Hacía bastante tiempo que no se veía algo así. Un partido donde la polémica se hizo reina, y dejó de lado cualquier movimiento futbolístico a lo largo de los 90 minutos. Luis Álvarez, el árbitro de turno, fue el protagonista y responsable. Porque el triunfo por 1-0 de Gimnasia La Plata sobre Rosario Central quedó manchado por un penal y una expulsión que desató la bronca de todo el elenco rosarino.
Primero, a los 28 minutos del segundo tiempo, Pirulo Rivarola cometió una grosera infracción contra Altobelli y vio la segunda amarilla. Después, Capurro le propinó un codazo a Medina y dejó al Lobo con diez. Cinco minutos más tarde, Vittor, que ni tocó la pelota, clavó una plancha violenta y también se fue a las duchas. Hasta ahí, impecable lo de Álvarez.
Sin embargo, a minutos de haber dejado al Gimnasia con nueve hombres, Altobelli corrió de atrás a Valentini y, en medio de los manotazos entre ambos, el juez sorprendió a todos y cobró penal. Encima, el defensor, que había ganado la posición, vio la segunda amarilla y se fue expulsado. Todo el plantel del Canalla le reprochó al árbitro, pero la decisión se mantuvo firme. Macaluso tomó la pelota y cambió penal por gol y victoria. Los del Lobo, que hacía instantes habían perdido a dos de sus hombres y al propio Troglio lo había tenido que retirar la policía de la cancha, no lo podían creer.
Con el pitazo final, llegaron las esperadas protestas de los jugadores de Rosario Central, que seguían anonadados tras el penal sufrido. Juan Antonio Pizzi calmó las aguas y mandó a sus dirigidos al vestuario. Gimnasia lo festejó como si fuese un título, publica Olé.