La deuda con las víctimas

Por Hernán Rausch (*)
Especial para ANÁLISIS

Habiendo comenzado este año lleno de esperanzas, lleno de desafíos, políticos y sociales, también religiosos, quiero volver a reflejar, compartir y dejar en parte plasmado el justo, paciente, pero contundente reclamo por una justicia en la Iglesia, representada por el Papa Francisco.

Días atrás el mismo Francisco ha manifestado y solicitado la intervención a favor de todas las víctimas de abuso, reclamando justicia, aclarando que no basta con el perdón.

En algunas ocasiones considero que el perdón no es conclusión, sobre todo en estos casos de acciones penales. El perdón es cuestión personal y del alma, aquí se trata de hechos concretos graves, dramáticos y repudiables, hablamos de abusos sexuales contra menores.

No me he olvidado, así como tanta gente, de la causa y deuda que la Iglesia tiene con la comunidad. Uno lleva la voz, pero son muchos los damnificados.

Pasan los días, meses y años y no existen noticias ni respuestas respecto a un juicio; un segundo juicio administrativo que se llevó adelante dentro de la Iglesia.

Mantienen silencio y todo parece ser complicidad en una actitud absolutamente cobarde.

Es una pena, roza lo irrespetuoso, genera indignación, volviendo a burlar la confianza depositada de las víctimas, que hoy ya no son niños, pero en aquellos años (1993-1996) fueron niños valientes que no se ataron a ninguna circunstancia, sino solo se aferraron a la verdad de la realidad sucedida, confianza, basada en la fe. Confiaron y fueron decepcionados, utilizando, las autoridades, desvergonzadamente la figura del sacerdote y Obispo para manipular y abusar, con poder y potestad.

Solo espero que esta historia tenga el final que cada uno merecemos en esta vida. Recompensa o castigo. La historia se escribe en esta vida, en la tierra. Bien sabemos que los involucrados y superiores, Obispos y Cardenal, son de avanzada edad, y aún están entre nosotros.

Esto hay que decirlo. Espero que no estén especulando con los tiempos. Creo soy claro. Es valentía y compromiso asumir las responsabilidades y consecuencias en este mundo, sería una manera de remediar al menos un poco, tan perversos actos.

Se trata de fe. Fe que al parecer el Papa y los prelados en parte ignoran, no dando celeridad y culminación a los juicios llevados adelante, y que incluso hoy pongo en dudas que quieran llevar a cabo, en este caso particular de Paraná, que tuvo un juicio penal, con condena a 25 años de prisión.

Dentro del espacio religioso tuvo lugar una primera investigación hecha por la Iglesia que llegó a la conclusión de dar por aprobados los abusos, dando contundencia el mismo autor, reconociendo los aberrantes hechos.

Se profana la figura del sacerdocio, y nadie dice ni hace nada, burlan la fe de los creyentes. Ya no solo de las víctimas y familiares solamente, sino de todos.

Todo esto es injusto. Es un juego atrevido, corrupto, infame e irrespetuoso.

Pasa el tiempo y al parecer especulan, hay que decirlo, los involucrados de aquellos años, y aún hoy vigentes en cargos y distinciones, siguen en este mundo. Entonces hay que preguntarse: ¿Querrán que primero partan de este mundo antes de sentenciar?

Lamento la situación, vuelvo a reiterar, esa espera parece ser un hecho, un modus operandi.

Con los involucrados y cómplices fallecidos, no sería justicia. No pretendo fuego eterno, sino brindar a cada uno lo que le corresponde, sea cual fuere el cargo, aquí y ahora.

La justicia en una Iglesia que camina, humana, es acá en la tierra. Basta de postergaciones en hechos tan relevantes.

Manifiesto mi fe, fe heredada de mis padres, fortalecida en mi doctrina, la misma Iglesia, no revelada, sino encarnada, fe y confianza que después, lamentablemente, fue aprovechada impunemente por un cura y su entorno para abusarnos.

Volviendo a los juicios, quiero creer que ese planteo, la apelación sobre la condena del juicio administrativo llevado adelante en Buenos Aires está en curso, ya que pasan los meses y no los concluyen.

Autoridades, funcionarios y encargados no muestran interés en dar a conocer las instancias, menos averiguar e informar, como correspondería. Prolongan los plazos para lograr así la desaparición de los involucrados. Este engaño sería peor que el primero.

Mi actitud y de muchos por obtener respuesta es de un humilde pero comprometido católico y ciudadano común, que cree en el camino terrenal y su justicia, se busca claridad y verdad.

Han pasado años de esta nueva investigación y supuesto juicio. Hoy conozco por mi insistencia con autoridades Argentina, que se realizó un juicio administrativo, no judicial.

Sabemos que la anterior fue una investigación irregular, confusa, desordenada que concluyó en la derivación del responsable a otro lugar, para continuar ejerciendo con total impunidad su ministerio, poniendo en riesgo la integridad de otros niños y jóvenes.

Hasta estos días, siete años pasaron desde la nueva apertura, no se vislumbra justicia para los sobrevivientes, pero tampoco para las familias y toda una comunidad indignada por estas demoras.

He consultado a quien corresponde. Luego de respuestas esquivas y desinteresadas, insistiendo, brindaron información sobre un juicio administrativo, es decir, indagaron cómo se llevó a cabo esa investigación.

Pero sobre estas instancias hay algunas cuestiones que cabe aclarar:

En primer lugar, dicen que es una causa Penal Administrativa, entiendo que por las irregularidades que tuvo aquella primera investigación, desordenada, incompleta y beneficiosa para el acusado.

La segunda cuestión es que fue recurrida inmediatamente ante el “Dicasterio para la Doctrina de la Fe” en la Santa sede, quien fue la que dispuso se juzgue bajo este sistema.

 Entonces: ¿A quién apeló (recurrió) el condenado luego de recibir sentencia?

¿Si es por un asunto de suspensión para ejercer el ministerio sacerdotal o bien apeló la sentencia después de haberlo encontrado culpable de abusos hacia menores en el Seminario de Paraná?

Lo que no queda claro es por qué motivo, razón o circunstancia fue sentenciado: ¿Un error administrativo de aquella época? ¿Mal realizado? ¿De qué y por qué se lo encontró culpable?

Sabemos en lo judicial que no se puede hacer juicio sobre cosa juzgada. Ahora bien: si la parte administrativa mostró falencias, esto muestra que dicha sentencia (de 1997) fue mal impartida, ya que hubo anomalías del, por aquel entonces, arzobispo (Estanislao Esteban) Karlic, hoy cardenal. Por lo tanto, quedaría sin efecto.

Es lamentable, pero alguien lo tiene que decir, hechos investigados y realizados a conveniencia de ellos mismos.

Aquí, al parecer, con total claridad e impunidad, hubo intereses propios personales. Es lo que se denota.

El acto justo es señalar y responsabilizar a quien corresponda, no importa ni interesa cargo o posición. Es madurez reconocer los errores. La Iglesia sigue en deuda con eso.

Para terminar, quiero traer al caso el pasaje bíblico en donde el mismo Jesús reprimió a Pedro, futuro primer Papa, cuando tenía pensamiento e intereses propios terrenales, expresando su diferencia con Jesús diciéndole: “Maestro, eso no va a suceder”, haciendo referencia al camino de la cruz.  Jesús en una contundente respuesta exclamó:"... ve detrás de mi satanás, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres".

Así actúan en estos casos. Solo con pensamiento de hombres, no de hombres consagrados bajo el Ministerio. Siguen actuando de forma egoísta y mediocre. Reclamamos justicia plena.

(*) Sobreviviente de abusos eclesiásticos. Denunciante del cura Justo José Ilarraz.

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