona un local de venta de ropa para niños; el segundo, ubicado catastralmente en calle Catamarca 495, contiguo al primero. También quedó bajo investigación el escribano Héctor Vitali, quien autorizó todas las escrituras vinculadas a la adquisición de los terrenos en los que se construyeron los edificios y la constitución de los fideicomisos.
Mientras Fabián Alberto Villegas y su esposa, Mariela Lissa, se encontraban declarados “en quiebra” hasta el mes de septiembre de 2023, se fueron creando numerosas sociedades dedicadas al rubro farmacéutico. La deuda del matrimonio fue cancelada merced al aporte que en el mismo juicio hizo su hijo Máximo Villegas. El joven asumió la deuda del concurso y satisfizo a los acreedores del proceso. Y siguieron como si nada. Sin embargo, la situación fiscal del ingeniero industrial no se condice con su status de vida, ni con su real capacidad económica.
Máximo Villegas se encuentra inscripto en el régimen de Monotributo categoría E, no paga Impuesto a las Ganancias ni Bienes Personales. Declara como actividad la de “servicios de asesoramiento, dirección y gestión empresarial realizados por integrantes de cuerpos de dirección en sociedades excepto las anónimas” y “servicios n.c.p.”. Pero tiene propiedades, embarcaciones y automóviles.
Los Villegas llegaron a sumar 30 farmacias explotadas a ese momento por el matrimonio Villegas-Lissa y sus hijos. Esta actividad evidenció una gigantesca expansión durante los últimos años. En 2020, además de las ya mencionadas, crearon Beta Farma SRL (fabricación de productos medicinales) y en 2021 Sigmafarma SRL, la farmacia de Crespo. En ambas quedó como gerente Máximo Villegas. En 2023 formaron las sociedades Luar Med SRL (Máximo e Ignacio Villegas), para una farmacia en Santa Fe que compraron en 28.300 dólares según los papeles y Iotafarma SRL (Ignacio Villegas de gerente), para la farmacia en Diamante, adquirida en 500 mil pesos. Lo mismo hicieron con El Despertar SRL, otra farmacia en Paraná, y Fajuar SRL, un local que abrieron en la provincia de Buenos Aires en septiembre del año pasado. En ambos lugares Máximo e Ignacio Villegas son los socios gerentes. Y en diciembre de 2023 compraron en 10 millones de pesos una farmacia de Concepción del Uruguay, que quedó bajo el registro de Rodríguez Vicente SRL, con Máximo Villegas como gerente. Ya este año adquirieron Farmacia Rivadavia, en 176 mil dólares, también con Máximo e Ignacio como socios gerentes. Y hay que sumarles una farmacia en Chajarí, una en San Salvador, una más en Concepción del Uruguay y dos en Gualeguaychú.
Al rubro farmacias y construcciones le agregaron la empresa Ketoma Bar SRL, dedicada a la explotación del bar Patagonia, en el shopping nuevo de calle Corrientes, donde los socios son el contador Passadore y los hermanos Máximo, Ignacio y Augusto Villegas. En la AFIP se entendió que la sociedad fue creada “con la finalidad de canalizar las ganancias no declaradas por los nombrados y de esta manera lavar dinero”. No era lo único que tenían los sabuesos, sino también exorbitantes movimientos financieros, la adquisición de bienes de lujo, de compra de divisas, de viajes al exterior de manera frecuente. Y cada fiesta que hacen (particulares o del grupo empresario) son de una fastuosidad millonaria, pocas veces observada en Paraná. Disponen de varios automóviles Mercedes Benz o embarcaciones muy costosas, como el barco que compraron en 350 mil dólares a un empresario de Paraná y está instalado en el Club Náutico o la lancha de 45 mil dólares que adquirieron en febrero de este año. Y nada de todo eso se ve reflejado en sus declaraciones impositivas.
Los Villegas quedaron en una encrucijada donde no les resultará fácil salir. Durante los últimos tiempos, las investigaciones de la AFIP (que también esperó demasiado tiempo, porque los empresarios ejercían su impunidad a la vista de todo el mundo) y el trabajo de “escuchas telefónicas” de personal especializado de Gendarmería nacional sumaron suficientes elementos y documentación para demostrar no solo la evasión impositiva del grupo, sino también maniobras de lavados de activos. Las pruebas recolectadas reflejan exorbitantes cantidades de dinero de manera constante, que se trasladan a la compra de bienes; la instalación de farmacias en distintos puntos de la provincia, la inversión en infraestructura y reacondicionamiento de esos locales. Y ello no se condice con los movimientos que aparecen registrados en el organismo nacional. Siempre resultó llamativo para los sabuesos que cada vez que se adquirió una nueva farmacia, casi automáticamente ésta comienza a triplicar el nivel de facturación. Un caso singular fue el de la que está ubicada en calle Cervantes esquina Buenos Aires de Paraná, la que, si bien no ha sido formalmente transferida al patrimonio de las sociedades del grupo Villegas, en sus cuentas bancarias registra como cotitulares a los empresarios. Esta farmacia triplicó el monto de ventas declaradas.
Sin embargo, el incremento de los montos de ventas está vinculado a la venta de productos “exentos” de IVA como es el caso de los medicamentos, mientras que los restantes productos vendidos conservan el mismo nivel de facturación, como así también el nivel de acreditaciones bancarias. Es decir que se observa un inusitado incremento de ventas que no tributan el IVA, que dan cuenta de un movimiento exorbitante de medicamentos. El Ministerio Público Fiscal tendrá que determinar si ese movimiento es real o ficticio, y si este incremento tiene como finalidad el blanqueo de dinero. La historia recién empieza en el edificio de calle 25 de Mayo, donde el grupo empresario tendrá que empezar a ensayar algunas respuestas claras y contundentes respecto a su evasión -que superaría los 900 millones de pesos- y el lavado de dinero que se hace todo el tiempo. Porque de lo contrario, la cárcel será el destino de muchos de ellos.
Inmuebles y automóviles
--Máximo Villegas es propietario de inmuebles (dúplex y terrenos) en zonas de alta cotización inmobiliaria como la Toma Vieja de Paraná. Además de ser titular registral de una embarcación tipo moto de agua, reside en un piso alquilado en la zona de El Rosedal de la capital provincial, cuyo valor locativo supera el millón de pesos mensuales. Además, sería propietario de otras embarcaciones que no se encuentran registradas a su nombre.
--Ignacio Villegas también reviste la condición de Monotributista frente a la AFIP. Declara la actividad de “Prestación de servicios o locación” y “Servicios n.c.p.”. Es propietario de un vehículo de alta gama (Amarok DC V6) y una embarcación matrícula Rey 071352.
--El 28 de mayo de 2024 los hermanos Ignacio, Máximo y Augusto Villegas adquirieron un inmueble sito en calle Urquiza 1838 de la ciudad de Gualeguaychú, frente al nuevo Hospital Bicentenario de Gualeguaychú.
--La familia Villegas tiene varios vehículos de alta gama. Un Mercedes Benz A 250, a nombre de Betafarma SRL. Un Mercedes Benz C300, a nombre de Gammafarma SRL. Un Volkswagen Amarok 2.OL, a nombre de Farmafenix SRL. Un Chevrolet Cruze, de Omegafarma SRL. Un Jeep Compass Limited, a nombre de America Farma SRL. Un Peugeot Partner, a nombre de Omegafarma. Un Citroen Berlingo, de Betafarma SRL.
(Más información en la edición gráfica de la revista ANALISIS, edición 1154, del día 22 de septiembre de 2024)