Sportivo Desamparados de San Juan se coronó campeón del Torneo Apertura del Argentino A, al derrotar por penales a Deportivo Santamarina de Tandil, luego de triunfar 3 a 1 en los noventa minutos reglamentarios del partido de vuelta. En un cotejo reñido y jugado con el cuchillo entre los dientes, el Puyutano logró acceder a los penales con diez jugadores y se basó en las manos de Guirado para consagrarse e ilusionarse con el ascenso a la Primera B Nacional. En el cotejo de ida los tandilenses habían ganado 2 a 0 en su estadio y se quedaron con las ganas en la revancha.

Una verdadera final jugaron Desamparados y Santamarina, jugaron como se deben jugar estos partidos y regalaron emociones permanentes, haciendo del resultado algo incierto y cambiante. Es por eso que la divina justicia quiso que decidan al campeón por penales y allí el dramatismo volvió a reinar, luego de que ambos erraran los primeros tres penales. En definitiva, el Víbora se quedó con la gloria, con los festejos, con la posibilidad de una final para alcanzar el gran objetivo llamado Nacional B. Un equipo por todos recordados en los viejos Nacionales, un conjunto que fue sinónimo del fútbol sanjuanino durante décadas, un club que desde su nombre ganó la simpatía de muchos, hoy vuelve a codearse con aquellos tiempos dorados, gracias a las manos de Guirado, el símbolo de este equipo, no sólo por presencia física sino porque desde sus ganas de jugar este partido sabiendo que no estaba al cien por ciento físicamente luego de su prolongada lesión que lo marginó de la etapa previa a este partido.

El partido empezó parejo, con ambos equipos estudiándose, con los locales asumiendo los riesgos de tener que ir a buscar el resultado, sabiendo de la desventaja de dos goles. Santamarina se mostraba tranquilo, haciendo su juego, el que le permitió llegar a la final, el que le permitió terminar los últimos partidos con menos de dos goles en contra, algo que de mantenerse en la noche de San Juan le permitiría dar la vuelta. Cuando las ideas no abundaban, cuando los de afuera presionaban, cuando el tiempo se escurría, el local llegó al gol después de un cabezazo de Darío Medina, vital para la futura definición por penales.

A partir de allí nació el mejor momento del Víbora, luego del gol tuvo diez minutos en los que tuvo a maltraer a su rival, golpeado por el gol en contra. Sin embargo, en su peor momento, el de Tandil llegó a la igualdad. Centro pasado de Quiroga y gran cabezazo de Cortés ante la salida apresurada del golero sanjuanino. Ahí se derrumbó el local, ahí creció la visita y tuvo en los últimos cinco minutos las chances necesarias para ponerse en ventaja, entre ellas un tiro libre de Valverde en la base del poste. Terminó mucho mejor el tandilense, tenía el partido en sus manos, aunque no aprovechó su momento.

En el segundo tiempo Magistretti arriesgó y desarmó el doble cinco para poner en cancha a Prieto para jugar con Molina de doble enlace. Entre ellos nacían los avances más claros del dueño de casa, que lentamente fueron desarticulando a la defensa de Santamarina hasta llegar al segundo gol, luego de una buena jugada colectiva.

Nuevamente la ilusión y las ganas surgieron de las almas puyutanas, que en diez minutos pasó por todo, la bronca de un gol mal anulado, la indignación por la expulsión poco entendida de Sosa y el dudoso penal a favor que le permitió a Saucedo anotar el tercer gol, el que le daba el empate en el resultado global. Con uno más, con un rival en desventaja desde lo físico que tenía una defensa desarmada, Santamarina salió con todo en busca del gol que le diera el título. Tenaglia juntó a Gullace, Ruiz, Valverde, Cortés y Robles, pero no pudo doblar al cerco de Desamparados.

Luego del 3 a 1 final, llegaría la emoción y el drama de la tanda de penales, donde los arqueros fueron los grandes protagonistas. Atajó el primero Guirado, respondió Lo Tártaro, y así estuvieron hasta el cuarto penal de la serie para cada uno. Luego de errar los tres primeros le tocaba el turno a Valverde, pero el Mago estrelló nuevamente su zurdazo en la misma base del palo. A esta altura un gol valía oro, y así fue, porque Medina anotó el suyo y le dio la ventaja al local, ventaja consolidada por Silvio Molina que con suspenso marcó el gol definitivo luego de que Méndez empatara la serie. La cancha invadida por miles y miles de “fieles desamparados” fue la imagen final del festejo, de la carrera loca de los jugadores, que terminaron abrazados a la gloria.