Hugo Remedi

Tiempos pasados en los que los compañeros elegían candidatos peronistas, los correligionarios a los radicales y los sectores progresistas bramaban con el discurso de la derecha y todos se llamaban por su nombre. Tal vez aquello era parte de la política vieja, donde paradójica y patéticamente muchos protagonistas se quieren exculpar de sus historietas de entonces poniendo a la sombra a otros “muchos” de aquellos amigos de correrías a los que hoy con sana y oportuna indulgencia olvidaron en el camino. Extrañamente, a medida que pasan los años cada vez hay menos gente que votó a Alfonsín, Menem, De la Rúa y seguramente también le pasará a la escudería Kirchner en el futuro. Pero ahora, la confusión frente a las elecciones presidenciales... El nuevo peronismo se arma con la kirchnerista Cristina y un radical. Lavagna amó a Duhalde y Kirchner y hoy se subió al vagón de los radicales, que “por suerte” no tenían candidato propio. De San Luis bajó el Alberto, de la mano de el Adolfo y de la mano del Carlos riojano. Y Lilita, que dejó el radicalismo, que dejó el ARI, que arma y desarma, finalmente corrió sus cruces y entró hasta el socialismo, fijate. Sobisch, con un cadáver a cuestas, recorre el país 100 por ciento preparado y el Buldog de la ex Alianza ya no ladra. Argentina rara esta, ¿no?

Una jornada electoral atípica vamos a vivir los entrerrianos este domingo. Por primera vez desde el retorno de la democracia, la puja por la elección a Presidente ha quedado reducida a saber finalmente quién va a ocupar el segundo lugar, y nuestra provincia parece encaminada a mostrar sorpresas en ese sentido.

El segundo aspecto tiene que ver con que Entre Ríos va a elegir 45 convencionales constituyentes para reformar la Constitución provincial de 1933 a partir de enero de 2008, con lo cual el eje de atención de la convocatoria electoral se va a correr en parte hacia la disputa regional.

También se eligen cuatro diputados nacionales y tres senadores nacionales, candidaturas que para la consideración general están en un segundo lugar. De tal modo que son muchos los entrerrianos que no saben quiénes son los candidatos, salvo los presidenciales en alguna medida y quienes se conocen por ser funcionarios en actividad.

Evidentemente hay mucho desaliento y como consecuencia, desapego a la hora de ir a votar, así como que si ejercer este derecho, extrañamente, fuese un problema de otros.

Por contundentes, las últimas encuestas no dejaron de dar lugar a las sorpresas. Lo datos más recientes ubican en el segundo lugar en Entre Ríos a la candidatura de la Coalición Cívica de Elisa Carrió y al Partido Socialista de Lisandro Viale, Jorge Daneri y compañía.

Hace poco más de siete meses en nuestra provincia se realizaron las elecciones para elegir a las autoridades provinciales y en aquel momento el justicialismo, una vez más, obtuvo un triunfo rotundo. La UCR arañó el 20 por ciento y el solanismo otro tanto. Desaparecida la Lista 100 como tal, se quedaron sin dueños unos 100.000 sufragios más otros 50.000 que dejó en su recorrido final la desfalleciente Concertación.

Si por ejemplo hubiese un acto de autismo frente a las encuestas y uno apelara al último antecedente electoral para analizar el futuro de este domingo, concluiría en primer lugar que desde marzo hasta hoy, objetivamente, no ha habido ningún elemento disonante o de fuerte impacto que pudiese influir para modificar la realidad de entonces.

El justicialismo en el gobierno mantiene la casa en orden –aunque estén más preocupados en la futura interna que en la elección del domingo- y el radicalismo es parte de la confusión que brota de la misma ensaladera donde se van diluyendo las identidades partidarias, y, significativamente, viene perdiendo votos incluso sin tener erosiones propias de gestiones de gobierno y desde allí, el voto antibustista parece encaminado a convocarse en la escudería de Carrió y del Partido Socialista.

Sin embargo, el radicalismo conserva su estructura provincial y ello, pese a quien le pese, siempre se hace valer en este tipo de contiendas y de hecho no sería tan impactante estar viendo este domingo a un radicalismo no tan en debacle como se lo anuncia.

La provincia ya eligió sus autoridades para los cuatro años que vienen. Ahora resta saber quién será el Presidente y quiénes los convencionales, y esto último sea tal vez el valor agregado que le dé al comicio un cierto grado de entusiasmo.

La campaña fue anodina, fría, desinteresada; obvio, todo jugando a favor del oficialismo. En aguas quietas y calmas ¿para qué cambiar de embarcación?, sería la lectura. La falta de recursos también beneficia a quienes en la circunstancia detentan el poder y el proselitismo, a través de la actividad oficial de gobierno, se vuelve entonces influyente.

En lo que hace a la elección de legisladores nacionales, el PJ pone en juego dos senadores y dos diputados nacionales, pero a la luz de lo que se evidencia, a los cuatro cargos los van a recuperar sin mayores problemas. Incluso, con una mejor elección que la de marzo podría sumar un diputado nacional más. El radicalismo pone en juego a un senador y a un diputado y el Nuevo Espacio a un diputado que lo pierde seguro.

En este escenario y mucho más por defectos ajenos que por virtudes propias, el Partido Socialista de Entre Ríos está a punto de realizar la mejor campaña electoral de su historia que le permitiría a partir del domingo ser un referente sustancial de la oposición. Y además, sumar tal vez algún legislador nacional y convencionales constituyentes con seguridad.

El padrón electoral tiene unos 871.000 entrerrianos en condición de sufragar. Si uno hace una ligera ecuación matemática tomando como base una concurrencia del 80 por ciento de los habilitados, el domingo estarían votando unas 700.000 personas. Para elegir senadores sólo se necesita mayoría, en cambio para elegir diputados nacionales y convencionales se utiliza el sistema D’Hont. Traducido al castellano básico significaría -tomando como referencia la última elección: PJ 47 por ciento, UCR 20 por ciento y Solanismo 19 por ciento-, dos diputados para el PJ, uno para la UCR y uno para el Socialismo si es como se anuncia que buena parte de los votos desperdigados que dejó Solanas se los lleva Carrió y sus seguidores en Entre Ríos.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)