El cáncer de cuello uterino es el segundo en frecuencia en las mujeres. Se estima que 3.000 nuevos casos se producen anualmente en el país. Asimismo, tiene una alta tasa de mortalidad: alrededor de 2.000 mujeres pierden la vida por año.
Esta afección es causada por algunos tipos de VPH, que se transmiten generalmente a través de las relaciones sexuales. Según explicó Alejandra Picconi, del Instituto Malbrán, “existen más de 100 subtipos del virus, de los cuales sólo 40 producen patologías anogenitales”. Ellos se dividen en las cepas de bajo riesgo, que suelen producir verrugas y en las de alto riesgo, que son los 15 subtipos cancerígenos.
“El VPH ingresa al epitelio a través de microabraciones, y si bien en la mayoría de los casos el virus desaparece solo por la respuesta inmunológica, se producen lesiones si la infección persiste, y muchas de ellas tienen potencial oncogénico”, indicó.
La experta relató que “la resolución de la infección por VPH de bajo riesgo tarda de cuatro a nueve meses, mientras que la de alto riesgo lleva entre 12 y 18 meses” y que si bien el virus suele adquirirse en la juventud con el inicio de la actividad sexual, es a partir de los 30 años “cuando la persistencia viral es mayor” y es más factible la aparición de lesiones.
Para prevenir estas patologías existen dos vacunas preventivas, pero no tratantes: la bivalente, que protege contra los genotipos de alto riesgo 16 y 18, y la cuadrivalente, que además de los mencionados, también inmuniza contra las cepas 6 y 11 de bajo riesgo, publicó Ámbito.
Sin embargo, la inmunización no exime a las mujeres de continuar realizándose el PAP, que sigue siendo fundamental para prevenir los tumores causados por los tipos de VPH que no cubre la vacuna, y para prevenir las lesiones malignas causadas por una infección existente en las mujeres sexualmente activas. De confirmarse un resultado positivo, el análisis siguiente es la captura híbrida, que confirma qué subtipos de virus presenta la paciente.