Por Luis María Serroels,
Especial para ANALISIS DIGITAL

Teniendo en cuenta que “esta plaza del 10 de de diciembre” debe ser la plaza de los triunfadores –como algún día lo fue también de los Kirchner-, la incitación resulta nítidamente provocativa porque hay que ser demasiado necio como para no advertir la posibilidad de choques no deseados. El riesgo queda latente. Está claro que lo que se busca es entorpecer el legítimo derecho a festejar de un vasto sector de la ciudadanía que eligió libremente a su candidato. ¿Esto también forma parte del “vamos por todo”?

No se persigue ganar la plaza de la resistencia para repudiar a un gobierno de facto usurpador del poder, sino de vomitar una demencial furia por haberse sufrido un revés en las urnas de la democracia.

“Nosotros votamos el proyecto de Néstor y Cristina y no a Macri, por eso tenemos derecho a estar en esta Plaza”, dijo sin pudor la vociferante dirigente (pareciera extraído del Manual de Estilo de Nicolás Maduro). Y remató que “si tenemos que volver a hacer todo lo que hicimos en los gobiernos de Menem y De la Rúa, lo vamos a hacer”, (olvidó que entre el condenado por la justicia Carlos Menem y el matrimonio Kirchner se cultivaron buenas relaciones y gestaron acuerdos espurios). Se está incentivando un sentimiento reñido con la convivencia en paz.

La incultura retórica continuó con esta advertencia muy amenazante: “Repudiamos la presencia de Macri en la Casa de Gobierno, tenemos derecho como pueblo”. Este brulote no sale de la boca de un anónimo militante cristinista al ver alejarse sus sueños de continuidad, sino de alguien muy cercana a la presidente y además mentora de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo, de allí que adquiera una peligrosidad inusitada. Pero encima se piensa permanecer en la Plaza de Mayo hasta el viernes 11 para que “cuando venga (Macri) nos encuentre aquí, al pueblo marchando, repudiando su presencia en esta casa y a ellos, que hablan de legalidad y hacen todo ilegal” (Sic). Un cambio de sede para el traspaso podría obligar a un cambio de planes.

Sólo una mente perturbada por el odio puede expresar estas frases, como si el término “pueblo” fuese patrimonio exclusivo del kirchnerismo y la alternancia constituya un vulgar anacronismo.

¿Qué razones podrían estar originando esta postura contraria a elementales reglas del respeto y la tolerancia? ¿No será porque el cambio podría acelerar causas judiciales que le significarían a HB una insoportable migraña y una molesta comezón? Es que el progresivo desentumecimiento de la justicia le abre perspectivas de movilidad a causas resonantes que involucran al poder político.

El desvío de fondos públicos entregados a la Fundación Madres de Plaza de Mayo con participación de la empresa Meldorek S.A. (hermanos Schoklender) quedó en la mira de la Auditoría General de la Nación, organismo que investigó la entrega de una millonada de pesos por parte del Estado para la construcción de viviendas. Se trata de verificar si dichos fondos fueron efectivamente utilizados en las casas o hubo una administración fraudulenta.

El juez Marcelo Martínez de Georgi habló de una “asociación ilícita y millonarios desvíos de fondos”. Se comprobaron “irregularidades e ilegalidades”, como ausencia de control del gobierno nacional, contrataciones directas vulnerando el trámite licitatorio por tratarse de dineros públicos, discrecional manejo de los mismos, deficiencias en las rendiciones de cuentas e incumplimiento de sus responsabilidades como empleador por parte de la Fundación afectando la ejecución del programa.

Asimismo advierte falta de mecanismos de adjudicación de las viviendas, arbitrariedades y un faltante de 42 millones de pesos cuyo ingreso no se pudo constatar.

Entre 2005 y 2011 el Estado acordó a la Fundación 1.295 millones de pesos para el plan gerenciado por los Schoklender. De las 4.757 unidades previstas, sólo se habrían adjudicado 822, apareciendo con mayor claridad la existencia de desvío y malversación de fondos, trabajo en negro, clientelismo e incumplimiento de los deberes de funcionario público. La Casa Rosada decidió que el Tesoro absorbiera más de 200 millones de pesos cuyo paradero no se habría podido determinar.

Con respecto a la Universidad de las Madres, el gobierno la estatizó, significando que todos los ciudadanos que pagan impuestos debieron hacerse cargo de un rojo de unos 230 millones de pesos, producto de desmanejos y actos de corrupción.

El investigador Luis Gasulla, en su libro “El negocio de los derechos humanos”, habla de la “doble moral y el doble discurso del kirchnerismo aplicado a las Madres de Plaza de Mayo y Hebe de Bonafini”. Y cita a los trabajadores perseguidos por pensar distinto, un centro de estudiantes que no puede existir, un espíritu crítico que no existe, trabajadores a los que no se les realizan aportes previsionales, que no se le paga a Edesur y que se cuelga de los cables hace 9 años. En este contexto se arribó a la decisión de la presidente.

Advierte Gasulla que el contribuyente argentino sostiene con sus aportes “carreras de formación militante para estudiantes”, mencionando además las estrechas relaciones con el general César Milani, “acusado de haber sido parte en la desaparición de personas durante la última dictadura militar”. En esta casa de estudios “se cercena toda posibilidad de poder disentir con la jefa de la organización o sus ideas”, señala. Es el dogma K en su más excelsa expresión.

No fue todo. La agrupación de Bonafini salió a repudiar lo que llama un “ataque” del macrismo y algunos medios contra la Procuradora Alejandra Gils Carbó “sin ningún argumento legal”. Pregunta: ¿qué argumento legal se utilizó para desplazar al anterior Procurador, Esteban Righi y designar en su lugar a Gils Carbó? Si existe la estabilidad constitucional, ya existía entonces. Bonafini sentenció desafiante “que nadie se atreva a tocarla”. Cabe recordar que la actual jefa de los fiscales tiene radicadas varias denuncias en su contra en los tribunales, que empezarán a moverse apenas arribe el nuevo gobierno.

Sin demoras, la Línea Fundadora de las madres salió a repudiar estos exabruptos contra el mandatario electo, defendiendo la “vida democrática y las instituciones de la República”.

Resta saber –aunque no extrañaría- si el gobierno que se va convalida esta desquiciada idea anunciada por Bonafini, salvo que como gesto final se entienda y valorice que los millones de electores que ungieron victorioso a Cambiemos, no son kelpers de los derechos políticos y por lo tanto su decisión en el cuarto oscuro –donde nadie puede torcerle el brazo a nadie- es respetable, soberana e inquebrantable. Por eso esta fiesta será tan legítima como la libertad de elegir.