Por José Carlos Elinson (*)

En horas de la madrugada de este domingo falleció el doctor Juan Antonio Tardelli. Lo primero que quiero expresar, más allá de mis condolencias a su familia, es que la democracia y el profundo sentido de la libertad perdieron un exponente de una generación que marcó el camino de muchos que abrevaron en su pensamiento.

El doctor Tardelli fue un inspirador desde el ideario de la Unión Cívica Radical, de generaciones de jóvenes que tempranamente pero con cierto grado de desorientación abrazaron la causa política, y de coetáneos que encontraron en su palabra la apertura de rutas imprescindibles en  el andar de la vieja ciencia de lo posible.

No nos deja un vecino más, aunque lo fue desde la humildad que lo definió siempre, nos deja un ser temperamental en el debate y siempre atento para la respuesta precisa y esclarecedora.

Con “Cuco” Tardelli se va un demócrata a la vieja usanza, sin comedimientos inconfesables ni componendas a espaldas de propios y extraños, y se va un padre y un abuelo que sembró hasta el último día los valores que hicieron a su existencia.

De poco sirven las palabras a esta altura, acaso la memoria haga por nosotros lo que ellas no pueden, para mantener viva en el tiempo la imagen de un hombre de reconocida solvencia moral y partícipe necesario y permanente de los acontecimientos que importaban a la sociedad que lo contuvo.

Siempre decimos que a algunos periodistas no nos gusta utilizar el lugar común “lo vamos a extrañar”, pero de la misma manera que lo dijimos cuando despedimos a Fermín Garay, que no queden dudas, al doctor “Cuco” Tardelli lo vamos a extrañar.

(*) Especial para ANALISIS