Por Leandro Bruni (*)

Especial para ANALISIS

Una tendencia muy usual que tenemos las personas es el buscar elementos tangibles, fechas precisas y personas concretas, que nos permitan entender las complejas transformaciones que nos atraviesan constantemente. Pero los fenómenos sociales no se explican por una única causa. Las explicaciones son, indefectiblemente, multicausales.

El mundo no está cambiando (sólo) por esta crisis. Ha estado cambiando vertiginosamente en las últimas décadas. Esta inusual “normalidad” del Covid-19 es una oportunidad para reflexionar sobre eso. Podemos hacer algo distinto de cómo lo hacíamos antes, entendiendo que vivimos en trasformaciones permanentes.

La política no está exenta de esta reflexión. Analicemos tres elementos que han cambiado antes, y que seguirán cambiando después, del Covid-19: electores, liderazgos y campañas electorales. 

Electores: la estrategia más efectiva son las personas

Los electores son la clave de cualquier contienda electoral moderna. Sin dudas, es necesario apuntalar los acuerdos políticos, cerrar alianzas y confeccionar pactos políticos, pero nada de ello es suficiente sin los electores. Como nunca, es importante que les prestemos atención y orientemos nuestra estrategia hacia ellos, ya que la estrategia más efectiva son las personas.

Necesitamos valernos de distintas fuentes para conocer a los electores. Los datos históricos son tan importantes en una estrategia de comunicación, como lo es una encuesta de hace uno o dos meses. Todos los datos importan –algunos más que otros-, pero ninguno tiene la capacidad de revelarnos el futuro. No acudimos a las encuestas o estudios de opinión pública para que, cual Oráculo de Delfos, nos revelen que es lo que pasará la noche en la que se cierren los comicios. Hacemos y leemos encuestas para comprender mejor a los electores.

Hay algunos políticos trasnochados que piensan que hoy los electores están preocupados por los próximos comicios. Realmente nada les importa menos. Pero cabe señalar que esto no es a causa de la cuarentena. Los ciudadanos se sienten menos electores que padres, madres, maestros, trabajadores, viajeros, consumidores de Netflix, etc. Como apuntó el psicólogo estadounidense, Abraham Maslow, en su pirámide de jerarquía de las necesidades humanas, nuestras prioridades como personas están enfocadas en nuestro bienestar material, sentimental y comunitario, antes que querer satisfacer los sueños electorales de un político.

En “El poder de la conversación”, el sociólogo argentino, Manuel Mora y Araujo, nos evidencia la necesidad de entender que lo importante es comprender que las personas conversan solo de temas que les importan. Nuestra tarea –tanto como políticos o consultores- no es influir en ellos para que conversen de política o de una candidatura. Nuestro desafío es acercarnos a los intereses de los electores para, solo así, participar en sus conversaciones.

Liderazgos políticos: con el carisma no alcanza, sin carisma no se puede

En los últimos meses los electores han premiado los liderazgos políticos. Sobre todo, aquellos que han demostrado tomarse esta crisis de manera responsable y logrando resultados concretos.

En el mapa de presidentes de la región, diversos estudios muestran que la mayoría de los presidentes han incrementado su percepción positiva por parte de sus electores. Así, respecto a inicios de este año, el ecuatoriano Lenin Moreno aumentó su imagen positiva alrededor de un 10%, el colombiano Iván Duque un 25%, el argentino Alberto Fernández un 25% y el guatemalteco Alejandro Giammattei un 31%, solo por nombrar algunos. En el caso opuesto, el mexicano Andrés Manuel López Obrador y el brasilero Jair Bolsonaro vieron reducir su imagen positiva –9% y 2% respectivamente- ya que los electores no están satisfechos con su manejo de la crisis.

Nadie mejor que las personas entienden que con comunicación no alcanza. Es necesaria una eficiente gestión. Suturar desigualdades, mejorar la calidad de vida y cumplir lo prometido. Hay muchos estrategas de comunicación política que, ante la actual crisis de representación, desafección respecto de los partidos políticos, apatía de los electores respecto a los candidatos e insatisfacción con los resultados de la democracia, lo único que se les ocurre hacer, es entrenar candidatos carismáticos. Candidatos cuya única estrategia comunicacional es movilizar emocionalmente a los electores incrementando en ellos emociones positivas como la esperanza, la alegría o emociones negativas como el odio o el miedo.

Evidentemente esta estrategia es muy poderosa, pero a mediano y largo plazo no alcanza. A lo largo de los años, ha logrado colgarles la banda presidencial a muchos candidatos, pero no los ha dotado de herramientas para detener las crisis, generar políticas públicas apropiadas y en consecuencia evitar que los mandatarios dilapiden las esperanzas de sus electores, con pésimas gestiones de gobierno.

La enseñanza es muy clara: con el carisma no alcanza; sin carisma no se puede. América Latina necesita candidatos carismáticos que logren ganar elecciones movilizando a sus electores con emociones e ideas, pero también líderes capaces de gobernar aún en complejos escenarios como los actuales.

Campañas electorales: consolidar un equipo para fortalecer al candidato

No son pocos los espacios políticos que subestiman la importancia de los equipos. Es cierto que, como decía el consultor político norteamericano Raymond Strother, “el medio político más importante es el candidato”, pero atribuirle a una sola persona la capacidad de hacerlo todo, es condenar al fracaso sus objetivos políticos. Es necesario consolidar un equipo para fortalecer al candidato.

Los ciudadanos no están pidiendo líderes que lo sepan todos; están exigiendo líderes con equipos y capacidad de resolver los problemas.

Lo mismo ocurre con quienes creen que un consultor político resuelve todo. Una campaña no la gana –o pierde- un consultor. En gran medida, es el candidato el factor determínate, pero es necesario que junto a él trabaje un equipo, una estrategia, un seguimiento y alguien que pueda decirle, incluso, lo que este no quiere escuchar. En esto último los estrategas de campaña, los consultores, son fundamentales.

(*) El autor es Consultor en comunicación política. Politólogo, sociólogo e investigador (UBA), docente (UBA y UCA). Miembro de la Asociación Argentina de Consultores Políticos (ASACOP). @leandro_bruni